miércoles, 2 de junio de 2021

Hermilio Alcalde del Río

 Hace 47 años que fallecía en Torrelavega don Hermilio Alcalde del Río, así lo recordó Aurelio García Cantalapiedra cuando habían pasado 25 años de dicho luctuoso acontecimiento


Son Hermilio Alcalde del Río, gran maestro y folklorista

 

 



         Los aniversarios redondos, referidos a personas con las que tuvimos alguna relación, o a quienes simplemente conocimos, tienen la virtud de provocar en nuestro recuerdo imágenes y situaciones que se nos presentan, en ese momento, con más fuerza que de ordinario. Así, este veinticinco aniversario de la muerte de don Hermilio Alcalde del Río, que hoy se cumple, ha convocado en mi memoria una serie de remembranzas que, en parte, estaban dormidas en ese rincón en el que vamos acumulando todo lo que constituye lo más hermoso del bagaje de nuestra vida y que es por lo tanto digno de ser guardado.

 

         Sin pretenderlo, instintivamente estos recuerdos se criban y en el cedazo quedan los aspectos más singulares. Ahora, al volver hoy sobre la figura de Alcalde del Río se me presentan dos imágenes muy claras. La primera referida a su persona física. Fue la última vez que tuve la ocasión de saludarle. Cruzaba don Hermilio la calle de Consolación. en Torrelavega, en dirección a su casa, procedente de la Escuela de Artes y Oficios. Era un recorrido que hizo durante muchos años sin darle importancia a aquella lanzadera inteligente y constante, que iba de casa a la Escuela y de la Escuela a casa, con ejemplar dedicación, dejando en el telar de sus alumnos una de las obras más importantes y de mayores consecuencias espirituales y morales que se han dado en Torrelavega.

 

CIERTO AIRE BOHEMIO

 

         De aquella última y breve conversación, recuerdo muy bien su atuendo. A pesar de los ochenta años ya cumplidos, continuaba preocupado por el aspecto exterior de su persona que tantas veces me había llamado la atención; un cuello alto, almidonado, recortaba una cabeza inquieta, que parecía haber sido modelada por un cerebro en continua y plena preocupación intelectual. La corbata de lazo que llevaba le daba un cierto aire bohemio, pero ¡cuidado!, de una bohemia pulcra y cuidadosamente vestida. Su figura, menuda, llamaba la a tención precisamente por esto. El paso de los años, que todo lo difumina, puede ser que haya desdibujado y hasta idealizado para mí la figura de don Hermílio, pero ésta es 1a estampa que guardo de él en mi imaginación.

 

 

JAMAS LA RUTINA

 

         El otro aspecto de que quiero hablar es muy anterior. Yo era un niño y como muchos niños del Torrelavega de entonces de mi misma condición económica pasé por la Escuela de Artes y Oficios. No sé si mis escasos conocimientos de dibujo fueron los que aprendí allí. Lo que sí recuerdo con certeza es la presencia del profesor a mis espaldas, cuando yo me encontraba frente al tablero, tratando de dibujar con un carboncillo las hojas que aparecían como tema en alguna lámina. Ante mi torpeza, don Hermilio cogía el carbón y corregía mi trazo; pero no se detenía ahí. Su entusiasmo ante el dibujo a reproducir y ante el alumno, a pesar de las muchas veces que a lo largo de los años y de los discípulos lo había repetido, le hacía dejar prácticamente terminada la lámina. Esto se lo vi repetir en numerosas ocasiones. Tuvo el mérito extraordinario, lo que jamás fue para él una rutina ni cada curso ni siquiera cada tablero. Su entrega a la labor que se propuso desde 1892, no sufrió el más mínimo desmayo.

 

LA IMPORTANCIA DE UN OFICIO

 

         El magisterio de don Hermilio Alcalde del Río, no ha sido reconocido con la debida notoriedad. Se ha hablado de él, y no mucho tampoco, como del gran prehistoriador que fue, del folklorita auténtico que salvó para el futuro diversos aspectos etnográficos de nuestra provincia, pero de este magisterio a través de la Escuela de Artes y Oficios de Torrelavega, no se ha dicho bastan, fuera del agradecido recuerdo privado que, en cuantas ocasiones tienen, le dedican los que fueron alumnos suyos.

 

         Torrelavega pudo contar durante muchos años, con un sobresaliente plantel de profesionales, auténticos maestros en su oficio, gracias al esfuerzo de don Hermilio y de sus colaboradores. Pero unos maestros en su profesión muy singulares, y en esto quiero insistir: las enseñanzas de la Escuela dotaban al albañil, al cantero, al ebanista, al ajustador, hasta al confitero (que más de uno acudió a ella), de un concepto muy elevado sobre la importancia de su oficio, que les llevaba a convertirle en una delicada labor de artesanía, en ocasiones rayana con el arte. No olvidemos que la historia del arte, cuando aún no se estudiaba como disciplina obligatoria en los Institutos y en las Universidades, fue asignatura que frecuentaron los alumnos que pasaron por esta Escuela.

 

         No preciso citar nombres; sé que en la mente de algunos de los que me lean aparecerán una serie de personas que acudieron a este centro y que fueron modelo de profesionales y ciudadanos. Al recordarles ahora, sin duda pensarán también que una gran parte de esta formación se la debieron a la Escuela de Artes y Oficios y a su director, don Hermilio Alcalde del Río.

 

 


 

Publicado en:

El diario Alerta, el 2 de junio de 1972




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