jueves, 5 de agosto de 2021

VELADA-HOMENAJE A LA POESÍA MONTAÑESA

                                            VELADA-HOMENAJE A LA POESÍA MONTAÑESA

INTRODUCCIÓN

 

 


 

Cuando un país, como el nuestro, es poseedor de un rico romancero popular, ¿qué de extraño tiene que en las plazas de sus pueblos, en sus palacios, en las fiestas patronales, surja la poesía y los juglares sean invitados a decir al público sus poemas?

 

Cuando, además, estos pueblos tienen la suerte de ser como el vuestro, en el que la poesía canta desde todos los rincones del valle, entonces, la poesía se convierte en hermosa tradición.

 

Vuestros hombres, desde los más lejanos años, sintieron en su entraña la vena lírica. ¿Dónde encontrar más poesía que en aquellos foramontanos que escucharon la llamada del misterio de la llanura castellana? ¿Queréis mayor lirismo que echar a andar para fundar España?. “Aquí empieza esa cosa inmensa e indestructible que llaman España”, escribió Víctor de la Serna, uno de los vuestros. Si, aquí empieza, desde este valle salieron los primeros juglares para extender más allá de las montañas los bellos romances y los recios bailes ancestrales que recrearía después Matilde de la Torre. Entre los foramontanos no pudieron faltar los juglares y ellos cantarían coplas nostálgicas que les recordarían su tierra, en las largas noches de la guerra y en los afanosos días de la paz.

 

Por estos caminos cruzaron aquellos hombres­ poetas hace diez siglos, tejiendo el aire de vuestros romances, que más tarde nuevos foramontanos llevarían a las playas del sur y a las plazas de las Américas.

 

Aquí también, en vuestro valle, se iniciaron los años de infancia de Concha Espina; aquí sus ojos de niña descubrieron la belleza del paisaje, que luego cantó en forma exaltada. Dejadme recordar un soneto de ella de los años juveniles, pero también muy vuestro, que surgió junto a las aguas del rio Saja:

 

Quietas las hojas de las altas ramas

forman dosel de plácida frescura,

a cuyos pies deslizase, y murmura

canción eterna el río que tu amas.

 

En su voz sueño yo que tú me llamas

con entrañable acento de ternura

y ven mis ojos en la linfa pura

gotas del llanto que por mi derramas…

Siempre que en su ribera florecida

miro correr las aguas bulliciosas,

el Saja a tu recuerdo me convida

 

con atracciones dulces y amorosas;

y sus consuelos pago enternecida

sobre su espuma deshojando rosas.

 

A Concha Espina, como a otro poeta que también sintió la atracción de vuestro valle, el comillano Jesús Cancio, les sería negada la luz en sus últimos años para contemplarlo.

 

Y ¿cómo no recordar al hablar aquí de poetas a Manuel Llano, tan próximo a vosotros? Por estas tierras fue el tránsito de sus años niños y pastores hacia el misterio de la capital.

 

Todos, los juglares primeros, los hombres del espíritu que os antecedieron, los poetas que posaron maravillados sus miradas en vuestro singular paisaje, vosotros, hombres y mujeres actuales, habéis hecho posible que la poesía sea tradición en Cabezón de la Sal; que los poetas tengan que ser llamados para tomar parte en vuestras fiestas, como joya preciada de ellas.

 

Hoy, como entonces, como siempre, los poetas están aquí, en este valle, para decir sus poesías. A propósito he renunciado a presentarlos en forma amplia porque ya son conocidos de todos. Matilde Camus, que responde a su condición femenina con una sentida poesía en la que la delicadeza es reina en sus estrofas; Alejandro Gago, que ya en los años cincuenta nos emocionaba con sus versos tiernos en los que parecía que el fluir lírico estaba siempre a punto de romperse; Ángel Laguillo, poeta impenitente, romero eterno en un peregrinar callado, demasiado callado de cara al público; y Julio Sanz Saiz a quien la veta de poeta le desborda por todas las rompientes de su alma.

 

Ellos os van a leer sus poemas y cuando los que han de hablar son los poetas, sobra la prosa, o por lo menos, con poca, basta.

 



 

Leído en la Velada-Homenaje a la Poesía Montañesa en el Palacio de los Señores de la Bodega organizada por el Ayuntamiento de Cabezón de la Sal el 5 de agosto de 1974

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