domingo, 17 de abril de 2022

CENTENARIO DEL NACIMIENTO DE JOSÉ HIERRO III

 

Alucinaciones en torno a José Hierro

 

Busqué el azul, perdí la juventud..

(Francisco Brines)

 

         En la búsqueda de la plenitud del azul, ¿perdimos la juventud?, ¿no existió el otoño que todo lo madura? Esta hora de quietud y de obligado reposo, me invita a volver a los recuerdos, envuelto en una nostalgia sin remedio.

 

         Años de vino y de rosas, escribí de ellos en otro lugar. Medio siglo después suenan estos años en la memoria con la pasión que les concede el encuentro que querríamos vivo hoy. El azul de la mar inundaba aquellas horas; versos, paseos sin un destino fijado, sin una conversación ordenada, como tampoco lo estaba la existencia por la que transcurríamos inconscientes.

 

         El número de amigos cercanos se acrecentaba. José Hierro, en el centro ya, dominando con su verso y personalidad, con la misma desbocada vitalidad que un día le haría preguntarse a Ricardo Gullón: “¿A dónde corres, Pepe Hierro?”. Era un correr hacia la vida en busca del azul intenso. Horas y días en el estudio del fotógrafo Duomarco, en compañía de José Luis Hidalgo y Jaime Giménez; en interminables tertulias de café; en la casa familiar de la calle Vargas, llena de amigos, en la que en el corazón de todos faltaría pronto la presencia de Doña Esperanza, que ejercía de madre bienamada.

 

         “Piense usted –dijo años más tarde José Hierro- que esto ocurría en torno a la guerra civil española, en un momento en que la poesía andaba total y absolutamente aislada, no pertenecía a la vida real...” Sin embargo, esta era la vida real,  envuelta en sueños y alucinaciones. Con Gerardo Diego como maestro. Y con Juan Ramón Jiménez y con Alberti, que se pueden rastrear en aquellos poetas que les seguían verso a verso.

 

         Y con la realidad de cada día. Estaban callando las armas, pero no todas las angustias, mitigadas por el manto protector de quien podía hacerlo.

 

         De estos años quedó el valioso testimonio de Tierra sin nosotros y Con las piedras, con el viento, libros escritos entonces por Hierro, que vuelve hoy y siempre, con su poesía, para hacer renacer en nosotros las cenizas guardadas en el recuerdo.

 


Publicado en:

El Diario Montañés, 6 de septiembre de 1995

 

 

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