¿Habrá entrado Torrelavega por un camino cultural
largamente deseado?
Al margen de una exposición de cerámica
La temporada artística está transcurriendo en nuestro pueblo normalmente. Se han sucedido las exposiciones en Espí, en Puntal -2, en las salas del Banco de Bilbao y de la Caja de Ahorros; cada una de ellas, con sus peculiaridades y circunstancias, nos han ofrecido muestras muy estimables. No queremos distinguir, ni es preciso hacerlo para el motivo de estas notas.
Lo que nos lleva hoy a escribir estas cuartillas es producto del entusiasmo provocado por la sorpresa ante la exposición de cerámica que tiene lugar estos días en la sala de la Caja de Ahorros. Antes fue la escuela de Arte con una valiosa exposición de las obras de sus alumnos, quien también nos asombró con la muestra de los resultados conseguidos en un primer año de tanteos y dificultades. Había en aquella exposición grandes dosis de vocación y entrega, que se repartían entre los alumnos, felices con los hallazgos, y los profesores más dichosos todavía que los alumnos por el premio que reportaba a su desinteresado magisterio.
Primero la Escuela de Artes y ahora el Taller Escuela de Cerámica, nombre que nos trae resonancias llenas de nostalgia del Instituto Libre de Enseñanza, nos hacen pensar si no habrá entrado Torrelavega por el camino cultural que tanto hemos deseado y buscado algunos; si no se estará proyectando en estas exposiciones la labor de años de continuo bregar de personas que tuvieron siempre fe en que esto tenía que suceder; si la labor de cada artista con su obra, de cada sala con su afán de ofrecer lo mejor que ha estado a su alcance, de tantos esfuerzos individúales, no estará encontrando ahora su recompensa.
Pero a alegría, la gratísima sorpresa experimentada surge no solo de la obra contemplada, sino de la reflexión ante sus autores. Muchos, la mayor parte, son muchachos y muchachas que no están dispuestos a pasar ante la vida limitando su existencia a que la vida pase ante ellos. Quieren ser protagonistas, luchar por conseguir un puesto digno en la parcela de la existencia que nos ha tocado a cada uno. Si piensan que el mundo no está bien hecho, su actitud no es de deserción; al contrario, quieren colaborar en el cambio. Estos artistas que hoy nos ofrecen el resultado de la obra de unos meses de labor ante el torno de alfarería, como hace pocos días los que pasaron muchas horas del curso ante el caballete, son un admirable ejemplo de cómo el mundo joven debe de enfrentar la corrección de lo que no le gusta. No es justo, ni humano, ni digno de seres conscientes y civilizados, situarse egoístamente en la vía pasota. Los expositores de la Caja de Ahorros, a los que nos venimos refiriendo, son un vivo y alto testimonio de cómo los jóvenes pueden ayudar a que el mundo deje de estar mal hecho.
Los responsables de la política cultural de nuestro pueblo no pueden dejar de apoyar estos esfuerzos; están obligados a potenciarlos hasta donde sea preciso y como sea posible, con imagina y entusiasmo, con ese mismo entusiasmo con que proceden las personas que intentan este acercamiento del pueblo y sus habitantes a las manifestaciones culturales.
Publicado en:
El Diario Montañés, el 26 de junio de 1979