domingo, 10 de abril de 2022

CENTENARIO DEL NACIMIENTO DE JOSÉ HIERRO II

 

Los primeros escritos de José Hierro sobre Arte

 

 


 

En unas declaraciones de José Hierro al periodista Jaime de la Fuente, publicadas en El Diario Montañés, de Santander, el 8 de marzo de 1970, comentaba: "También entonces comencé a interesarme por el arte. Recortaba en Blanco y Negro y en ABC, las crónicas de pintura de Abril, crónicas del año treinta y tantos que yo juzgaba con mis inmaduros doce, quince años". Por este camino del recuerdo, volvía Hierro a su encuentro inicial con el arte. Entre aquella admiración temprana por los escritos de Manuel Abril y la proyección nacional alcanzada después como crítico, hubo de vivir una primera etapa que pasó por el paralelo de la posguerra santanderina.

 

La vida artística de la ciudad, en los años inmediatos a la conclusión de la guerra civil, estaba  tan apagada como en la mayor parte de las capitales españolas. El Ateneo de Santander, cuya sección de artes plásticas dirigía Fernando Calderón y Gómez de Rueda, realizó los esfuerzos posibles entonces para vencer la inercia de unos años tan difíciles. Organizó exposiciones, con la obra de los jóvenes que empezaban a pintar: Agustín Pardo, Fernando Calderón hijo, Miguel Vázquez, Carlos Rincón, Julio de Pablo, el caricaturista Francisco, José Luis Hidalgo... Entre esas exposiciones, intercaló una muestra de la pintura de Agustín Riancho, sorpresa y novedad para la mayoría de los visitantes, y, más tarde, de dos clásicos locales, Flavio San Román y César Abín, más otra de José Gutiérrez Solana... Pero lo cierto es que no se ofreció novedad plástica alguna, cosa que, por otra parte, tampoco ora reclamada por el público, espeso y municipal, que acudía a visitar las exposiciones.

 

Poco más puede decirse de aquellos años que alcanzan hasta algo más de mediada la década de los cuarenta. La Delegación Provincial de la Subsecretaría de Educación Popular se sumó al esfuerzo del Ateneo y habilitó para exposiciones una de las salas de su domicilio, en la primera planta del número 23 del Paseo de Pereda, bajo la dirección, del poeta Julio Maruri. En diciembre de 1946, colgó allí su obra el acuarelista Manuel Liaño; en noviembre de 1947, el pintor valenciana Ricardo Zamorano.

 

En 1944, "y sin saber por qué -según escribiera Gregorio Marañón, refiriéndose a otra época santanderina ya pasada-, una generación de hombres afanosos de saber, llenos de espiritual inquietud, lectores incansables, discutidores de todos los temas...", había hecho su aparición en Santander, agrupados alrededor de la revista Proel. La entusiasta labor emprendida por los jóvenes de este grupo, que contaron desde el primer momento con el apoyo del gobernador civil, Joaquín Reguera Sevilla, y del subjefe provincial del Movimiento, Pedro Gómez Cantolla, produjo un interesante cambio en el ambiente intelectual de la ciudad, que se dividió entre proelistas y antiproelistas. De tal manera, que en 1948 la vida artístico se vio sacudida de forma importante.

 

Puede considerarse, en efecto, esta fecha como la del despegue de Santander en el campo de las artes plásticas, después del periodo oscuro de la guerra civil y del inmediato siguiente. Aquel año fue instalada una sala de exposiciones en el denominado "Palacete del Embarcadero", situado en el muelle, junto a los Jardines de Pereda. Allí se expuso en agosto, una colección de obras de pintores centroeuropeos, bajo el patrocinio de la Subsecretaría de Educación Popular, y, en el mismo mes, el pintor burgalés Modesto Ciruelos presentó una muestra de su pintura, organizada, conjuntamente, por el Ateneo y el grupo de Proel. Con motivo de esta exposición, haría su -aparición José Hierro en la prensa santanderina, al publicar en el diario Alerta, el 4 de setiembre, un comentario a la obra de Ciruelos. Con este artículo se inician sus actividades como crítico de arte.

 

Aquel mismo año de 1948, otro grupo de intelectuales de la ciudad, que se reunía los sábados por la tarde en la sede de uno de los diarios locales, crearon el titulado "Saloncillo de Alerta". La nueva sala fue inaugurada, en setiembre, con una exposición de dibujos y gouaches del artista alemán Mathias Goeritz, a quien se debe la idea de la creación de la "Escuela de Altamira". Con motivo de esta exposición, apareció el día 25 en Alerta el segundo artículo de José Hierro, donde pudieron leerse juicios como este: "Frente al academicismo, nos gusta Goeritz, por lo que a él no le gusta; por lo que tiene de revulsivo.  Frente el hombre culto, al abierto a todo soplo de novedad, nos desagrada, por aquello que a él le atrae: por ser arte en que lo humano ha sido ahogado". Importante lección en esos momentos que estaba viviendo la ciudad en el terreno de las bellas artes.

 

El 8 de diciembre publicaría un nuevo artículo en Alerta, sobre una exposición de Ricardo Zamorano en el "Saloncillo" y el 29 de enero del año siguiente, otro sobre las acuarelas de Manuel Liaño mostradas en el mismo lugar, de quien escribió también la nota aparecida en el catálogo de la exposición.

 

El 25 de junio de 1949, abrió sus puertas la "Casa de Proel", instalada en un "barracón" de la tradicional plaza de Pombo. Las actividades que desarrollaron en su nuevo domicilio los proelistas, desde su inauguración hasta la clausura en el verano de 1.952, representaron un paso más, y notable, en la actividad culturas santanderina. Exposiciones notables (Vázquez Díaz, Pancho Cossío, Arias, Álvaro Delgado, Menchu Gal, Eduardo Vicente,...), conciertos y conferencias de las más destacadas personalidades del país, tuvieron lugar en el barracón. José Hierro fue el cronista fiel y riguroso de las exposiciones, pero, además, fueron suyos los textos de presentación de los artistas en algunos de los espléndidos catálogos.

 

En aquellos últimos años de década de los  40, cuando los medios intelectuales de la ciudad habían alcanzado un nivel cultural apreciable, resaltan de manera singular las reuniones de los miembros de la Escuela de Altamira. Aun cuando se celebraron en Santillana del Mar, su eco llegó hasta la capital de la provincia, donde era ya muy amplio el círculo propicio a los nuevos vientos artísticos que aportaba la Escuela. Los dos encuentros celebrados por los destacados artistas y críticos de arte que integraban la Escuela, tuvieron lugar en los meses de setiembre de 1949 y 1950.

 

Hierro acudió puntualmente a estas reuniones, intervino en un recital poético y tomó parte activa en las discusiones que solían promoverse después de la lectura de cada ponencia. Además, su presencia en la primera semana, le impulsó a escribir un extenso ensayo, aparecido en el número 6, segunda época, de Proel (verano de 1950), con el título "El arte de hace un día". Cuando en el mes de setiembre volvieron a reunirse en Santillana del Mar los miembros de la Escuela de Altamira, el poeta y crítico de arte Luis Felipe Vivanco hizo alusión a ese ensayo, con algunos de cuyos aspectos se mostró en desacuerdo, aunque reconociera el gran interés de su contenido. Años más tarde, en 1973, publicaría Hierro en La Actualidad Española un amplio resumen sobre el desarrollo del arte en España, desde los años siguientes a la terminación de la guerra civil, y en el escribió: "Creo que en la preparación del camino -alude a la renovación del arte en nuestro país- tiene una importancia fundamental la Escuela de Altamira".

 

En los años 1951, 1952 y 1953, en que fijó su residencia en Madrid, se suceden sus colaboraciones en Alerta; pero las relativas a los temas relacionados con el arte son cada vez más espaciadas, como podrá comprobar el lector en la referencia que ofrezco a continuación de tales colaboraciones.

 

 


 

Revista Peña Labra

Nº 43-44 págs. 25 y 26

Primavera-Verano 1982

 

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