Un año más; en esta fecha, 3 de febrero, sentimos la necesidad de recordar a José Luis Hidalgo. Nos empuja a ello el recuerdo del AMIGO, que dedicó gran parte de su existencia a perpetuar la obra de quien fuera el gran poeta, cuya maestría con las palabras nos oculta su saber hacer con la pintura.
José Luis Hidalgo. Poeta y pintor
En el mes de febrero último se cumplieron cincuenta años de la muerte de José Luis Hidalgo. Todas las fechas, en las que se refleje alguna efeméride de su vida, en este caso la gran efeméride, nos parecen pocas a sus amigos para recordar y valorar ante los demás su existencia y su obra poética y plástica. Los que le conocimos personalmente, los que tuvimos la inmensa fortuna de disfrutar de su compañía, siempre inundada del más noble sentido humano, cuando llegan estos aniversarios redondos se agudiza el recuerdo y su figura vuelve a aparecer serena e inteligente a nuestro lado.
Ha transcurrido medio siglo desde aquel 3 de febrero de 1947 que produjo en nosotros, sus amigos, un escalofrío que vuelve en cada ocasión envuelto en la neblina de los años. Yo fui en todo momento un amigo muy cercano suyo, y veces he pensado si estaba supervalorando su figura, pero el paso del tiempo me ha ido confirmando que estoy en lo cierto. Un puñado de versos, que nacieron de su lírica sensibilidad, han sido suficientes para que la memoria que queda de él haya extendido la onda de su personalidad hasta rebasar los límites que una prematura muerte recortó avaramente.
De que Hidalgo muestra de una fuerte personalidad poética, en una obra de excepcional interés, tenemos reflejo y confirmación en las referencias que han sido hechas por parte de ilustres personalidades que así lo han reconocido. Sólo muestra, insistimos, porque aun cuando en su libro último, Los muertos, quedó marcada indudablemente la talla de su condición como poeta (“un Bécquer de nuestro tiempo”, aseguró Juan Ramón Jiménez refiriéndose a Hidalgo), la corta existencia por la que transcurrió su vida, impidió el conocimiento certero de dónde estaban los límites.
Volver a sus versos; leer los poemas de adolescencia de Raíz, repletos de atisbos; los hallazgos jugosos de Los animales; los trágicos endecasílabos de Los muertos, con los versos secos y rotundos de una poesía hecha dolor y muerte, tristeza y desesperanza; valorar su obra artística que, oculta tras la fuerza de su poesía, está ahí para permitirnos soñar con una realidad triunfante que la muerte cortó en el mejor momento de sus principios artísticos...No es vano ni pretencioso pensar en un futuro en el que las promesas se habrían hecho brillante realidad. Referirse a José Luis Hidalgo como un muerto prematuro está justificado para quienes le veían plenamente seguro en el camino emprendido.
El Ayuntamiento de Cabezón de la Sal, con la eficaz coordinación de Juan A. Pereda de la Reguera, ha querido recordar al poeta y pintor en este 50 aniversario de su muerte, dejando grabado su nombre junto al de los que tan meritoriamente ocupan un lugar en el Monumento a los Artistas Cántabros, en "Picu de la Torre" de esta villa.
Catálogo de la exposición homenaje a José Luis Hidalgo
Ayuntamiento de Cabezón de la Sal, en agosto de 1.997
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