TORRELAVEGA, DESDE UNA VIEJA GUÍA
Hay diversas maneras de tomar parte en los acontecimientos en que nos encontramos envueltos, estos días con motivo de las fiestas patronales. La vuelta a los viejos papeles es una de ellas. Y entre estos papeles hemos desempolvado una Guía en la que se ofrece una visión panorámica, amplia, de como era Torrelavega a principios del siglo. Se trata de una guía en la que referencias, datos y nombres, nos llevan a un Torrelavega cercano en el tiempo pero lejano en las formas. Entiendo que nada mejor que la transcripción de alguno de los párrafos que contiene para adentrarnos en ella.
"Esta ciudad se ha desarrollado, y llegó al estado de florecimiento en que hoy se halla, en muy pocos años. "Y en su argumentación el autor contradice muy sensatamente a Lasaga Larreta quien había asegurado que el movimiento ascendente partió desde el día en que arrancó a la villa de Cartes la administración de correos. "Nosotros creemos -sigue el articulista de la guía-, que este hecho no tuvo más que pequeña importancia para Torrelavega, y que su rápido crecimiento obedece a la implantación de los mercados semanales... y las ferias de ganado... y la construcción de las carreteras de Santander a Madrid y de Torrelavega a Oviedo... así como la línea férrea más tarde, de Alar a Santander... [que] convirtieron a esta ciudad en un importante centro comercial". Y en párrafo siguiente continua: "Casi la totalidad de los edificios han sido construidos desde el segundo tercio del siglo pasado hasta la fecha", puntualizando que "el sitio que hoy ocupa la Plaza Mayor era campo abierto, donde existía un antiguo mesón rodeado de árboles" [...]. "Hecha la plaza que se denominó Mayor, se derribaron algunos edificios viejos y de escaso valor que había en aquella parte de la población, levantándose, en los solares resultantes, los buenos edificios que hoy existen; extendiéndose rápidamente la urbanización por las calles Ancha, (hoy Felipe Quijano) y Consolación".
El entusiasmo y "patriotismo local" del autor se desborda e insiste: "En la actualidad, es esta ciudad una de las más bonitas, alegres y bien urbanizadas de las que pudiéramos llamar de su categoría, atendiendo al número de sus habitantes", insistiendo en que "existen muchos y magníficos comercios en grande escala que nada tienen que envidiar y en algunos casos superan a los análogos de la capital de la provincia. Cuenta con importantes y lucrativas industrias montadas con todos los modernos adelantos de que dispone la ingeniería y la química".
En cuanto al porvenir, aseguraba, "que con las condiciones naturales de este pueblo, sus numerosas y rápidas vías de comunicación, y teniendo en cuenta su envidiable situación topográfica, no es aventurado predecir que en cuanto se resuelvan los expedientes pendientes para la construcción de un mercado cerrado, el saneamiento del río Sorravides y la construcción del ferrocarril a Castañeda, y se ejecuten obras tan importantes, que será a no dudar en tiempo relativamente corto, Torrelavega será un pueblo rico y grande..."
Hasta aquí, extractada, la visión que a los ojos de "F.C", firmante del comentario, presentaba la ciudad. Bajo estas iniciales se ocultaba el nombre de Florencio Ceruti, Barón de Peramola.
Los comentarios que siguen son del recopilador de la Guía, Sebastián Hidalgo, quien nos va adentrando en temas puntuales. Así, en cuanto a urbanización nos informa que en el año 1888 contaba la población con unos 990 edificios habitables elevándose en la actualidad [1908] a 2.000 el número de estos, dato que entraña en sí el movimiento de vida desplegado por Torrelavega en tan corto lapso de tiempo.
"Eseache", como firma Sebastián Hidalgo, va soltando su entusiasmo por la ciudad: "En este tiempo se ha podido apreciar día por día, cómo iban naciendo como por encanto, ricos comercios, poderosas industrias, grandes riquezas, soberbios edificios; cómo, en fin, el pueblo pobre y humilde se iba transformando en una urbe moderna, pintoresca y bella. [...] A la vez que se han levantado muchos y buenos edificios, se han construido en la ciudad magnificas avenidas y paseos. Las calles son anchas y espaciosas... provistas de arbolado, mejora esta última digna de todos los encomios" y se extiende en elogiar "la calle de J. Felipe Quijano (antes Ancha), espaciosa vía digna de una gran población" [...] "la Plaza Mayor, que con la reforma últimamente realizada en ella, puede servir de modelo para construcciones de su clase; el gran ferial de La Llama, acaso de los más extensos y deliciosos de la provincia; el Bulevard de L. Demetrio Herrero, elegante y artístico paseo, y la hermosa Avenida del Cantábrico, recientemente urbanizada, en el centro de la cual se ha instalado una artística fuente, obra del laureado escultor señor Marinas, rodeada de jardines".
"Hay hermosos edificios públicos y bonitos hoteles..." de los que va destacando, "la nueva iglesia en cuya restauración se han invertido más de 500.000 pesetas"; el Circulo de Recreo, en la calle de Ruiz Tagle, el Teatro, recientemente construido; en las afueras de la ciudad, se eleva también gallardamente... el establecimiento de beneficencia denominado Casa-Asilo...; se halla funcionando la Traída de aguas... cuya importantísima obra costó 125.000 duros.
La enseñanza estaba atendida por un colegio de 2ª enseñanza, incorporado al Instituto de Santander, con estudios de Bachillerato y Comercio; academia preparatoria para civiles y militares; Escuela de Artes y Oficios; Colegio de los Sagrados Corazones, dirigida por monjas francesas; la Sociedad Gimnástica, "que dispone de un hermoso local con grandes y bien instalados aparatos... cultivándose los spots de foot-ball, lanzamiento de disco y ciclismo".
Termina su autor sus apasionadas referencias con esta expresión al aludir al movimiento demográfico: " A tal paso por extensa que sea la Vega, sobrará gente y faltará la tierra". (Cita, para justificarlo, cómo en el año 1907 los nacimientos habían superado a las defunciones en 230 ciudadanos).
El entusiasmo del recopilador de la guía se mantiene a todo lo largo de ella hasta sube de tono cuando glosa la vida comercial local: "Si Torrelavega goza fama de ciudad populosa y bella, de saludable aspecto, de lindos alrededores que tanto la realzan y distinguen entre los demás pintorescos lugares de la Montaña, en cuanto a su florecimiento mercantil y tráfico comercial, es por demás conocida". Señala como "la base principal", las ferias quincenales de ganado vacuno ofreciendo como realidad de ello, el número oficial de transacciones habidas en los años 1901 a 1907, que cifra en una media de 15.000 por año.
"Rico y floreciente es el comercio de esta plaza..." y cita los hermosos locales en los que están instalados "con elegancia y con gusto". Y en la sección de anuncios de sus páginas aparecen algunos de aquellos antepasados nuestros que retenemos en la memoria con agradecimiento por cuanto fueron y supusieron en el arranque de este siglo que estamos terminando. Son nombres de personas que con meritorio esfuerzo y conciencia de lo que podría representar su labor, estaban contribuyendo brillantemente a poner los cimientos de lo que ha sido Torrelavega en el siglo XX.
El acompañamiento de una incipiente y prometedora industria se reseña ampliamente, dando particular cuenta de tres importantes curtidos, fabricas de zapatillas, cordelerías, jabones, etc. así como la "Azucarera española", que en 1907 llegó a moler 19.000 toneladas de remolacha y en capitulo aparte destaca la Real Compañía Asturiana y Solvay.
Termina S. Hidalgo sus comentarios insistiendo: "Como se ve por esta pequeña idea o relación, la situación de Torrelavega es hoy más próspera que nunca, continuando con elementos de vida tan prósperos y seguros que para si los quisieran regiones y ciudades que de antiguo gozan de cierto renombre en el mundo comercial".
Pongamos todo en sus justos términos; pero admitamos la idea general que movió a los autores en la visión que ofrecen resultado de un entusiasmo sin límites "por las cosas del pueblo", en lo que los acompañaron muchos de sus conciudadanos, para bien de Torrelavega.
Publicado en:
El Diario Montañés, 24 de Agosto de 1997