martes, 23 de abril de 2019

En torno al libro IV - Historia del libro en Cantabria


Historia del Libro en Cantabria


El libro

            “Actualmente la amenaza mayor al libro proviene más bien de los hábitos lúdicos y del estilo de vida imperante, que se inclinan por lo audiovisual y por la información sobre el acontecer, con lo que la lectura se ha vuelto a menudo frenética y sesgada, de titulares más que de contenido”.

            Se hace preciso luchar contra esta situación tan exactamente definida por el autor de este comentario y pensar que el libro es base fundamental para 1a vida del hombre, en e1 que encontrará sosiego, tan necesario a veces, y el alimento espiritual para modelar nuestra sensibilidad.

            Desde la escuela, desde aquí, desde este centro, y en la propia casa de cada uno, se hace necesario para la vida equilibrada del ser humano, fomentar el interés por el libro.

La prehistoria

            Tiene una fecha de partida: 1.792

            La primer a imprenta que se estableció en Santander comenzó a funcionar el 1 de marzo del citado año, aun cuando no podemos tomar esta fecha como rigurosamente auténtica, porque en el periódico El Aviso del 24 de febrero de 1872 se habla de que inició sus trabajos el 8 de febrero de 1790.

            Tenemos que reconocer que no fuimos muy madrugadores. Lo comento así don Tomas Maza Solano: “Este retrasado comienzo del arte de imprimir en nuestra provincia no ha influido, sin embargo, en su desarrollo y esplendor; y la imprenta santanderina, desde sus inicios, hace gala de ir al lado de las demás imprentas de nuestra patria, cultivando tan maravilloso arte con técnica y gusto...”

            Esta primera imprenta estaba regida par Francisco Javier de Riesgo y Gonzalorena, que se había trasladado desde Palencia a Santander el año anterior, por gestión del Obispado de Santander.

Primer libro publicado y otras imprentas que se sucedieron

            El primer libro que sa1ió de sus máquinas era una guía de Santander, preparada por Pedro García Diego, con el titulo Guía manual de Santander para el año de 1793. Naturalmente es una joya bibliográfica, que para nosotros tiene el valor de un incunable, de la que el año 1.958 estuvo al alcance del público interesado una edición facsimilar hecha por la imprenta de los hermanos Bedia.

            Enseguida se fueron instalando en Santander, en el primer tercio del siglo XIX, otras imprentas, como las de los hermanos Martínez, Ochoa, Mendoza, Manjarres, etc., cuyo trabajo principal, aparte de las confecciones de impresos y otros papeles similares, fue la tirada de los periódicos que proliferan en aquellos años.

La edición de guías en el siglo XIX


            La edición de guías como la que he citado, fue relativamente frecuente durante todo el siglo XIX.

            En los años centrales se publicó una confeccionada por Luis Ratier, que apareció en 1849 Y en 1861 otra a cargo de Remigio Salomón.


            Este tipo de libros-guía iba a ser de muy frecuente aparición a partir de la segunda mitad del siglo. Fueron famosas las impresas por Antonio Coll y Puig. Que con el título de Guía consultor e indicador de Santander y su provincia. se publicaron en los años 1.875, 1.891 y 1.896; impresa, la primera, en el taller de Evaristo López Herrero y las otras dos en la del periódico La Voz Montañesa, periódico que era propiedad del mismo autor que confeccionó las guías. También Lorenzo Blanchard hizo en su taller la que llamó Nueva Guía de Santander y la Montaña, de la que conozco la editada en 1.892.

Marcelino Menéndez, José María de Pereda y Amos de Escalante


            Nuestros tres meritorios autores están escasamente representados en las ediciones montañesas en sus primeras salidas al público.

            En el taller de Telesforo Martínez, se imprimió en 1.875 el primer libro que Menéndez y Pelayo, dio a los talleres tipográficos de Santander: La novela entre los latinos, y al año siguiente Estudios críticos sobre escritores montañeses. Fue lo único que se hizo entonces en Cantabria para nuestro ilustre polígrafo.


            Por lo que se refiere a José María de Pereda también su presencia fue escasa en la tipografía montañesa del siglo XIX. En 1.869 el taller de Bernardo Rueda imprimió un libro suyo con el título de Ensayos dramáticos, en una tirada limitada a 25 ejemplares. En 1877 la imprenta de Martínez hizo la segunda edición de las Escenas montañesas, que había visto la luz por vez primera en Madrid, en 1864. En e1 año 1877, y en la misma imprenta, se confeccionó su libro Tipos trashumantes.

            De Amós de Escalante, otro de nuestros destacados escritores de esos años, solamente se imprimió en Santander un libro de poemas hecho en la imprenta de El Atlántico, de Blanchard y Cía. en 1890, la mayor parte de cuyo contenido había publicado antes el autor en periódicos y revistas. Era una edición privada. de cien ejemplares.

            En estos años del siglo XIX. a que me vengo refiriendo, aparecieron tímidamente con sus obras en las librerías, nuestros primeros poetas, de los que podemos señalar como adelantado en su salida al público, a Calixto F. Camporredondo, quien en 1.862 imprimió en el taller de Martínez su libro Ecos de la montaña.

EI siglo xx. Primera época

            En este resumido comentario que me he propuesto sobre la edición de libros en Cantabria, podemos dividir el siglo XX en tres épocas:

            La primera comprendería las dos decenas iniciales del siglo, en la que aparte de algunos títulos de distinto temario, la podemos significar como la del comienzo de las publicaciones dedicadas a estudios rigurosos sobre la historia de la Montaña.


            Entre estos podemos citar algunos de los libros de los que fue autor don Mateo Escagedo Salmón, como Crónica de la provincia de Santander; en dos volúmenes, impresos en el taller de La Propaganda Católica en los años 1919 y 1922, así como Costumbres pastoriles cántabro montañesas, hecho en la imprenta provincial de Santander en 1921. En 1917 había publicado don Mateo el libro San Vicente de la Barquera, en edición limitada a 50 ejemplares, hecho en el taller de Benito Hernández.

            Aun cuando no sea más que de pasada, puesto que nos estamos refiriendo solo a Santander capital, se deben mencionar de este mismo autor, por su indudable importancia, sus Estudios de historia montañesa, impresos en Torrelavega los años 1917 y 1918.

La segunda época del siglo XX: La imprenta de Aldus


            En esta segunda época que correspondería a los años veinte y treinta, los talleres tipográficos de Santander perfeccionaron su trabajo.

            En este sentido es preciso destacar la labor realizada en los talleres de Aldus, a los que hay que otorgar el mérito de haber sido auténticos innovadores en este arte. De su esmerado y pulcro trabajo podemos citar varios ejemplares, como el libro Viacrucis. de Gerardo Diego, en 1931; Bruma Norteña y Romancero del Mar, de Jesús Cancio, de 1926 y 1930 respectivamente; Rabel, Campesinos en la ciudad y La Braña. de Manuel Llano, de los años 1932 y 1934, etc.


            De la calidad de su trabajo habla suficientemente el que Revista de Occidente, de Madrid, les encomendara la impresión de los seis primeros volúmenes de las Obras completas, de Ortega y Gasset, impresos en 1946 y 1947.

Otros talleres tipográficos en esta segunda época del siglo XX

            La imprenta de la Librería Moderna contribuyó también de manera destacada, en estos años veinte y treinta, a esta labor editorial. Así, de sus talleres salieron libros como El sol de los muertos y Brañaflor, de Manuel Llano, en 1929 y 1931 Y Fuentes documentales para la historia de la Montaña de Maza Solano, en 1931.


            Del mismo Manuel Llano se imprimió en 1935, en Talleres Tipográficos, Retablo Infantil y en la Imprenta Comercial. en 1937, Monteazor.

            De estas mismas fechas, concretamente de 1933, son los dos tomos impresos en el taller de J. Martínez recogiendo una selección de los artículos que con el título de “Aires de la calle” venía publicando José del Río en la prensa diaria.

            No se puede dejar de citar en esta época la edición entre los años 1925 al 1934 de los ocho volúmenes escritos por don Mateo Escagedo Salmon con el título de Solares montañeses.

Tercera época del siglo XX: La postguerra

            Esta última época, de las tres en que arbitrariamente he dividido el siglo xx, se inicia muy poco después de terminada nuestra guerra civil.

            En ella se debe señalar como novedad, el que las publicaciones de libros, en su mayor parte, se hace bajo el nombre de una editorial que las promociona o del de una institución que las patrocina, distinguiéndose también por la abundante aparición de libros. Esta última circunstancia y el que tengamos tan cerca en el tiempo estas publicaciones, así como la necesidad de no hacer largo este comentario, nos puede permitir reducirlo a un corto resumen.

            Así como en los años a que me he referido del periodo anterior, destaqué una imprenta, la de Aldus, por su bien hacer, ahora tengo que hacerlo con otra, la de los hermanos Bedia, de la que han salido y siguen saliendo algunos de las publicaciones más bellas que se han hecho en Santander.

Una destacada labor editorial: Proel, La Isla de los Ratones y El Viento Sur


            En 1945 inicio Proel su colección de libros con la publicación de Las aves y los niños, de Julio Maruri cuya colección concluyo en 1951 con El hombre es triste, de Marcelo Arroita-Jauregi. Entre estos dos títulos aparecieron otros diez, en los que figuraban como autores, entre otros, José Luis Hidalgo, José Hierro, Enrique Sordo, Manuel Llano, Leopoldo Rodríguez Alcalde y Carlos Salomón.

            Poco más tarde del nacimiento de la colección Proel, inició su camino otra, con el nombre de La Isla de los Ratones, creada por Manuel Arce, cuyo primer libro apareció en 1949 al que siguió una larga andadura que se prolongó hasta 1986.


            En estas mismas fechas que me vengo refiriendo ahora, se publicó otra colección con el nombre de El Viento Sur, editada por Antonio Zuñiga y dirigida por Pablo Beltrán de Heredia. El primer título que publicaron fue E1 Destello. un relato novelesco de Ricardo Gullón, aparecido en 1948, terminando su corta vida en 1951. Fue esta una brillante colección, con un total de ocho volúmenes de gran calidad literaria y brillante presentación que hay que apuntar al haber de Pablo Beltrán de Heredia.

Otras publicaciones

            Resultaría demasiado cansado para los que me escuchan seguir por este camino desmenuzando colección tras colección las que se publicaron en estos años. Por ello me voy a limitar, aun cuando no sea más que a recordar algunas otras publicaciones que tuvieron también significativo interés.

            Así la que fue promovida por Ignacio Aguilera con el nombre de Antología de Escritores y Artistas Montañeses, con más de cincuenta títulos, aparecidos entre 1949 y 1962; los monográficos de arte de la Escuela de Altamira; las colecciones literarias presentadas con los nombres de Tito Hombre, Hordino y Cantalapiedra; los libros editados por la Diputación Provincial de Santander, por el Centro de Estudios Montañeses y por la Institución Cultural de Cantabria, estos dos últimos sufragados por la misma Diputación.

Publicaciones más recientes

            Son bien conocidas por todos.

            Inicialmente me voy a permitir destacar entre ellas lo que supone el esfuerzo editorial que viene realizando la Librería Estudio desde hace algunos años, cuyos libros gozan de gran prestigio, no solo en nuestra región sino también en el resto de España.

            A esta labor de Estudio se puede añadir el de otras editoriales con menor pujanza, pero también con indudable merito, (Tantín) a las que creo que no es preciso hacer referencias porque están al alcance de todos en los escaparates de las librerías.

Notas base para el acto organizado por la publicación Rumbo Escolar el 23 de abril de 1993

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