Hace cincuenta años que Aurelio García Cantalapiedra escribió estos dos textos para la presentación de números de Peña labra.
PRESENTACIÓN DEL Nº 7 DE PEÑA LABRA
El “Aula Poética” de PEÑA LABRA les ha convocado hoy por dos motivos. Por un lado, como ya es habitual, para ofrecerles la presentación de nuestra publicación, que hoy corresponde al número siete, y por otro, y esta es la vertiente más importante, para que, reunidos todos aquí, dediquemos un recuerdo cariñoso y lleno de admiración a quien fue maestro de periodistas y gran poeta, José del Río Sainz, nuestro “Pick”.
El que hoy
dediquemos este acto a Pick, obedece a que entre las páginas del número de PEÑA
LABRA que les presentamos, encontrarán Vds. una breve antología de sus versos y
tres inteligentes trabajos sobre su persona y sobre su obra.
Pick, el viejo Pick de la cachimba siempre humeante, la ropa llena de ceniza y los bolsillos repletos de periódicos, no puede ser olvidado por los montañeses de su generación, ni por los que, como yo, que, aun cuando llegamos con retraso al banquete de su amistad, pudimos comprobar la gran humanidad que le trascendía. En este barco nuevo que es PEÑA LABRA, no podía faltar el viejo marinero y sus poemas, como no podrá faltar, en su día, el otro lobo de mar de los versos salobres que fue Jesús Cancio.
En un caserío cercano a Torrelavega, se conserva grabado en una piedra, un breve verso de Pick, en el que el poeta dejó muestra de unas horas de su vida y que yo quiero traer hoy aquí como homenaje de mi pueblo, de quien él se ocupó en numerosas ocasiones en sus escritos.
¡Noche! El caserío aislado,
unos amigos, la cena;
tan sólo el silencio suena
y con qué ruido sagrado.
La lectura de este poema de ocasión, aun dentro de su brevedad y de ser circunstancial, dice bastante del hombre que fue José del Rio. En él queda constancia de una noche de cena, de amigos, -fundamentalmente de amigos-, en la que su espíritu abierto y generoso, de hombre de mar, gozaba y se entregaba sin reservas a las horas sin límite de la noche y de la amistad.
Pero he de cortar estas notas y dejar en el aire todas las resonancias que su recuerdo nos traen, porque nos espera la lectura de una página de esta entrega de PEÑA LABRA; página dedicada precisamente a nuestro poeta, escrita por una de las personas que mejor le conoció y que recogió de sus labios, en largas conversaciones marineras, confidencias y noticias de primera mano. Me refiero al Ilmo., Sr. Presidente de la Diputación y de la Institución Cultural de Cantabria, don Rafael González Echegaray, que ha tenido la gentileza, no solo de enviarnos una bella colaboración para este número, sino de aceptar nuestra invitación para unirse al recuerdo de Pick. Ha sido una pena que, a última hora, razones importantes derivadas de su cargo, le hayan obligado a salir para Madrid, privándole de estar en este momento con nosotros, como era su deseo, para leer personalmente su trabajo. Por delegación expresa lo hará en su nombre don Miguel Ángel García Guinea, Director de la Institución.
Las veinticinco horas que tiene que dedicar el Sr. Echegaray todos los días a sus labores oficiales, nos han privado de un estudio suyo más amplio, pero verán Vds. que su corto parlamente, queda altamente compensado por la calidad que encierra.
Inédito. En nota manuscrita se lee “No fue leído. En base de ello improvisé un comentario.
PRESENTACIÓN DEL Nº 8 DE PEÑA LABRA
PEÑA LABRA recuerda hoy, jubilosa, con un número especial, la existencia de PROEL, la revista montañesa que sacó de su letargo a nuestra cultura local de los años cuarenta.
Cuando apareció PROEL, solamente a cinco años vista del final de la guerra civil, Santander no era una excepción a la regla general que cubría a toda España, y las actividades intelectuales marchaban en un forzado ralentí. Nosotros, además, nos habíamos permitido el lujo de añadir a las tremendas consecuencias de la guerra, el fuego de 1941 que se llevó en unas horas bibliotecas, cuadros y documentos y con ellos el ánimo de sus propietarios, añadiendo una nueva desolación cultural sobre la que arrastrábamos. El edificio del Ateneo, entidad que entonces polarizaba las labores de este tipo, también sufrió desperfectos que redujeron su mermada marcha.
La cordillera impresionante de la guerra, parte en dos el curso de nuestro siglo XX. Todos los intentos que se han hecho en cualquier aspecto de la vida humana, para tratar de soldar un camino iniciado después de la conflagración, con lo que se ha creído que pudiera ser su antecesor en julio de 1936, lo han sido en vano. La poesía montañesa no podía ser una excepción y como la de todas las regiones españolas, dejó de existir para dar paso a una realidad distinta escrita en el inmenso y duro papel del conflicto. Acaso, allá en el trasfondo latía la rima, pero soterrada; a veces enmudecida por presiones extrañas. A veces, también, el romance, el tradicional romance que siempre surge en estas circunstancias, canta las hazañas bélicas de uno y otro bando, y la gloriosa épica se exalta ante las gestas de los combatientes, pero todo es nuevo, nacido de la ocasión, sin conexión con lo que había quedado detenido en el camino.
Nuestra poesía tuvo felizmente su PROEL. Llega en 1944 y con él se enciende una saludable polémica que iba a servir de revulsivo a la ciudad. Todos recordamos los artículos de Polibio sacudiendo sañudamente a los mozalbetes que crearon la revista y las contestaciones de éstos. PROEL siguió adelante; rebasó la incomprensión de muchos y se afianzó. Con su revista cubrió una etapa que va de abril de 1944 al verano de 1950, etapa que completó con las actividades culturales del barracón de la plaza de Velarde y su colección de libros. Con ello salvó a Santander de la indigencia cultural. Santander, gracias a PROEL tenía ya algo que decir en el mundo intelectual de España y fue acicate para otras meritorias empresas locales del mismo tipo que vinieron después.
***
Antes de ceder la palabra a José Hierro para escuchar esa conferencia que todos esperamos con tanto interés, quiero hacer público mi reconocimiento a Pablo Beltrán de Heredia, sin cuya generosa y eficacísima colaboración no hubiera sido posible este número de PEÑA LABRA.
Y a ti, Pedro Cantolla, muchas gracias por la difícil y meritoria labor que realizaste en los años cuarenta al frente de PROEL, a la que todos debemos todo.
Cámara de Comercio de Santander , 25 de mayo de 1973
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