MARQUÉS Y MARQUESADO DE TORRELAVEGA
Así, con este título, llegó a nuestro poder el pasado día 29, el libro editado por el Excmo. Ayuntamiento de Torrelavega, en el que su autor, Manuel Teira Cobo, ha recopilado el resultado de su laborioso trabajo durante los años que ha investigado en la vida de don Francisco de Ceballos y Vargas, el Primer Marqués de Torrelavega y su descendencia.
Teníamos noticias de la entrega que Teira Cobo venía concediendo a este tema. Como ya se comentó en este mismo diario a la hora de dar cuenta de la presentación del libro al público, su autor es un entusiasta "amante de la historia, lector empedernido, hijo y nieto de personas imbuidas y comprometidas con la cultura de la ciudad" (N. Bolado), con cuyo bagaje ha sabido adentrarse, con el entusiasmo que ello requiere, en una faceta de nuestra historia local.
La espléndida presentación de este libro, acompañada de valiosas ilustraciones, es obra material de los Talleres Quinzaños, de Torrelavega, y fruto del interés que ha puesto en ello Javier López Marcano, nuestro alcalde, concediendo al libro una calidad material digna del tema tratado en él. Este interés por las cuestiones locales quedó bien patente en el acto de su presentación, en el que las palabras de López Marcano estuvieron cargadas de un patente y profundo amor a los temas relacionados con nuestra ciudad.
Los comentarios del autor en relación con la obra que se presentaba, pusieron de manifiesta a continuación algunas de las dificultades con que se encontró el investigador para hablarnos sobre la vida, tan azarosa, del primer Marqués, lo que nos da una muestra de esa pasión que se precisa para buscar en la historia máxime cuando se trata de hablar de la que sentimos como propia.
Como podrá comprobar el lector, el minucioso trabajo redactado por Teira Cobo, hace del texto una magnífica tesis doctoral, que nos lleva brillantemente desde los orígenes del que fue primer Marqués de Torrelavega, nacido en 1814 en la localidad de Cohicillos, descendiente de una familia cuyos orígenes se remontan al año 943, en que los Ceballos entran ya de lleno, por muchas circunstancias, en la historia de Cantabria. Nuestro primer Marqués de Torrelavega no llegará a serlo hasta 1876, título del que disfruta hasta su muerte en Madrid en 1883.
Es el mismo autor, Teira Cobo, quien nos recuerda que "bien pudiera pensarse que el vinculo que le unía con la ciudad de la que era Marqués simplemente se reducía a una cuestión accidental y de nacimiento ... ", para a continuación informarnos de que Francisco de Ceballos nunca olvidó a Torrelavega, a donde regresaba cuantas veces se lo permitían sus diversas actividades profesionales como militar y otras relacionadas con la vida burocrática en Madrid y fuera de España.
Poseía en nuestra ciudad una hermosa residencia familiar, de cuya existencia, y presencia en la misma del General en diversas y abundantes fechas, ofrecía referencias el diario El Cántabro del 15 de marzo de 1883, con motivo de su fallecimiento.
Estaba situada en la calle que hoy lleva el nombre del General pero que ha desaparecido dentro del entorno urbano local, y que fue visitada en diversas ocasiones por S. M. el Rey Alfonso XII en compañía de sus familiares y otros séquitos.
A su muerte, sucedida el 9 de marzo de 1883, el periódico El Cántabro recoge la noticia comentando: "Ha desaparecido de la tierra el distinguido militar, el prototipo de la caballerosidad, el hijo más ilustre de Torrelavega.", y con una abundante referencia, recoge el autor de este libro una exhaustiva bibliografía de periódicos de la época, tanto locales como de carácter nacional, alusiva al hecho de su muerte.
Se completa esta laudable labor de Manuel Teira, con la reproducción de documentos y datos personales relacionados con los miembros de la familia descendientes del primer Marqués de Torrelavega y de ilustraciones fotográficas de alto valor iconográfico, entre las que nos permitimos destacar la del propio primer Marqués de Torrelavega, en cuyo atuendo puede percibiese el eco de la época romántica que le tocó vivir.
Publicado en:
El Diario Montañés, 9 de diciembre de 2002
No hay comentarios:
Publicar un comentario