La defensa del patrimonio
bibliográfico
Cuando se habla de los problemas de
conservación o defensa del Patrimonio, es frecuente olvidar que en tan
importante misión debe incluirse el Patrimonio Bibliográfico; no sólo referido
a los libros, sino haciéndolo extensible al Patrimonio Documental. Si estimamos
que las piedras de los monumentos son testimonio elocuente del pasado del
hombre, de su vida y de su historia, que nos permiten dar profundidad a nuestra
vida con su elocuente silencio, hemos de conceder a los documentos que se
conservan en viejos archivos, la primacía en esta información que la humanidad
ha perseguido desde los tiempos más remotos como tratando de justificar su
existencia.
El que estos fondos documentales se
encuentren la mayor parte de las veces en manos privadas les hace más
inaccesibles y más sujetos a su deterioro, por un mal cuidado en su
conservación y por estar expuestos, incluso, a su posible destrucción cuando se
produce el inevitable cambio de manos en las sucesiones.
Recientemente hemos tenido
información de que se ha creado una "Asociación para la Defensa del
Patrimonio Bibliográfico" en Cantabria. Es un principio que puede ser
importante, pero si no se potencia, si no se le atiende con el interés que
requiere, se convertirá en un hecho más entre los románticos propósitos que
suelen surgir, en ocasiones, de la mente de gentes bienintencionadas.
Por otra parte, el proyecto
encontrará dificultades por la falta de una cultura adecuada de los
propietarios de los fondos documentales particulares, pero es preciso empezar a
crear esa cultura para tratar de salvar lo salvable.
Se hace preciso fomentar y potenciar
la figura del archivero, del bibliotecario, del documentalista, concediéndoles
el puesto de honor y de responsabilidad que les corresponde en la defensa de
este Patrimonio de papel, que hay que potenciar con el mismo interés que se
viene concediendo al resto del Patrimonio.
Empecemos en las escuelas, con los
niños, haciéndoles adquirir conciencia del interés que puede tener la
conservación de algunos papeles escritos, aún los referidos a sus vidas
infantiles, pues aun cuando esto pueda resultar un poco desorbitado, es
preferible exagerar la presentación del problema para que la realidad lo deje
después en su justa medida.
Aurelio G.
Cantalapiedra
Publicado en el nº 1 de la revista Cantabria
Nuestra, Julio 1.993
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