domingo, 5 de febrero de 2023

El General Castañeda

 

Don Ramón de Castañeda, el general romántico

Cien años de su muerte

 

 


 

         De nuestros años de adolescencia, de nuestras horas pasadas en la Biblioteca Popular de Torrelavega, recordamos los comentarios que oímos en diversas ocasiones a los que entonces la regían, hablando del archivo del general Castañeda. La Biblioteca era depositaria de este archivo, que nosotros no llegamos a conocer y de un traje del general que nuestros ojos infantiles veían con asombro. Un grabado de la época en el que se representaba a Castañeda en el campo de batalla, contribuía a llenar la leyenda de aquel personaje. ¿Quién era el general Castañeda? ¿Por Qué se le distinguía conservando sus recuerdos y papeles?

 

         Por lo pronto, se trataba de un general del siglo XIX; de un general que había tomado parte activa en las luchas civiles que ensangrentaron el sueño de España. Esto era más que suficiente para nuestro espíritu romántico. Las aventuras vividas por carlistas y liberales nos eran conocidas por las novelas de Baraja y Valle Inclán, y Castañeda se convirtió así para nosotros, en un personaje de carne y hueso de los libros que leíamos. Además, había nacido en Torrelavega. Teníamos reunidos todos los ingredientes precisos para hacer de él nuestro héroe.

 

         (Pisano, el pintor, quería hacer un retrato del conserje de la Biblioteca vestido con el traje de don Ramón de Castañeda, pero no, no podía ser -decía Pisano- porque Isidoro, el conserje, tenía aspecto de general carlista y Castañeda había sido liberal).

 

         Así vimos al general Castañeda en nuestra adolescencia; a través del misterio de unos papeles encerrados en una caja - ¡qué dirían aquellos papeles! -; deslumbrados por su traje y un poco envidiosos ante aquella apuesta planta varonil del grabado.

 

         Pasaron los años y Pablo del Río Gatóo nos desveló el misterio; buceó en los intrigantes papeles y nos fue dando noticias fehacientes del romántico general.

 

         Don Ramón de Castañeda y Fernández había nacido en Torrelavega, en la casa solariega de la calle de Herrerías, el 12 de abril de 1788. Sus padres eran don Francisco de Castañeda y Cornejo y doña Ana María Fernández de Palazuelos. La infancia del futuro genera transcurrió en nuestra vieja puebla, en la casa en que nació, vecina del solar del duque del Infantado, señor de la Vega. Cuando cumple los 20 años ingresa en el batallón de Tiradores de Castilla y empiezan sus vicisitudes bélicas. Napoleón ha invadido España y sus tropas llegan a nuestra provincia. Don Ramón de Castañeda es nombrado teniente de infantería por el presidente de la Junta de Armamento de Santander y a las órdenes del brigadier Juan Díez de Porlier interviene en diversas acciones, que se extienden a la provincia limítrofe de Vizcaya, donde es herido. Cuando terminan las luchas de la guerra de Independencia, ostenta la graduación de capitán.

 

         En junio de 1836 es ascendido a coronel y en octubre del mismo año a brigadier. En 1839 se libra una encarnizada batalla en la zona de Ramales, de la que salió victorioso en su nuevo cargo de mariscal de campo que le sirve para que un año antes de su muerte, en 1871, le fueran premiados los servicios en aquella acción con el título de conde de Udalla. En 1854 llegó a dignidad de teniente general.

 

         Castañeda era un hambre de sólida formación liberal, de la que no abjuró en ningún momento lo que le hizo vivir las vicisitudes y vaivenes de los Gobiernos de la época. Fue uno de los hombres fuertes de Espartero y cuando don Juan Prim desde el exilio, preparaba su venida a España, nombró a don Ramón de Castañeda general en jefe de todas las fuerzas que pudieran ponerse en pie de guerra en Castilla la Vieja.

 

         El 11 de marzo de 1872 dejó de existir, a los ochenta y tres años de edad, en la misma casa de Torrelavega en la que había nacido. Pablo del Río nos dijo de él en reciente trabajo, que hizo público en un diario de la provincia: «Hemos de considerarlo como hombre de visión romántica que siguió el itinerario del viento de la época, derramando su sangre generosa cuantas veces la patria lo necesitó; prototipo de los militares sanos y valientes de su tiempo y portador de las virtudes del hidalgo montañés de rancio linaje, a quien tocó compartir activamente la desgarrada historia nacional del siglo XIX.

 


         Hace pocos años todavía se conservaba la puerta de acceso al Palacio de los Castañeda que durante mucho tiempo fue después alojamiento del cuartel de la Guardia Civil de Torrelavega. Sobre la puerta había dos leones que sostenían con su zarpa los escudos de la familia, uno estaba totalmente destrozado, pero el otro se conservaba prácticamente intacto. Cuando se derribó esta puerta un gesto romántico nos llevó a recoger este resto de la historia de uno de los hijos ilustres de Torrelavega. Su pueblo natal va a recordarle ahora en el centenario de su muerte con un acto académico.

 


 

Publicado en:

El diario Alerta el 5 de febrero de 1972

 


 

 

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