martes, 23 de abril de 2019

En torno al libro y VI - La defensa del patrimonio bibliográfico


La defensa del patrimonio bibliográfico


            Cuando se habla de los problemas de conservación o defensa del Patrimonio, es frecuente olvidar que en tan importante misión debe incluirse el Patrimonio Bibliográfico; no sólo referido a los libros, sino haciéndolo extensible al Patrimonio Documental. Si estimamos que las piedras de los monumentos son testimonio elocuente del pasado del hombre, de su vida y de su historia, que nos permiten dar profundidad a nuestra vida con su elocuente silencio, hemos de conceder a los documentos que se conservan en viejos archivos, la primacía en esta información que la humanidad ha perseguido desde los tiempos más remotos como tratando de justificar su existencia.


            El que estos fondos documentales se encuentren la mayor parte de las veces en manos privadas les hace más inaccesibles y más sujetos a su deterioro, por un mal cuidado en su conservación y por estar expuestos, incluso, a su posible destrucción cuando se produce el inevitable cambio de manos en las sucesiones.

            Recientemente hemos tenido información de que se ha creado una "Asociación para la Defensa del Patrimonio Bibliográfico" en Cantabria. Es un principio que puede ser importante, pero si no se potencia, si no se le atiende con el interés que requiere, se convertirá en un hecho más entre los románticos propósitos que suelen surgir, en ocasiones, de la mente de gentes bienintencionadas.

            Por otra parte, el proyecto encontrará dificultades por la falta de una cultura adecuada de los propietarios de los fondos documentales particulares, pero es preciso empezar a crear esa cultura para tratar de salvar lo salvable.

            Se hace preciso fomentar y potenciar la figura del archivero, del bibliotecario, del documentalista, concediéndoles el puesto de honor y de responsabilidad que les corresponde en la defensa de este Patrimonio de papel, que hay que potenciar con el mismo interés que se viene concediendo al resto del Patrimonio.

            Empecemos en las escuelas, con los niños, haciéndoles adquirir conciencia del interés que puede tener la conservación de algunos papeles escritos, aún los referidos a sus vidas infantiles, pues aun cuando esto pueda resultar un poco desorbitado, es preferible exagerar la presentación del problema para que la realidad lo deje después en su justa medida.

Aurelio G. Cantalapiedra

Publicado en el nº 1 de la revista Cantabria Nuestra, Julio 1.993

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