domingo, 28 de noviembre de 2021

IN MEMORIAM Carlos Galán

 

DE NUEVA YORK A CARTAGENA

EN BUSCA DE JOSÉ HIERRO

 

(A Carlos Galán, que hizo este camino virtual conmigo)

 


         No habíamos soltado de las manos el Cuaderno de Nueva York, cuando ya nos encontrábamos en Cartagena. De las orillas del Hudson a las del Mediterráneo. Las noticias propagadas por los medios de comunicación lo exigían así. Atrás habían quedado los versos del Cuaderno entre las esquinas de las calles de Nueva York, pero no olvidados. Se había inventado allí el silencio para el poeta, recuperado ahora en Cartagena con “Oración en Columbia University”.

        

         Por las páginas del libro, sin tiempo para ser cerradas, pasaban para nosotros los personajes que en ellas renacían; niños aún en brazos del padre; la música que sonó en la vida del poeta en tiempos de reclusión carcelaria; don Antonio Machado, desde las alturas de siempre... Bendito sea Dios, porque inventó los años, dice el poeta, que le han permitido vivir a las orillas del East River junto a su resucitado Beethoven. Por debajo de aquellos días ha sobrevolado José Hierro las olas que le han llevado hasta Cartagena (¿no es su mar Cantábrico?) donde una alcaldesa-hada providencial le ha acogido bajo su manto.

 

         Le había convocado la poesía en un homenaje a Antonio Oliver pero los actos se interrumpen. Aquel 15 de noviembre todavía lee el poeta al público dos poemas de su Cuaderno de Nueva York. El tiempo otra vez se detiene; hace un nuevo intento, también frustrado... A su lado Lines, su mujer, le mira confiada; cree en la fortaleza del poeta, pero la alcaldesa-hada providencial suspende los actos decidida y dispone el traslado a un hospital, donde el equipo médico lo confirma: un infarto agudo de miocardio agrava el enfisema pulmonar que desde hace tiempo arrastra Pepe Hierro. Un retraso de diez minutos hubiera sido fatal.

 

         La fortaleza del paciente es cierta; el día 27 ya viaja a Madrid, a un hospital cercano a su domicilio. Al otro lado del Atlántico, en México, se está celebrando en estos días la 14ª Feria Internacional del Libro, en Guadalajara, donde se le espera pero no puede acudir. (¡Saludos Eulalio Ferrer!). La prensa mexicana señaló, entre las grandes ausencias españolas, la del poeta José Hierro, convaleciente de un infarto. El acto de homenaje a su poesía se mantiene y ahora con mayor emoción. Seis poetas intervienen en él ensalzando su generosidad y su ética. Angel González, “quizás el más emocionado de todos” dice la prensa, explica lo que significó la irrupción de José Hierro en la desolada postguerra española y habla de cómo “aportó entonces una nueva manera de plantear la relación entre la poesía y la realidad”.

 

         El poeta, en Cartagena, lleva el recuerdo hasta América. En su memoria se repiten los versos que lo evocan:

 

La geometría de Nueva York se arruga,

se reblandece como una medusa,

se curva, oscila, asciende lo mismo

que un tornado vertiginosa y salomónica.

 

y “la seda peregrina del Hudson... conduce a la ciudad hasta la libertad”, que es la mar. Siempre la mar para el poeta, en una nueva vuelta hacia su mar Cantábrico, lejano y recordado, que suena en la caracola de su oído, como hoy, ya en Madrid, donde las gaviotas no existen, pero también vuelan para él negando el infarto.

 

Después de todo, todo ha sido nada,

a pesar de que en su día lo fue todo,

 

había manifestado José Hierro en el final de su Cuaderno de Nueva York, que permanece abierto en nuestras manos, confirmando la presencia del autor gloriosamente vivo entre nosotros y en Santander se le espera.

 

Publicado en:

El Diario Montañés,

7 de diciembre de 2000

 

 

 

 

 

 

 

 

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