Historia del Libro
en Cantabria
El libro
“Actualmente la amenaza
mayor al libro proviene más bien de los hábitos lúdicos y del estilo de vida
imperante, que se inclinan por lo audiovisual y por la información sobre el
acontecer, con lo que la lectura se ha vuelto a menudo frenética y sesgada, de
titulares más que de contenido”.
Se hace preciso luchar
contra esta situación tan exactamente definida por el autor de este comentario
y pensar que el libro es base fundamental para 1a vida del hombre, en e1 que
encontrará sosiego, tan necesario a veces, y el alimento espiritual para
modelar nuestra sensibilidad.
Desde la escuela, desde
aquí, desde este centro, y en la propia casa de cada uno, se hace necesario
para la vida equilibrada del ser humano, fomentar el interés por el libro.
La prehistoria
Tiene una fecha de
partida: 1.792
La primer a imprenta que
se estableció en Santander comenzó a funcionar el 1 de marzo del citado año,
aun cuando no podemos tomar esta fecha como rigurosamente auténtica, porque en
el periódico El Aviso del 24 de febrero de 1872 se habla de que inició
sus trabajos el 8 de febrero de 1790.
Tenemos que reconocer que
no fuimos muy madrugadores. Lo comento así don Tomas Maza Solano: “Este
retrasado comienzo del arte de imprimir en nuestra provincia no ha influido,
sin embargo, en su desarrollo y esplendor; y la imprenta santanderina, desde
sus inicios, hace gala de ir al lado de las demás imprentas de nuestra patria,
cultivando tan maravilloso arte con técnica y gusto...”
Esta primera imprenta
estaba regida par Francisco Javier de Riesgo y Gonzalorena, que se había
trasladado desde Palencia a Santander el año anterior, por gestión del Obispado
de Santander.
Primer libro publicado y otras
imprentas que se sucedieron
El primer libro que sa1ió
de sus máquinas era una guía de Santander, preparada por Pedro García Diego,
con el titulo Guía manual de Santander para el año de 1793. Naturalmente
es una joya bibliográfica, que para nosotros tiene el valor de un incunable, de
la que el año 1.958 estuvo al alcance del público interesado una edición
facsimilar hecha por la imprenta de los hermanos Bedia.
Enseguida se fueron
instalando en Santander, en el primer tercio del siglo XIX, otras imprentas,
como las de los hermanos Martínez, Ochoa, Mendoza, Manjarres, etc., cuyo
trabajo principal, aparte de las confecciones de impresos y otros papeles
similares, fue la tirada de los periódicos que proliferan en aquellos años.
La edición de guías en el siglo XIX
La edición de guías como
la que he citado, fue relativamente frecuente durante todo el siglo XIX.
En los años centrales se
publicó una confeccionada por Luis Ratier, que apareció en 1849 Y en 1861 otra
a cargo de Remigio Salomón.
Este tipo de libros-guía
iba a ser de muy frecuente aparición a partir de la segunda mitad del siglo.
Fueron famosas las impresas por Antonio Coll y Puig. Que con el título de Guía
consultor e indicador de Santander y su provincia. se publicaron en los
años 1.875, 1.891 y 1.896; impresa, la primera, en el taller de Evaristo López
Herrero y las otras dos en la del periódico La Voz Montañesa, periódico
que era propiedad del mismo autor que confeccionó las guías. También Lorenzo
Blanchard hizo en su taller la que llamó Nueva Guía de Santander y la
Montaña, de la que conozco la editada en 1.892.
Marcelino Menéndez, José María de
Pereda y Amos de Escalante
Nuestros tres meritorios
autores están escasamente representados en las ediciones montañesas en sus
primeras salidas al público.
En el taller de Telesforo
Martínez, se imprimió en 1.875 el primer libro que Menéndez y Pelayo, dio a los
talleres tipográficos de Santander: La novela entre los latinos, y al
año siguiente Estudios críticos sobre escritores montañeses. Fue lo
único que se hizo entonces en Cantabria para nuestro ilustre polígrafo.
Por lo que se refiere a
José María de Pereda también su presencia fue escasa en la tipografía montañesa
del siglo XIX. En 1.869 el taller de Bernardo Rueda imprimió un libro suyo con
el título de Ensayos dramáticos, en una tirada limitada a 25 ejemplares.
En 1877 la imprenta de Martínez hizo la segunda edición de las Escenas
montañesas, que había visto la luz por vez primera en Madrid, en 1864. En
e1 año 1877, y en la misma imprenta, se confeccionó su libro Tipos
trashumantes.
De Amós de Escalante, otro
de nuestros destacados escritores de esos años, solamente se imprimió en
Santander un libro de poemas hecho en la imprenta de El Atlántico, de
Blanchard y Cía. en 1890, la mayor parte de cuyo contenido había publicado
antes el autor en periódicos y revistas. Era una edición privada. de cien
ejemplares.
En estos años del siglo
XIX. a que me vengo refiriendo, aparecieron tímidamente con sus obras en las
librerías, nuestros primeros poetas, de los que podemos señalar como adelantado
en su salida al público, a Calixto F. Camporredondo, quien en 1.862 imprimió en
el taller de Martínez su libro Ecos de la montaña.
EI siglo xx. Primera época
En este resumido
comentario que me he propuesto sobre la edición de libros en Cantabria, podemos
dividir el siglo XX en tres épocas:
La primera comprendería
las dos decenas iniciales del siglo, en la que aparte de algunos títulos de
distinto temario, la podemos significar como la del comienzo de las
publicaciones dedicadas a estudios rigurosos sobre la historia de la Montaña.
Entre estos podemos citar
algunos de los libros de los que fue autor don Mateo Escagedo Salmón, como Crónica
de la provincia de Santander; en dos volúmenes, impresos en el taller de La
Propaganda Católica en los años 1919 y 1922, así como Costumbres pastoriles
cántabro montañesas, hecho en la imprenta provincial de Santander en 1921.
En 1917 había publicado don Mateo el libro San Vicente de la Barquera,
en edición limitada a 50 ejemplares, hecho en el taller de Benito Hernández.
Aun cuando no sea más que
de pasada, puesto que nos estamos refiriendo solo a Santander capital, se deben
mencionar de este mismo autor, por su indudable importancia, sus Estudios de
historia montañesa, impresos en Torrelavega los años 1917 y 1918.
La segunda época del siglo XX: La
imprenta de Aldus
En esta segunda época que
correspondería a los años veinte y treinta, los talleres tipográficos de
Santander perfeccionaron su trabajo.
En este sentido es preciso
destacar la labor realizada en los talleres de Aldus, a los que hay que otorgar
el mérito de haber sido auténticos innovadores en este arte. De su esmerado y
pulcro trabajo podemos citar varios ejemplares, como el libro Viacrucis.
de Gerardo Diego, en 1931; Bruma Norteña y Romancero del Mar, de
Jesús Cancio, de 1926 y 1930 respectivamente; Rabel, Campesinos en la
ciudad y La Braña. de Manuel Llano, de los años 1932 y 1934, etc.
De la calidad de su
trabajo habla suficientemente el que Revista de Occidente, de Madrid, les
encomendara la impresión de los seis primeros volúmenes de las Obras
completas, de Ortega y Gasset, impresos en 1946 y 1947.
Otros talleres tipográficos en esta
segunda época del siglo XX
La imprenta de la Librería
Moderna contribuyó también de manera destacada, en estos años veinte y treinta,
a esta labor editorial. Así, de sus talleres salieron libros como El sol de
los muertos y Brañaflor, de Manuel Llano, en 1929 y 1931 Y Fuentes
documentales para la historia de la Montaña de Maza Solano, en 1931.
Del mismo Manuel Llano se
imprimió en 1935, en Talleres Tipográficos, Retablo Infantil y en la
Imprenta Comercial. en 1937, Monteazor.
De estas mismas fechas,
concretamente de 1933, son los dos tomos impresos en el taller de J. Martínez
recogiendo una selección de los artículos que con el título de “Aires de la
calle” venía publicando José del Río en la prensa diaria.
No se puede dejar de citar
en esta época la edición entre los años 1925 al 1934 de los ocho volúmenes escritos por don Mateo Escagedo Salmon
con el título de Solares montañeses.
Tercera época del siglo XX: La
postguerra
Esta última época, de las
tres en que arbitrariamente he dividido el siglo xx, se inicia muy poco después
de terminada nuestra guerra civil.
En ella se debe señalar
como novedad, el que las publicaciones de libros, en su mayor parte, se hace
bajo el nombre de una editorial que las promociona o del de una institución que
las patrocina, distinguiéndose también por la abundante aparición de libros.
Esta última circunstancia y el que tengamos tan cerca en el tiempo estas
publicaciones, así como la necesidad de no hacer largo este comentario, nos
puede permitir reducirlo a un corto resumen.
Así como en los años a que
me he referido del periodo anterior, destaqué una imprenta, la de Aldus, por su
bien hacer, ahora tengo que hacerlo con otra, la de los hermanos Bedia, de la
que han salido y siguen saliendo algunos de las publicaciones más bellas que se
han hecho en Santander.
Una destacada labor editorial: Proel,
La Isla de los Ratones y El Viento Sur
En 1945 inicio Proel su
colección de libros con la publicación de Las aves y los niños, de Julio
Maruri cuya colección concluyo en 1951 con El hombre es triste, de
Marcelo Arroita-Jauregi. Entre estos dos títulos aparecieron otros diez, en los
que figuraban como autores, entre otros, José Luis Hidalgo, José Hierro,
Enrique Sordo, Manuel Llano, Leopoldo Rodríguez Alcalde y Carlos Salomón.
Poco más tarde del
nacimiento de la colección Proel, inició su camino otra, con el nombre de La
Isla de los Ratones, creada por Manuel Arce, cuyo primer libro apareció en 1949
al que siguió una larga andadura que se prolongó hasta 1986.
En estas mismas fechas que
me vengo refiriendo ahora, se publicó otra colección con el nombre de El Viento
Sur, editada por Antonio Zuñiga y dirigida por Pablo Beltrán de Heredia. El
primer título que publicaron fue E1 Destello. un relato novelesco de
Ricardo Gullón, aparecido en 1948, terminando su corta vida en 1951. Fue esta
una brillante colección, con un total de ocho volúmenes de gran calidad
literaria y brillante presentación que hay que apuntar al haber de Pablo
Beltrán de Heredia.
Otras publicaciones
Resultaría demasiado
cansado para los que me escuchan seguir por este camino desmenuzando colección
tras colección las que se publicaron en estos años. Por ello me voy a limitar,
aun cuando no sea más que a recordar algunas otras publicaciones que tuvieron
también significativo interés.
Así la que fue promovida
por Ignacio Aguilera con el nombre de Antología de Escritores y Artistas
Montañeses, con más de cincuenta títulos, aparecidos entre 1949 y 1962; los
monográficos de arte de la Escuela de Altamira; las colecciones literarias
presentadas con los nombres de Tito Hombre, Hordino y Cantalapiedra; los libros
editados por la Diputación Provincial de Santander, por el Centro de Estudios
Montañeses y por la Institución Cultural de Cantabria, estos dos últimos
sufragados por la misma Diputación.
Publicaciones más recientes
Son bien conocidas por
todos.
Inicialmente me voy a
permitir destacar entre ellas lo que supone el esfuerzo editorial que viene
realizando la Librería Estudio desde hace algunos años, cuyos libros gozan de
gran prestigio, no solo en nuestra región sino también en el resto de España.
A esta labor de Estudio se
puede añadir el de otras editoriales con menor pujanza, pero también con
indudable merito, (Tantín) a las que creo que no es preciso hacer referencias
porque están al alcance de todos en los escaparates de las librerías.
Notas base para el
acto organizado por la publicación Rumbo Escolar el 23 de abril de 1993
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