viernes, 23 de abril de 2021

DÍA DEL LIBRO. La imprenta Bedia en la calle Travesía de África

 Hoy, Día del LIBRO, queremos recordar a los talleres de donde salieron las publicaciones más bellas editadas en nuestra región. Me refiero, sin ninguna duda, a la Imprenta Bedia. Allí, donde Gonzalo compuso mimorosamente, como luthier de los libros que era, cada una de las páginas de las que después disfrutaríamos los demás.

Haciendo extensivo nuestro recuerdo a todas las imprentas que existieron y existen en Cantabria, especialmente a Bedia Artes Gráficas S.C.V. digna heredera de:

 

LA IMPRENTA BEDIA EN LA CALLE TRAVESIA DE AFRICA

 

 

 


 

         No recuerdo con precisión, ni encuentro referencia fidedigna para ello, la fecha en que fui por primera vez al taller que los hermanos Joaquín y Gonzalo Bedia tenían instalado en un local de la calle Travesía de África. Si puedo decir, y esto lo afirmo con una relativa seguridad, que tuvo que haber ocurrido acompañando a Pablo Beltrán de Heredia. ¡Y qué mejor oficiante para este bautismo! Aquella visita inicial, imprecisa en el tiempo, representó para mi el encuentro con una profesión por la que sentía gran interés. En mis años de adolescencia había hecho copia de algunos breves libros con la maquina de escribir en una oficina comercial; recuerdo ahora uno de las Rimas, de Bécquer, ilustrado con dibujos de José Luis Hidalgo. El contacto con el taller de los hermanos Bedia, me acercó a la realidad que representaba la impresión de libros, de la que tuve, en la compañía de Pablo, en esta y sucesivas visitas, pormenorizado conocimiento del oficio.  Cuando años más tarde escribí un articulo sobre este mismo tema, me permití llamarle maestro de tipógrafos, pretendiendo reunir en esta expresión lo que a mi juicio es su sabiduría y buen hacer en esta profesión…

 

         Lo que si llevo en la memoria con perfecta nitidez, es el recuerdo de aquellas empinadas escaleras de piedra que en dura ascensión unían la calle de San Celedonio con el taller, de lo que Gonzalo nos puede hablar con buen conocimiento de causa por las veces que ha tenido que utilizarlas. Fue su terrible “lgota durante bastantes años, lo mismo que para mi a partir de entonces. Pero el mejor recuerdo que guardo es la compensación que encontraba en el afecto de Joaquín y Gonzalo y los miembros de su familia que fueron incorporándose al taller con el paso de los años: Celina, José y Mary, de los que quiero distinguir a esta última, no sólo por la labor que  ha venido desempeñando en él desde hace más de veinticinco años en muy plurales actividades, sino también por su simpatía y cordialidad. No olvido a los operarios Miguel, Ricardo y Domingo, nombres, estos tres, entre otros que ahora me vienen a la memoria, a los que la amabilidad con que me atendían como cliente, les ha hecho permanecer en mi recuerdo. Permítanme repetir a este respecto la expresión empleada por el inolvidable Ricardo Gullón al hablar de ellos en la conferencia que leyó en la Fundación Botín en 1989, en la que les llamó “Artesanos ejemplares”, expresión con la que creí entender que se refería a todo el personal del taller, dueños y operarios, momento en que también distinguió con calurosas palabras al buen gusto y la experiencia de Pablo Beltrán de Heredia en el quehacer tipográfico.

 

         Esta labor de Joaquín y Gonzalo Bedia como impresores destacados en esta rama industrial de la vida santanderina, por desgracia solo podemos hacerla repercutir hoy personalmente en Gonzalo, por el fallecimiento de su hermano Joaquín el año 1981, quien algunos años antes ya se había distanciado del taller instalándose por su cuenta en otro tipo de actividad.

 

Manuel Arce nos informó oportunamente de que Gonzalo trabajaba en la imprenta RESMA, antes de establecerse por su cuenta, imprenta de la que nuestro compañero de mesa hoy, Antonio Zuñiga, era regente. Gonzalo aprovechaba allí para componer los textos que luego se llevaba a casa, donde los dos hermanos los imprimían.

 

         Arce es buen conocedor de esta fase primera de la Imprenta Bedia pues en ella empezó a imprimir en 1948 su revista La isla de los ratones, ejemplo de buen hacer en todos los sentidos, aun cuando aquel ir y venir de los plomos con los textos, sin posibilidad de corregirlos oportunamente, diera lugar a que la revista se pudiera ganar al principio el nombre de La isla de los erratones. Superada aquella primera parte, al año siguiente, 1949, se volcó Manuel Arce, en la edición de libros que fueron apareciendo hasta 1966. Este nuevo renglón editorial amplió el nivel de conocimiento que llegó al público de las buenas cualidades tipográficas de la imprenta, que atrajeron hacia ella, por este buen hacer, numerosas colecciones de revistas y de libros que constituyen el mejor crédito de lo que acabo de decir. Entre estos por su oportunidad aquella edición pirata del Romancero Gitano, de García Lorca, el año 1948, de la que Pablo evitó posibles problemas con la censura y con la reclamación de derechos de autor por parte de la familia del poeta, llegando a tiempo con su consejo (como siempre), que les llevó a retirar del libro el nombre de la imprenta.

 

         De esta admiración por la obra bien hecha en la Imprenta Bedia, existen abundantes testimonios escritos de ilustres personalidades de la cultura, de los que recojo uno muy significativo. Me refiero al comentario del poeta Vicente Aleixandre que al recibir el ejemplar que se le destinó de una colección impresa en Bedia, escribió : “ Es un bello volumen, no solo por sus versos, sino por su presentación material. Es sencillamente una delicia repasar su tipografía, su papel, su composición, su cabal armonía...

 

         Los que conocemos bien a Gonzalo Bedia podemos reflejar en él, por su humildad profesional, aquella frase con que se abría el nº1 de La Revista de Santander, que bajo la dirección de José Mª de Cossío se imprimió en ALDUS los años 1930 a 1935 y que decía así: “Sabemos bien que este fragmento de cultura literaria no es sino eso: un trozo de la cultura general, no siempre el más selecto y casi nunca el más transcendente”.

 

         Habría que extenderse mucho más para hablar de la labor de la Imprenta Bedia, de su labor bien hecha, pero tengo la seguridad de que el público  la conoce y no es necesario repetirlo. La actuación hoy de Pedro Crespo de Lara como maestro de ceremonia, lo avala.

        

         Antes de terminar, quiero hacer alusión a la presencia de Julio Maruri en el comunicado de este acto. Es un símbolo indiscutible, desde diversos puntos de vista, de los años a que nos estamos refiriendo y significativo como uno de los distinguidos poetas cuya obra literaria ha pasado por las máquinas de esta imprenta.

 

         Gracias Gonzalo, gracias a ti y a los tuyos por este bien que habéis hecho, desde vuestra profesión, a la cultura general de Cantabria.

 

 

   

Publicado en:

El Diario Montañés, el 7 de noviembre de 2000

 



No hay comentarios:

Publicar un comentario