domingo, 31 de diciembre de 2023

Azorín

 

Centenario de Azorín

 


         En este año de 1973 que está transcurriendo se cumple el centenario del nacimiento del escritor José Martínez Ruiz, más conocido por el seudónimo de Azorín.

 

         El ilustre escritor había nacido en Monóvar, provincia de Alicante, el año 1873. Su primer libro llevaba por título «Buscapiés", y apareció en 1894. En 1896 se trasladó a vivir a Madrid, donde ya residiría prácticamente hasta el final de sus días, con el intervalo de su estancia en París durante la guerra civil española.

 

         Escritor prolífico, sintió siempre una gran atracción por el periodismo, hasta el punto de confesar en cuantas ocasiones se le presentaban que a él le gustaba más la labor periodística que la de escribir libros. Hombre de su generación, la famosa del 98, sus colaboraciones en la prensa diaria y en la semanal de los primeros años son "violentas y atrabiliarias», lo mismo si se trataba de política como de literatura. En 1900, sin digerir todavía el desastre colonial de 1898 y sus secuelas, publica «El alma castellana», libro con el que inicia lo que a lo largo de su vida sería un motivo fundamental en su obra: la revivificación del pasado español. 1902 es una fecha importante para Azorín: aparece su primera novela, que tituló «La voluntad», en la que se encuentran algunas de las mejores páginas escritas en lengua castellana en lo que va de siglo.

 

         La prosa azoriniana es muy característica: párrafos breves, evitación de todo énfasis, con cuidado gusto que proporciona a sus escritos una sensación gratísima de pulcritud.

 

         Como una pequeña guía para nuestros lectores que se quieran adentrar en la obra de este escritor, citamos, aparte de «La voluntad", a que ya nos hemos referido, "Los pueblos", «Doña Inés», «Un pueblecito» y «Salvadora de Olbena», libros que están al alcance del público en ediciones económicas.

 

         Siguiendo nuestro criterio de que el escritor habla mejor de sí mismo con su pluma que lo que nosotros podamos decir, damos con estas notas un breve artículo que publicó Azorín en «Blanco y Negro", en abril de 1907. Es una bella muestra de su prosa y, al mismo tiempo, un ejemplo del desencanto en que vivían los hombres egregios de los primeros años de nuestro siglo.


 Publicado en: Sniace. Nuestra vida social nº 138. septiembre-octubre 1973

 


 

domingo, 24 de diciembre de 2023

Las primeras colaboraciones literarias de los jóvenes valores montañeses de “Proel”

 

Las primeras colaboraciones literarias

de los jóvenes valores montañeses de “Proel”

En alerta, allá por los años 1944-45

         Antes de que el primer número de “Proel” saliera a la calle, en abril de 1944, un grupo de los colaboradores primeros de la revista ya había empezado a escribir en el diario ALERTA. Su director, Francisco de Cáceres, les había abierto las puertas de par en par y allí fueron afinando su pluma y resolviendo, por lo menos, el gasto mensual de tabaco, que entonces era un problema importante. Bien es verdad que las cajas del diario no podían ser muy pródigas a la hora de pagar las colaboraciones, pero aquello presentaba el encanto de ser el primer dinero ganado con la «literatura»; la edad de los firmantes les hacía sentirse halagados y les proporcionaba hasta una pequeña vanidad, casi infantil, que exhibían con algún orgullo por el Paseo de Pereda. Ya era importante el ver impresos los juveniles versos, pero “Proel” como toda revista de este género, era minoritaria en cuanto a lectores y lo que realmente les estaba proporcionando “autoridad” de literatos, ante el público espeso y municipal, era su colaboración en este periódico.

ENRIQUE SORDO


         El primero que se lanzó a la aventura en ALERTA (me estoy refiriendo a los años 1944 y 1945), fue Enrique Sordo. El 6 de mayo de 1944 aparecía un artículo suyo con el título de «Al margen de la crítica: Pancho Cossío o la inquietud». Su autor tenía 22 años y el mismo enunciado del trabajo (“Al margen de la critica ...”), evidenciaba fuertes resonancias intelectuales. Sordo fue el más asiduo en esta labor, que alternaba con una dedicación entusiasta a «Proel». El mismo mes de mayo publica ALERTA con su firma un comentario a la poesía de Adriano del Valle (“De la poesía de Adriano: El soneto, la manoletina y las libélulas”) que por su largo y rocambolesco título, dice ya bastante de su contenido. Desde su puesto de miembro del Frente de Juventudes, hace frecuentes escapadas a lo “político”, y así encontramos trabajos como “La naturaleza y la Falange: el diario de un montañero”, “Cauces de una política española”, “El problema sucesorio”, “El hombre español y sus libertades”, “Una ley para todos”, etc., de los que algunos figuraban como el artículo editorial del periódico, pero princiopa1sus escritos iban dando cuenta de las lecturas que le atraía entonces, que eran más o menos también las de sus compañeros de equipo. Aparte de algún artículo con visos de ensayo, como «Tierra y amor: Aleixandre», «Una lección de historia: Ya conocemos al Japón, sin leyendas y sin mitos», «España descubierta ante el mundo»... Enrique Sordo se dedicaría en ALERTA en estos dos primeros años de la vida de “Proel”, a comentar los libros que iban apareciendo en los escaparates de las librerías, principalmente las novelas extranjeras: «E1 río salvaje». «La vida privada de Enrique VIII», de M. Baring; «Canguro», de D. H. Lawrence; «La casa de las muñecas», de K. Mansfield; «La baronesa», de E. Wiechert; «Cristina», de C. Houghton; «Algo flota sobre ,el agua», de L. Zilahy; «Los que vivimos», de Ayn Rand; «Si la luna me trae fortuna», de A. Campanile, títulos todos que nos sirven para conocer la bibliografía que los hombres de aquella generación manejábamos en una capital de provincias en estos años, a los que habría que añadir, para completar la lista, los que otras firmas glosaron entonces en el propio periódico, algunas también, de “Proel”, como veremos enseguida.

          Para estas lecturas, siempre estaba abierta para los amigos la nutridísima biblioteca de Leopoldo Rodríguez Alcalde y la de Ignacio Romero Raizábal. Sordo escribió asimismo sobre libros de poesía que iban llegando a Santander, como los "Ensayos sobre poesía española" de Dámaso Alonso, o los "Versos de un huésped de Luisa Esteban», de José García Nieto.

GUILLERMO ORTIZ 

           Guillermo Ortiz, otro proelista de la primera hora, se estrenó en ALERTA e1 26 de septiembre de 1944, con una recensión del libro "TU y YO" de P. Geraldy, y sus trabajos siguientes, tanto de crítica de libros, como artículos propiamente dichos, tenían una frecuente orientación; así, “La mujer fantasma”, de W. Irish; “Radium”, de R. Brungrabers; “Asía misteriosa”, de F. Prokosch; “Muchos son los llamados”, de H. Horter.

         Entre sus artículos destacarían: “Luisa Férida, fusilada”, “¿Pudo el hombre pez de Liérganes nadar desde Bilbao a Cádiz”, “El espiritismo es ya casi centenario” y “Hoy, 13, y martes", alternándolos con trabajos de variada especie, cómo “El postismo”, “Retrato de un poeta” (sobre un retrato de Vicente Aleixandre hecho por José Luis Hidalgo) y “Ha muerto ÚNO», sobre la muerte de Solana. Pero quizás el camino más conocido por Guillermo Ortiz era el del cine y a él dedicó muchos días y muchas noches de estos primeros años de “Proel” que quedaron reflejados, inicialmente, en el articulo “El premio de cinematografía de Hollywood a un film propaganda católica” y en “Cuando el cine se va al frente”, “Decadencia del cine” y “El cine, la inocentada de mayor éxito en la historia del mundo”.

MARCELO ARROITA -JÁUREGUI

         Can este mismo tema del cine empieza su colaboración en ALERTA, otro de los colaboradores primeros de “Proel”, Marcelo Arroita-Jáuregui, que el 31 de diciembre de 1944 publica “Panorama del cine en 1944”. Al mes siguiente hace un comentario sobre el libro de Ricardo Gullón, «Vida de Pereda», en el que destaca la aportación del autor a la resurrección del Santander perediano. Arroita también tomó parte, con sus recensiones, en la labor de completar la lista de los libros que circulaban por Santander, escribiendo afortunadas notas sobre "Así era Ivor Trent", de C. Hughton; «Metamorfosis», de F. Kafka; "Voz de la muerte", el segundo libro de poesía publicado por José Luis Cano, y un ensayo sobre «La poesía española en la poesía europea de la postguerra».

         Arroita, como Sordo, también pertenecía al Frente de Juventudes y desde esta postura, política publicó en ALERTA artículos como «El Estado español frente a la tiranía», «Franco y la unidad de España», «Sobre la libertad humana» y «La rosa en la piedra». Otros trabajos de Arroita-Jáuregui de estos años 1944 y 1945 a que me vengo refiriendo, dignos de destacarse de las páginas de este periódico, fueron los que tuvieron como título "En torno a José Gutiérrez Solana" y "El pasaje y la poesía: un libro de Enrique Sordo", terminando el año metido en una polémica nacional, en relación con la representación del personaje Don Juan Tenorio por una figura femenina y un artículo más o menos burlesco, "Hoy sale, hoy. Reflexiones de un próximo millonario".

 JOSE LUIS HIDALGO Y OTROS


        
El 18 de septiembre de 1945 encontramos la primera colaboración de José Luis Hidalgo con el título “La poesía de Alejandro Nieto” es critico con motivo de cumplirse el quince aniversario de la muerte de “Amadís” y todavía, antes de marchar para Valencia, donde caería enfermo de muerte, aparecerían en ALERTA "Elogio de la sequía», «El sentido religioso en la obra de Gabriela Mistral », «Dumbo, psicoanálisis», «Sert, el barroco» y «Obra y muerte de Manuel llano».

         Ya casi finalizado el año1945 (el 27 de noviembre), publica Leopoldo Rodríguez Alcalde «La literatura francesa durante el último lustro». Con este trabajo se inicia en las páginas del diario y desde entonces su firma ha sido habitual en el periódico. A este trabajo seguirían otros como «El anticolaboracionismo literario no tiene en Hungría un tono violento» y «Una enorme floración poética es el hecho relevante del año literario», pero en esta primera época de sus colaboraciones era más frecuente encontrar escritos que arrancaban de un fondo histórico, como «El sino trágico de los Habsburgos» o «Hubo también un Lawrence femenino».

         De otros colaboradores de “Proel”, como Julio Maruri, salió en ALERTA del 26 de diciembre de 1945 un delicado artículo con el título “El villancico”, y de Luis Reina Huerta, «Luz y espíritu en la poesía de Bernardo Casanueva» y «24 de noviembre. San Juan de la Cruz».

EL «SALONCILLO DE “ALERTA”»

         Las relaciones de los hombres de "Proel" con el diario ALERTA en los dos años a que me vengo, refiriendo, no se limitaron a estas colaboraciones, frecuentes y siempre llenas de interés, como hemos visto. Cáceres preparó en el domicilio del periódico del viejo chalet de la calle de Santa Lucía un pequeño salón para reuniones y exposiciones, que fueron acaparadas casi íntegramente por los proelistas. En este local. que fue bautizado con el nombre de «Saloncillo de ALERTA», el 5 de abril de 1945 dio a conocer Enrique Sordo su libro «Semilla de ensueños». El 25 de mayo le tocó el turno a Julio Maruri, que leyó una selección de «Las aves y los niños», el libro que más tarde publicaría “Proel” en sus cuidadas ediciones, y a los pocos días, el 29 del mismo mes, Marcelo Arroita-Jáuregui ocupó la «tribuna» del saloncillo con versos de su libro inédito «Cancionero en Durango». Cerró la serie de este año 1945 Leopoldo Rodríguez Alcalde, el 21 de septiembre, que recitó una muestra escogida de su amplia producción poética. Todavía, antes de terminar 1945, fue habilitado el salón para una exposición de José Luis Hidalgo, inaugurada el 19 de noviembre.

EL MAGISTERIO DE RICARDO GULLÓN

         Esta fue la colaboración de los hombres de "Proel» con el diario ALERTA durante los años 1944 y 1945, pero antes de cerrar estas notas, se hace precisa, una observación para completarlas y volver el que esto escribe sobre lo apuntado ya en otra ocasión. La mayor parte de los libros citados más arriba fueron leídos por algunos de nosotros, a instigación de Ricardo Gullón, que ejerció en forma perfecta en aquellos años de su vida santanderina un auténtico magisterio, sobre nuestra generación y apetencias literarias.

         El se ocupaba con frecuencia de la crítica, de libros en ALERTA en los años iniciales de “Proel”, en los años que todavía no estaba vinculado a la revista en la forma absoluta en que más tarde lo iba a estar […] comentario a estas […] de Gullón en este diario, se sale de nuestro propósito inicial y además merece un trabajo aparte.

Publicado en:

El diario Alerta el 24 de junio de 1973


 

miércoles, 20 de diciembre de 2023

Torrelaveguense Ilustre

 


Con motivo de la presentación del Grupo de Opinión Quercus de un libro sobre los 25 años de la concesión del galardón de Torrelaveguense Ilustre, el escrito que realizó Aurelio con motivo de la entrega de dicho galardón a Antonio Resines. 

 

UN CIUDADANO ILUSTRE
Antonio Resines, un torrelaveguense ilustre



El Grupo de opinión "Quercus" ha recuperado, para su opción de distinguir anualmente la vida y la obra de un torrelaveguense, la personalidad de un hombre de la diáspora que se encuentra en la edad en que la juventud puede mostrar ya efectivos logros. Y con esta orientación han fijado la flecha en Antonio Resines; un triunfador del cine.

Cuando se hace preciso escoger un solo nombre entre los posibles, pienso en lo difícil que tiene que resultar la decisión. Existen, para esta y circunstancias semejantes, una serie de determinantes que lo complican y obligan a medir y pensar con inteligencia y rectitud de miras. No, no debe de resultar sencilla la decisión final entre la serie de nombres que han tenido sobre la mesa de los que era preciso extraer uno solo.

El público tiene derecho a pensar en las posibles equivocaciones.

(Pienso, al escribir estas líneas, que el año pasado estuvo el mío encima de esa misma mesa y por eso me resulta difícil seguir adelante tratando de olvidar su generosa designación al alzarle entonces entre los demás en decisión final. Gracias otra vez)

  Dejando aparte la determinación que precedió a la de este año, quiero fijarme ahora brevemente en el nombre de Antonio Resines, a quien con satisfacción pasaré el testigo en el oportuno acto.

"Soy actor por casualidad" comenta él en una reciente entrevista. Y añade: "Lo que quería era producir películas, porque dirigirlas me parecía demasiado difícil". Por estas declaraciones a que aludo, nos enteramos de que cuando se trasladó a residir en Madrid, llevado allí por su padre con el resto de la familia, ya tenía en mente el posible camino del cine. Inició sus estudios en la Facultad de Imagen que alternaba con otras actividades más prosaicas como recadero en una constructora. Nos cuenta también de su primera intervención en un corto que rodaba su compañero de la facultad, Oscar Ladoiro. No era cómoda para un principiante la escena en la que participó, pues se trataba de "dar un guantazo a una chica", pero por algo se empieza. Siguieron más cortos, películas, estancia profesional en Estados Unidos. "Y luego la vida, que me ha ido convirtiendo en un profesional".

Precisamente se está hablando de Resines en estos días para la concesión del Premio Goya por su intervención como actor principal en la película "Carreteras secundarias". En su pueblo esperamos muy ilusionados que se confirme esta distinción.

Como puede entender el lector, los de "Quercus" han fijado, para ese Senado local que pretenden, que su composición se mueva en todas las direcciones profesionales y en el mundo del recinto local y en el de la diáspora, lo que le concederá la oportuna diversidad.

Saludos y enhorabuena Antonio Resines de

Aurelio G. Cantalapiedra
Cronista Oficial de la Ciudad


Publicado en: El Diario Montañes, 11 de Enero de 1998







domingo, 17 de diciembre de 2023

PRESENTACIONES DE PEÑA LABRA EN 1973

Hace cincuenta años que Aurelio García Cantalapiedra escribió estos dos textos para la presentación de números de Peña labra.

PRESENTACIÓN DEL Nº 7 DE PEÑA LABRA


El “Aula Poética” de PEÑA LABRA les ha convocado hoy por dos motivos. Por un lado, como ya es habitual, para ofrecerles la presentación de nuestra publicación, que hoy corresponde al número siete, y por otro, y esta es la vertiente más importante, para que, reunidos todos aquí, dediquemos un recuerdo cariñoso y lleno de admiración a quien fue maestro de periodistas y gran poeta, José del Río Sainz, nuestro “Pick”.

El que hoy dediquemos este acto a Pick, obedece a que entre las páginas del número de PEÑA LABRA que les presentamos, encontrarán Vds. una breve antología de sus versos y tres inteligentes trabajos sobre su persona y sobre su obra.

Pick, el viejo Pick de la cachimba siempre humeante, la ropa llena de ceniza y los bolsillos repletos de periódicos, no puede ser olvidado por los montañeses de su generación, ni por los que, como yo, que, aun cuando llegamos con retraso al banquete de su amistad, pudimos comprobar la gran humanidad que le trascendía. En este barco nuevo que es PEÑA LABRA, no podía faltar el viejo marinero y sus poemas, como no podrá faltar, en su día, el otro lobo de mar de los versos salobres que fue Jesús Cancio.

         En un caserío cercano a Torrelavega, se conserva grabado en una piedra, un breve verso de Pick, en el que el poeta dejó muestra de unas horas de su vida y que yo quiero traer hoy aquí como homenaje de mi pueblo, de quien él se ocupó en numerosas ocasiones en sus escritos.

¡Noche! El caserío aislado,

unos amigos, la cena;

tan sólo el silencio suena

y con qué ruido sagrado.

         La lectura de este poema de ocasión, aun dentro de su brevedad y de ser circunstancial, dice bastante del hombre que fue José del Rio. En él queda constancia de una noche de cena, de amigos, -fundamentalmente de amigos-, en la que su espíritu abierto y generoso, de hombre de mar, gozaba y se entregaba sin reservas a las horas sin límite de la noche y de la amistad.

Pero he de cortar estas notas y dejar en el aire todas las resonancias que su recuerdo nos traen, porque nos espera la lectura de una página de esta entrega de PEÑA LABRA; página dedicada precisamente a nuestro poeta, escrita por una de las personas que mejor le conoció y que recogió de sus labios, en largas conversaciones marineras, confidencias y noticias de primera mano. Me refiero al Ilmo., Sr. Presidente de la Diputación y de la Institución Cultural de Cantabria, don Rafael González Echegaray, que ha tenido la gentileza, no solo de enviarnos una bella colaboración para este número, sino de aceptar nuestra invitación para unirse al recuerdo de Pick. Ha sido una pena que, a última hora, razones importantes derivadas de su cargo, le hayan obligado a salir para Madrid, privándole de estar en este momento con nosotros, como era su deseo, para leer personalmente su trabajo. Por delegación expresa lo hará en su nombre don Miguel Ángel García Guinea, Director de la Institución.

Las veinticinco horas que tiene que dedicar el Sr. Echegaray todos los días a sus labores oficiales, nos han privado de un estudio suyo más amplio, pero verán Vds. que su corto parlamente, queda altamente compensado por la calidad que encierra.

 
20 de mayo de 1973

Inédito. En nota manuscrita se lee “No fue leído. En base de ello improvisé un comentario.

PRESENTACIÓN DEL Nº 8 DE PEÑA LABRA

 


PEÑA LABRA recuerda hoy, jubilosa, con un número especial, la existencia de PROEL, la revista montañesa que sacó de su letargo a nuestra cultura local de los años cuarenta.

Cuando apareció PROEL, solamente a cinco años vista del final de la guerra civil, Santander no era una excepción a la regla general que cubría a toda España, y las actividades intelectuales marchaban en un forzado ralentí. Nosotros, además, nos habíamos permitido el lujo de añadir a las tremendas consecuencias de la guerra, el fuego de 1941 que se llevó en unas horas bibliotecas, cuadros y documentos y con ellos el ánimo de sus propietarios, añadiendo una nueva desolación cultural sobre la que arrastrábamos. El edificio del Ateneo, entidad que entonces polarizaba las labores de este tipo, también sufrió desperfectos que redujeron su mermada marcha.

La cordillera impresionante de la guerra, parte en dos el curso de nuestro siglo XX. Todos los intentos que se han hecho en cualquier aspecto de la vida humana, para tratar de soldar un camino iniciado después de la conflagración, con lo que se ha creído que pudiera ser su antecesor en julio de 1936, lo han sido en vano. La poesía montañesa no podía ser una excepción y como la de todas las regiones españolas, dejó de existir para dar paso a una realidad distinta escrita en el inmenso y duro papel del conflicto. Acaso, allá en el trasfondo latía la rima, pero soterrada; a veces enmudecida por presiones extrañas. A veces, también, el romance, el tradicional romance que siempre surge en estas circunstancias, canta las hazañas bélicas de uno y otro bando, y la gloriosa épica se exalta ante las gestas de los combatientes, pero todo es nuevo, nacido de la ocasión, sin conexión con lo que había quedado detenido en el camino.

Nuestra poesía tuvo felizmente su PROEL. Llega en 1944 y con él se enciende una saludable polémica que iba a servir de revulsivo a la ciudad. Todos recordamos los artículos de Polibio sacudiendo sañudamente a los mozalbetes que crearon la revista y las contestaciones de éstos. PROEL siguió adelante; rebasó la incomprensión de muchos y se afianzó. Con su revista cubrió una etapa que va de abril de 1944 al verano de 1950, etapa que completó con las actividades culturales del barracón de la plaza de Velarde y su colección de libros. Con ello salvó a Santander de la indigencia cultural. Santander, gracias a PROEL tenía ya algo que decir en el mundo intelectual de España y fue acicate para otras meritorias empresas locales del mismo tipo que vinieron después.

***

Antes de ceder la palabra a José Hierro para escuchar esa conferencia que todos esperamos con tanto interés, quiero hacer público mi reconocimiento a Pablo Beltrán de Heredia, sin cuya generosa y eficacísima colaboración no hubiera sido posible este número de PEÑA LABRA.

         Y a ti, Pedro Cantolla, muchas gracias por la difícil y meritoria labor que realizaste en los años cuarenta al frente de PROEL, a la que todos debemos todo.

Cámara de Comercio de Santander , 25 de mayo de 1973



 

 


domingo, 10 de diciembre de 2023

En la exposición de Sobrado

 

En la exposición de Sobrado

(Impresión Primera de un visitante)

  

         Si nos atreviésemos a dar un consejo a los visitantes de la exposición de Pedro Sobrado, podría ser el siguiente: deja en la puerta todo lo que sabes de pintura y entra con los ojos y la inteligencia virgen. El goce artís­tico que reportará la obra expuesta se multiplicará hasta magnitudes infinitas. El dibujo, el color, la sobriedad del color, el lirismo del dibujo, sobre todo, se adueñan de la retina del visitante. En el arco tenso que son los cuadros de Sobrado, podremos entonces también nosotros colocar nuestra flecha y dejarla volar hasta donde quiera el artista. Es el momento en que la creación cumple su fin. El contemplador se siente arrebatado por lo contemplado; sin esfuerzo alcanza el goce total. El artista empieza a hablamos desde su mundo. Bajo las líneas blancas, repetidas en forma maestra, empezamos a adivinar todo el dolor que guardan y nos damos cuenta de que se ha buscado adrede el blanco pata tratar de dominar la tristeza que encierran. El artista pretende engañarnos; quizá engañarse a sí mismo, buscar con el blanco el efecto contrario al negro, pero su blanco es transparente, luminoso, de horas y horas de lucha. de horas y horas de esperanza, que aquí se nos antoja ya alcanzada. Pedro Sobrado está ya en su gloria.

 

         Visitante: sigue nuestro consejo. Olvida lo que has visto hasta ahora y entra con el alma limpia. El dibujo te sorprenderá; el color te sorprenderá. Todo en esta exposición te sorprenderá.

 

         Como final, un secreto arrancado a los cuadros; no lo olvides, pero no lo cuentes: tras tanta emoción contenida en cada uno, hay un alma femenina que sostiene el arco para que el seguro arquero lance su flecha: Edwige, la mujer del pintor.

 


 

Publicado en:

El diario Alerta, el 4 de agosto de 1973

 

Incluido en los libros:

 

Torrelavega. Érase una vez el arte… los artistas y el mundo que les rodea. Editado por el Ayuntamiento de Torrelavega, 1999

 

Torrelavega de Historia, Literatura y Arte

Editado por el Ayuntamiento de Torrelavega, 2006


 

 

 

domingo, 3 de diciembre de 2023

INICIACIÓN A LA POESÍA ACTUAL. LAS REVISTAS DE POESÍA DE LA POSGUERRA

 

INICIACIÓN A LA POESÍA ACTUAL

 

            Quiero que mis primeras palabras en este Centro, sean ante todo, de agradecimiento, tanto a los profesores, como a Vds. los alumnos, por depararme la ocasión de ocupar este estrado.

 

            También quiero decir enseguida, para su tranquilidad, que voy a ser breve en mi exposición. Pero me gustaría que a esta brevedad correspondieran Vds. dando la oportunidad de que mi lección, al final, se prolongara con un pequeño coloquio entre Vds. y yo, que no sería entre profesor y alumnos, sino entre compañeros de estudio. Consideren para ello que yo estoy sentado aquí y no ahí, entre Vds., única y exclusivamente porque tengo algunos años de edad más; bastantes más, claro, pero nada más que por esa razón. Si piensan así, que solo nos separan los años, confío en que el diálogo que podamos establecer cuando yo termine, será fácil. Cualquier duda que les surja a lo largo de mis palabras o ampliación que quisieran a las mismas tomen nota de ello y al final yo trataría de aclarársela, si me es posible.

 

            Por otra parte, también quiero decirles que la lección que voy a explicar se va a salir un poco de lo que es normal en los libros de texto, ya que si bien voy a hablarles de la poesía española actual, lo voy a hacer sobre una pequeña parcela de esta poesía, muy y concreta. Va a ser algo así como esa letra menuda que suele aparecer en algunos libros de texto y que solamente la leen los “empollones”, pues los demás con aprenderse lo que exigen los programas ya tienen bastante y creo que llevan razón.

 

***

 

            Vamos, en primer lugar, a definir lo que entendemos por “poesía actual”, a limitarlo en el tiempo.

 

Notas manuscritas

B - Diccionario de la Academia

Actual = presente

Contemporáneo = Lo que tiene que ver con nosotros

Ejemplo A - Contemporáneos

- Cristianismo

- Goya

- Quevedo

 

- A qué llamamos “Poesía actual” (presente) y a qué “Poesía contemporánea” (muletilla) (Medio siglo de oro) (B)

            Poesía contemporánea: Generación del 98

                                                  Generación del 27

                                                  Generación del 36

                                                   Generación de posguerra (Quinta del 42)

            Esta última es la poesía actual, a la que podríamos añadir la "generación de los “novísimos” y aún la de los “neonovísimos”, pero la realidad es que todavía no nos hemos puesto de acuerdo para saber a quienes podemos adjudicar estos nombres.

 

-       Pensar que lo de “poesía contemporánea” según lo anterior, solamente vale para el estudiante de hoy. Para la próxima generación, los hombres del 98 se les habrán quedado ya atrás en el tiempo.

-       Lo “contemporáneo” es lo de “nuestro tiempo”, lo del tiempo de cada uno; no es más que una clasificación escolar para irnos entendiendo, como cuando se divide a la historia en Antigua, Media,  Moderna y Contemporánea. Pero también se puede llamar “contemporáneo” a aquellos hecho o ideas que tengan alguna incidencia sobre el mundo hoy. Ejemplo A

-       Vamos a referirnos, como “poesía actual", por lo tanto, a la generación de posguerra, y dentro de esta; a la pequeña parcela de los años de su inicio.

-       Se trata pues, de la poesía que se produce y de desarrolla en los año cuarenta, que por los momentos en que se origina está llena de interés humano.

-       Poco después de cesar los cañones en los frentes de combate, se produce un hecho singular para la poesía. Se trata de la aparición de una serie de revistas poéticas que serían la base de despegue de la nueva poesía.

-       Este es el tema que hemos escogido para esta iniciación a la poesía.

 

***

 

            El interés que se ha venido demostrando últimamente por estas revistas, es una prueba concluyente de la importancia que tuvieron para nuestra literatura poética surgida en aquellos años. Espadaña y Garcilaso, y en tono menor que estas las demás revistas publicadas entonces, han ocasionado ya una bibliografía relativamente abundante, e incluso han sido desmenuzadas en su entorno  y en su intención, por sendas tesis universitarias. Que en la década española de los cuarenta, erizada de dificultades de todo genero, se diera esta floración poética, es un hecho que no podía pasar desapercibido para los estudiosos de estos temas; no solamente por el hecho en si, sino también porque las páginas de estas revistas dieron cobijo a las primeras creaciones de jóvenes poetas que después han significado algo en nuestra literatura. No pienso, al decir esto, que sin esas revistas los poetas auténticos se hubieran ahogado en si mismos, ya que el demonio de la poesía hubiera brotado siempre, pero es indudable que ellas fueron un aliento magnífico y un medio de intercomunicación importante y necesario. No podemos imaginar poéticamente los años cuarenta sin estas publicaciones, que agilizaron la relación de unos poetas con otros y crearon auténticos grupos de expresión que con un denominador común, impusieron en cierta gente, una manera de hacer y de entender la poesía. Un testigo de aquel momento, Rafael Santos Torroella, dejó escrito entonces: “Muy expresivo del ambiente de nuestro tiempo resulta esa incesante aparición de revistas juveniles que parece justificarse en razón a una urgente necesidad de renovar formas y contenidos caducos ya”.

 

            Por muy definitivos que fueran algunos de los libros que aparecieron esos años (y me estoy acordando ahora de Sombra de Paraíso, de Vicente Aleixandre; de Alondra de Verdad de Gerardo Diego; de Hijos de la Ira, de Dámaso Alonso), por si solos no hubieran sido suficientes para dar lugar al relanzamiento de nuestra poesía con la fuerza que se produjo. Por otra parte y en sentido opuesto, puede ser que hubieran maniatado excesivamente, con su avasallador influencia, a los jóvenes poetas. No hay que olvidar que estos libros marcaron a muchos; Sombra del Paraíso, por ejemplo, fue una aplastante y bella manera de decir y de hacer poesía. Su creador se convirtió en maestro indiscutible, pero su influencia hubiera sido notablemente más amplia si las diversas revistas de poesía no hubieran actuado de amortiguador. El libro de Vicente Aleixandre, traía un aliento tan poderoso que hubiera inundado la poesía de España de “aleixandrismo”, como en parte lo logró. La proyección de Sombra del paraíso resultó benéfica en aquel momento; fue una gran lección de un gran maestro, pero la creación no puede estar maniatada en ningún sentido.

 

            Los libros de Gerardo Diego y Dámaso Alonso que he citado, hubieran contribuido a amainar la presión del de Aleixandre, pero lo que realmente contribuyó a diversificar la poesía española, a que se hicieran intentos de originalidad y a que se buscaran caminos personales, fue la competencia impuesta por las revistas de poesía. Tengamos en cuenta, además, que no era fácil para los poetas que empezaban, publicar sus libros de versos. Las editoriales no se arriesgaban económicamente a lanzar poetas desconocidos. En unas declaraciones de la época, hechas por un prestigioso editor de Madrid, se confirmaba esta situación de que hablo “El libro de poesía -decía- está hoy en un periodo difícil. La demanda es muy pequeña por lo que respeta a los autores noveles.” Posiblemente se este un problema de todas las épocas, por lo que se refiere a la poesía y más a la poesía primera de un autor, pero en aquella ocasión el problema se tenía que presentar más agudo por obvias razones. Las revistas fueron la solución para dar salida a la producción poética que iba surgiendo en forma abundante, por todos los rincones de España.

 

***

 

            En el número doce de La Estafeta Literaria, de fecha 10 de septiembre de 1.944, apareció una historia de parte de estas revistas de poesía que veían la luz en aquel momento, escrita por colaboradores de las propias revistas. Salió bajo el profético título de “He aquí a la literatura de mañana” y constituye un vivo documento para la iniciaci6n del estudio de esta época de la literatura. Digamos de paso, que La Estafeta Literaria, llevó a cabo una labor divulgadora de nuestra poesía muy oportuna y resulta imprescindible la lectura de los 40 números que publicó en primera época para tener cabal conocimiento de lo que pasaba y de lo que se hacia en este terreno y a ella hemos de volver a lo largo de estas notas. En el numero doce que he citado, se planteaba ya la pregunta de “que dirá la historia de nuestra poesía actual”. Y afirmaba a continuación: “Si difícil es profetizarlo, no lo es tanto prever que bien pudieran considerar este periodo los futuros profesores de literatura, como uno de los más fecundos en tentativas y experimentos poéticos.” Fijarse que hablan de tentativas y experimentos poéticos que se iban encauzando por las revistas

sin transformarse precisamente en libros.

 

            El feroz traumatismo de la guerra de España, aun cuando había paralizado las publicaciones poéticas, fue, por otro lado, inspiración de algunas obras. Así mientras transcurren los terribles años de 1936 a 1939, con las dificultades que vivíamos, pero con la fuerza y pasión que llevaron en su entraña, se alza una poesía épica, propia del momento, de la que surgen unos pocos libros de gran altura, como España en el corazón, de Pablo Neruda; De un momento a otro, de Alberti; Poesía en armas, de Dionisio Ridruejo; Viento del pueblo, de Miguel Hernández; Llanto en la sangre, de Emilio Prado; España aparta de mi este cáliz, de Cesar Vallejo;… etc. Todos estos hombres habían vivido físicamente el trauma de la guerra civil. El crítico, Félix Grande dice de este momento: “Con la guerra civil, la dialéctica de la lírica española queda interrumpida. 1936 hace que nuestra poesía titubee y finalmente desaparezca por unos años la gran energía que había venido conquistando.” Aun cuando parece que existe una contradicción entre esta frase que he copiado de Félix Grande y lo que he asegurado hace un momento sobre la publicación de algunos libros de altura durante la guerra, no hay tal contradicción. Vean Vds. que los libros que he citado, son cimas que emergen solas en la gran extensión de España, donde no hay sitio, todavía, para que se produzca, o se reproduzca, el alud poético que vivíamos antes de la contienda, que, precisamente, se estaba gestando en aquella hora en las más jóvenes voces del país.

 

            Resumamos un breve esquema el terreno en que se movió la poesía de los años cuarenta:

 

Primero: 1936 a 1939

Época de la guerra a la que me he referido brevemente y de la que he citado los libros más importantes surgidos en ella.

Segundo: 1939 a 1942

En el que aparecen tímidamente algunas revistas de poesía, casi todas de vida muy efímera y dos libros importantes.

Tercero; 1942 a 1950

En que se centra el gran salto hacia adelante de nuestra poesía representado por el año 1944.

 

            Veamos estos dos últimos periodos que son los que a nuestros efectos nos interesan.

 

            Quizás el primer intento de agrupar a los poetas que publicaban entonces, fue el del suplemento SI del diario Arriba, que apareció el 19 de abril de 1942. Adolece, como es natural, de que la nómina que reúne esta mediatizada por unos condicionados que dejan fuera de ella nombres de los que normalmente no se hubiera podido prescindir Así, Arriba, en una especie de número uno y último de una revista poética (como tantas otras), presenta al público una serie de poetas que por lo menos tiene el indudable interés de permitirnos conocer lo que hacían entonces estos poetas escogidos por ellos. “Pretendemos ofrecer -decía el editorial del suplemento-, un panorama literario lo más completo posible del tiempo que aproximadamente brota de nuestra guerra.” Siguen poemas de Manuel Machado, que abre el número con un soneto publicado a toda página, con todos los honores; y en páginas sucesivas van Juan y Leopoldo Panero, Castroviejo, Alfaro, Ildefonso Manuel Gil, Luis Felipe Vivanco, Ramón de Garciasol, Agustín de Foxá, Federico Muelas, Pedro Pérez-Clotet, Luis Rosales, Josefina de la Torre, Dionisio Ridruejo, Ignacio Agustí, José García Nieto, Alfonso Moreno y otros poetas menores. La selección está marcada, en cuanto a la casi totalidad de los nombres, por una orientación determinada. Dejamos aquí en el aire, para recogerlo un poco mas adelante, la ausencia de Gerardo Diego en esta lista de poetas.

 

            La explicación de los poemas seleccionados, del criterio con que se hizo esta selección, podemos encontrarla en otro párrafo del artículo editorial que presidía esta publicación. Al aludir al tipo de poesía que se ve mía que se venía haciendo en España después de la guerra, dice: “Representa el paso de la llamada poesía pura a la que pudiéramos denominar poesía viva. Hoy vuelve a buscarse en el campo de la experiencia vital, en el conocimiento que deja el acontecer sobre la sangre, lo que antes se espigaba en una pura actividad del intelecto o del ingenio. La poesía no se construye sobre ideas ni sobre programas o banderías estéticas, sino sobre experiencias”.

 

            Creo en este primer intento de poesía en tono mayor, fracasó. Pero no fracasó por la falta de experiencia vital en sus autores, que desdichadamente fue mucha; creo que fracasó porque los hombres que la podían representar entonces, según el criterio del periódico que intentó el agrupamiento, no podían responder, como poetas, al llamamiento y a su alto contenido. Habría que descartar, posiblemente, el esfuerzo de Dionisio Ridruejo, representado en esta ocasión por un largo poema titulado “A España ante la perra del mundo”, fechado en un hospital de Alemania, de indudable aliento épico, así como su libro citado, Poesía en armas que es quizá el único que se puede tener en cuenta al ahora te contabilizar los libros de poemas de este tipo y de estos años, desde el llamado, con terminología de guerra, “lado nacional”.

 

            El soneto, que habría de adquirir inmediatamente, con la revista Garcilaso, su máximo auge, no está muy representado todavía en esta colección de poemas dada por Arriba; por lo menos no lo está tanto como pudiera esperarse y esto es un matiz que se escapa de este comentario que queremos hacer hoy, pero al que sería muy interesante seguir su pista. De un total de 65 composiciones, son sonetos solamente catorce.

 

            Es en el mismo año 1942 en que se publica el suplemento del diario madrileño, tiene José Luis Hidalgo preparado para la imprenta su libro Raíz. Cito esta circunstancia, para recoger, como testimonio un párrafo de una carta que Hidalgo me escribió el 12 de noviembre de ese año, en la que hace alusión a la situación poética de nuestro país: “Mi libro –dice-, se titula Raíz; es una selección de todos mis poemas. Me han comunicado de Madrid ayer que ya ha sido aprobado por la censura. Yo no tenía intención de publicarlo, pues ahora es lo mismo que tirar piedras a un pozo vacío”. Así veía en un testigo el momento el panorama poético. El año 1942 verdaderamente que era a estos efectos un pozo vacío. A poco más de tres años de acabada la guerra civil, los españoles vivíamos en un clima en el que parece que no podía haber sitio para la poesía. Sólo dos libros de verdadero interés pueden destacarse en el periodo inicial de la posguerra que va desde 1939 a 1942. Me refiero a Ángeles de Compostela, de Gerardo Diego, publicado en 1940 y Alondra de verdad, del mismo autor, que apareció en 1941. Recuerden cuantos conocen estos libros, como su autor sobrevolaba con ellos las circunstancias que nos rodeaban; los poemas que los componen son, en su concepción inicial, anteriores a la guerra y el poeta los hizo saltar por encima de la gran cordillera que supuso la contienda entre españoles.

 

            Volviendo al párrafo anterior en el que acusaba la ausencia de Gerardo Diego en la antología que presentó al público el diario Arriba, podemos pensar que los hombres que hicieron aquella colección clasificaron estos poemas entre el grupo de los de “una pura actividad del intelecto y del ingenie” y puede ser que esta sea la razón por la cual su autor no estaba representado en la selección que he comentado.

 

            En este mundo de 1942, la poesía española está derramada en varios frentes. Por un lado, la fracción más importante de los hombres que habían publicado poesía antes de 1936, ha marchado al exilio. De este grupo de cabeza habían quedado en nuestro país Gerardo Diego, Vicente Aleixandre y Dámaso Alonso; de los tres, únicamente Dámaso Alonso publicaría un libro en 1944, en el que sea habría de reflejar de alguna manera el “acontecer sobre la sangre”. Aludo a Hijos de la ira, del que años más tarde se pudo decir que en él están muchos de los antecedentes, muchas de las causas que justificaron la llamada poesía social, el tremendismo y la dramatización de los problemas del hombre como individuo y como colectividad.

 

            Cuando en 1944 La estafeta literaria nos da su número doce con la información a que he aludido al principio, se asoma a sus páginas las siguientes revistas: Cauces, de Jerez de la Frontera; Corcel, de Valencia; Garcilaso, de Madrid; Intimidad poética, Tabarca y Sigüenza, de Alicante; Proel, de Santander; Espadaña, de León; Entregas de poesía, de Barcelona y Lazarillo, de Salamanca. No son todas no son todas las que salían aquel año, pero entre ellas están las que han tenido mayor resonancia.

 

            El año 1944 que logra reunir en este interesantísimo grupo de revistas, es una fecha trascendental para toda la andadura poética que había de seguir a esta fecha. Es el año en que Vicente Aleixandre publica Sombra del paraíso y Dámaso Alonso, como he dicho antes, Hijos de la ira. El panorama de este año quedará completo y confirmada nuestra afirmación sobre la importancia de 1944 en este aspecto, si recordamos ese mismo año el propio Dámaso Alonso publica Oscura noticia; Carmen Conde, Pasión del verbo; Victoriano Crémer, Tacto sonoro; Vicente Gaos, su hermoso libro Arcángel de mi noche; Suarez Carreño, Edad del hombre…, todos a impulso de la benemérita colección Adonáis.

 

            Como cada revista de poesía está formada alrededor de un núcleo de hombres con una mayor o menor afinidad poética que, normalmente, contrasta con la de los demás grupos, se produce una saludable competencia, lo que no quita para que exista un transvase de ciertos autores de una publicación a otra, aunque manteniendo sus módulos de expresión. Cada una tiene sus características propias: La de Garcilaso las fija Félix Grande diciendo que “aparece y avanza amamantándose en el retroceso”; Espadaña se define a sí misma en un editorial, diciendo “nacimos proyectados por los hombres y por las cosas -que son vida- y a ella nos reintegramos, quizá entiendo que le debemos parte muy principal de nuestra fuerza creadora”. Entre estas dos posturas se puede situar el credo de las demás.

 

            Podemos ver en la colección de Espadaña cómo esta revista va conseguir, con una nomina de directores y colaboradores muy distintos a la que reunía Arriba en su suplemento, una aproximación a los objetivos que este periódico pretendía al decir que lo que ellos querían ofrecer era el paso de la llamada poesía pura a lo que se podría denominar poesía viva. Claro que Espadaña con muy distintas planteamientos.

 

            Las polémicas en defensa de las propias posturas éticas y estéticas, se sucedieron. En el número cuarenta, Espadaña se siente muy viva aún cuando ya iba cara al final de su existencia, y trata de provocar a las demás en forma airada: “Vivimos una época de luchas tremendas –dicen- de polémicas gesticulares y gritos de desaforados. Y como si fuese un paraíso poblado de evadidos del mundo circundante, el campo de la poesía española no conoce la lucha ni hierve en la polémica”. Creo que el grupo de León exageraba un poco al presentar de este modo el panorama, ya que ellos mismos habían dialogado ya, más o menos bruscamente, desde sus páginas, con los de la revista Verbo por ejemplo. Y por otra parte, olvidaban en aquel momento la encendida lucha que se abrió en 1945, cuando Carlos Edmundo de Ory, Chicharro hijo y Serseni lanzaron el primero y único número de la revista Postismo, donde incluyeron un “manifiesto” con el que trataban de abrir de nuevo las puertas de un cierto surrealismo.

 

            Esta polémica que buscaban constantemente los de Espadaña, ya aparecía encendida en La estafeta literaria.

 

            En diversos momentos podemos ver en esta publicación, cómo es sacudida la poesía desde todos los rincones. Pedro Caba, el gran luchador, escribió en el número siete del 15 de junio de 1944: “Vivimos malos tiempos para la poesía. Triunfa la retórica, todo frondas y el poeta no escribe con sangre”. Y así, ve una generación en cascada a partir de la promoción de profesores (la generación del 27), después la de los escolásticos de “frígida sonetismo” –dice-, en la que la decadencia, según él, se precipita. Y continúa: “Vivimos malos tiempos para la poesía. Hemos llegado a fuerza de refinar sensaciones y adelgazar la expresión poética, al culto de lo enclenque y flaco”.

 

            El número siguiente de La estafeta, sin apenas dejar reposar este comentario, surge Jesús Juan Garcés (del grupo Garcilaso) en defensa de la poesía que se estaba haciendo en esos días: “Vivimos buenos tiempos para la poesía”, escribe contradiciendo el artículo de Caba y copiando la forma de una de sus frases. “Estamos en pleno renacimiento –continúa- Los poemas son cada día más perfectos y hablan con sencillez meridiana, porque en la sencillez está la verdad.

 

            ¡Qué importante fue para la poesía de los años cuarenta, este ambiente que ayudó a depurar los conceptos y la forma, en muchas ocasiones! Para cerrar estas notas últimas relativas a la toma de posiciones de las revistas especializadas y dar con ellas una síntesis del momento por el cual atravesaba la joven poesía que empezaba publicarse, recojo a continuación la opinión de dos poetas mayores, Gerardo Digo y Vicente Aleixandre, que aparecieron en un número extraordinario de La estafeta literaria correspondiente a los primeros de 1946 y que fue el último de esta publicación. Les habían preguntado, en una amplia encuesta, si se podía hablar ya de que hubiera surgido un movimiento poético con personalidad propia y líneas definidas, después de nuestra guerra civil. Gerardo Diego respondió: “Se va personalizando y definiendo. Aún es pronto para dibujarlo con exactitud”. Aleixandre, más cáustico, contestó: “Quizá nunca se haya escrito tantos versos como ahora y quizá nunca tan parecidos entre si”. Son dos contestaciones que sería preciso matizarlas por nuestra parte, pero no tenemos tiempo para ello, aun cuando nos parece que con su lectura ya se puede deducir bastante.

 

            Las afirmaciones rotundas de Pedro Caba que he leído anteriormente y la polémica que sumariamente he comentado, tuvo lugar, precisamente, en ese año 1944, en el que, como hemos visto, se iba a producir el gran despegue de la poesía española de posguerra

 

***

 

NOTA MANUSCRITA

 

Resumen: creo que

Quedan claras dos ideas:

1ª La poesía de posguerra debe una parte importante a su desarrollo, a las revistas de la época.

2ª Que el año 1944 fue una fecha clave en este desarrollo

Resaltar dos títulos fundamentales:

Hijos de la ira, Dámaso Alonso, Poesía social

Sombra del Paraíso, Vicente Aleixander, poesía sensual, metafísica moderna

Que señalarán los dos grandes caminos por los que discurrirá después nuestra poesía.

 


NOTAS PARA UN ESTUDIO DE LAS

REVISTAS DE POESÍA DE LA POSGUERRA

 

  

            Sobre este mosaico que he expuesto ante Vds. del mundo poético de la década de los cuarenta, forzosamente breve y quizá un poco desdibujado por la complejidad del tema, veamos, como final, en forma también resumida, algunos aspectos de las más significativas revistas citadas por La Estafeta Literaria, que creo que nos puede proporcionar una visión más completa de la si uación.

 

* * *

 

            Debiera de empezar por el comentario de la revista valenciana Corcel, ya que fue la primera en el tiempo, pero les hago gracia de ello porque el número de PEÑA LABRA que hoy les presentamos, como les he dicho al principio, está dedicado al estudio de esta revista, y las firmas que han colaborado en el, les van a proporcionar una información más amplia y sugestiva que la que yo pueda ofrecerles. Veamos entonces, para comenzar, la revista Garcilaso, que publicó su primer número en mayo de 1943.

 

            Desde el primer momento, esta revista fue objeto de duros ataques, desde todas las direcciones poéticas, cosa que pensó que resultó sana para los propios colaboradores de la revista. Eugenio de Nora (cofundador más tarde de Espadaña), escribió en la revista Cisneros, que se editaba en el Colegio Mayor de este nombre, en Madrid, que los sonetos que publicaban los garcilasistas eran puro virtuosismo, y ya sabemos con que intención era empleado este termino, y no vaciló Nora en llamar a la poesía que aparecía en Garcilaso, engolada, sin sangre, presumida, de mal gusto. José María de Cossío también, al hacer alusión a lo de “Juventud Creadora”, como se subtitulaba Garcilaso, comentó: “Lo de creadores déjense de llamárselo y esperen confiados a que se lo llamemos nosotros.” En

El Español se publicó entonces un artículo en el que al referirse a Garcilaso decían que lo que se nos venía encima con estos versos era peor que un neorromanticísmo, era la cursilería integral.

 

            Es muy difícil encontrar una publicación de este género, que haya tenido que aguantar mayor cantidad de agrias censuras. Contra esta avalancha se defendieron, en cuanto pudieron, sus colaboradores y José García Nieto, director de la revista, escribió un día con serenidad y elegancia: “Tiempo al tiempo, por favor.”

 

            ¿Por qué esta irritación tan violenta? Creo que la orientación que la dio su director al proyectarla, pecó de una excesiva devoción hacia un libro que había influido sobremanera en él. Me refiero a Abril, de Luis Rosales. El acento de este libro, la perfección formal, la elegancia de la expresión, todo parece haberse pasado con armas y bagajes a Garcilaso, pero sin la altura y la belleza poética del libro de Rosales, lo que dio lugar a un empalago provocado por tanto soneto, que se tradujo en un cansancio natural y en una reacción lenta, pero firme, hacia la poesía que “fluía del acontecer de la sangre”, en frase que he copiado repetidamente.

 

            Nuestro crítico literario, Leopoldo Rodríguez Alcalde, en su libro Vida y sentido de la poesía actual, ha visto así el “fenómeno” Garcilaso: “… los colaboradores de Garcilaso poseían casi siempre una pulcritud formal de primer orden, y pocas veces alcanzó mayor altura el pulimento y cincelado de las estrofas; pero la íntima calidad lírica se deslía en el tierno brillo de unos poemas bruñidos, tallados por exigentísimos buriles.”

 

            De Proel, otra de las revistas comentadas en La Estafeta en el trabajo a que aludí al principio, poco puedo decirles a muchos de Vds. pues la conocieron como yo. Fue una revista que realmente nació sin un criterio de grupo definido. Se trataba de hacer una revista de poesía, sin más ni menos pretensiones, que por el entusiasmo que pusieron su fundador, Joaquín Reguera Sevilla, su director, Pedro Cantolla y los más cercanos colaboradores, pronto se les marchó de las manos hasta llegar a convertirse en un cuaderno en el que dieron cabida a la pintura, al teatro, a la crítica literaria y al arte en general, terminando la aventura en un esplendido volumen, número extraordinario sobre el arte abstracto, que causó la ruina económica definitiva.

 

            El reaccionarismo artístico local concedió a este grupo carta de ciudadanía de vanguardia y les empujó en esta línea. Realmente Proel no llegó a crear un estado de opinión, como lo conseguirían Garcilaso y Espadaña. Y esto no se puede achacar a la dependencia económica a que estaba sujeta la revista, como podría pensarse, ya que tanto su fundador, como el director, fueron hombres de un abierto liberalismo sin cortapisas de ningún género.

 

            Confío en que en el mes de agosto próximo podamos presentar a Vds. un número monográfico dedicado a Proel, que está actualmente en preparación y que les proporcionará una visión amplia sobre la revista santanderina de los años cuarenta.

 

            Espadaña, la revista de Nora, Crémer y Lama, ha sido posiblemente la que más estudios importantes ha provocado hasta el momento. El primer número apareció en mayo de 1944. Como hemos visto en lo que les he leído anteriormente, nació con una intención polémica decidida. Crémer escribió en uno de sus números: “Va a ser necesario gritar nuestro verso actual contra las cuatro paredes o contra los catorce barrotes soneteriles con que jóvenes tan viejos como el mundo, pretenden cercarle, estrangularle”. Espadaña se presenta, desde el primer memento, como una “contestación” a Garcilaso. Pero Espadaña, como podría parecer por lo que llevamos dicho sobre ella, no llega hasta la poesía social que se iba a imponer unos años más tarde; “se queda en un plano teórico dentro de una línea de corte clásico”, dice en frase acertada Víctor de la Concha, postura que Gabriel Celaya les echaría en cara, escribiendo que la realidad es maravillosa, aunque sea impura, brutal y hasta sucia. Esto no quita para que Crémer, ya en el número 46 (el último fue el 48), proclamara su deseo de que la poesía de ellos fuera recogida por el pueblo.

 

            Espadaña fue una revista que ejerció en forma contundente y seria la crítica, con provecho notable para la poesía de aquellos días. Aun cuando en una ocasión la calificarán de órgano del tremendismo poético, hoy, con la perspectiva de los años y el desarrollo sufrido por nuestra poesía, nos parece que lo fue más en la forma que en el fondo.

 

            Entregas de poesía, nació en Barcelona en enero de 1944, al cuidado de Juan Ramón Masoliver, Fernando Gutiérrez y Diego Navarro. La circunstancia de tener su residencia en la capital catalana, la proporcionó un carácter más cosmopolita que a las demás. La proximidad a Francia ha concedido siempre a Cataluña la primacía como ventana cultural de España, abierta hacia la Europa que queda tras de los Pirineos y la revista Entregas de poesía respondió a esta circunstancia. En su “manifiesto” (llamando así a una hoja de presentación que repartieron a los posibles suscriptores), escribieron que no venían a poner orden ni a arremeter contra los demás grupos. “Nuestro propósito –decían- es brindar material de estudio a los poetas y buena poesía a quienes gustan de las letras”. A pesar de estos propósitos iniciales, también uno de los directores, Fernando Gutiérrez, aprovecha la ocasión que le brinda La Estafeta literaria, al hablar de la historia de su revista, para meterse con Garcilaso, hablando de la tremenda infección del soneto y la décima, a los que califica de fuegos de artificio. “Nuestra guerra primero –comenta-, y luego la de los demás, no permiten ya estas cosas que suenan a falso.”

 

            La preocupación por la poesía que se hacia en el exterior de nuestras fronteras, en Europa, es uno de los signos más destacables de Entregas de poesía. Dedicó una parte importante de sus números a darnos a conocer esta poesía, en una labor meritoria y muy necesaria. Sus trabajos sobre la poesía contemporánea francesa, son de los que hay que contar con ellos cuando se quiere estudiar la poesía del país vecino. En este terreno, no debemos olvidar que Proel editó un volumen de su colección, recogiendo una amplia antología de la poesía francesa, en versión debida al conocimiento y sensibilidad poética de Rodríguez Alcalde y en algunos de sus números se brindaron traducciones acertadas de diversos poetas extranjeros.

 

            No quiero terminar estas notas sobre las revistas de poesía de la posguerra, sin citar una que nos llega muy cerca, aun cuando iniciara su publicación casi ya al final de esta década en que nos hemos movido. Me refiero a La isla de los ratones, que a partir de 1948 publicó Manuel Arce aquí, en Santander, y cuya vida se alargo hasta 1955. La nómina de sus colaboradores es amplia e importante. Junto a nombres ya consagrados o ya conocidos por medio de otras revistas anteriores, aparecieron en ella los de otros que iniciaban entonces su andadura poética. Fue un esfuerzo singular el de Arce con esta revista, que se movió basada exclusivamente en la economía de su director y en la de los suscriptores, que nunca son muchos en este tipo de actividad. Yo tengo el pequeño orgullo de haber sido el suscriptor número uno.

 

            Quizá fuera preciso hacer referencia a alguna otra revista, para proporcionarles a Vds. una visión más completa y además desarrollar ciertos temas que han quedado nada más que apuntados en el curso de esta lectura, pero el tiempo no lo permite. Con lo que queda expuesto se ha dado un repaso breve a lo que fue el mundo poético de la década de los cuarenta en nuestro país y a la importancia que tuvieron en ella, para nuestra literatura, las revistas de poesía.

 


INICIACIÓN A LA POESÍA ACTUAL Conferencia leída en el Instituto Santa Clara de Santander en 1967. Y que fue ampliada posteriormente y leída bajo el título NOTAS PARA UN ESTUDIO DE LAS REVISTAS DE POESÍA DE LA POSGUERRA, en la presentación del nº 6 de Peña Labra el 13 de abril de 1973