jueves, 15 de diciembre de 2022

GLORIA RUIZ. Rasgando Oscuridades

  ESTE LIBRO

 


Yo no quería prologar, este libro. Su contenido, repleto de horas amargas, de decepciones, de luchas, es tan angustioso, que más me hubiera gustado guardar la cabeza debajo del ala, pero las sinrazones que adujo su autora fueron tan entrañables, que no me dejó otra opción.

 

Se trata del segundo conjunto de poemas que Gloria Ruiz ofrece al público. Pienso que, en forma instintiva, se va a producir una tendencia a compararle con el primero y que en una aproximación superficial parezca nada más que una continuación del anterior. Yo me permito invitar al lector a adentrarse en él reposadamente, en la soledad que exigen unos versos como estos, enseguida se encontrará toda la novedad que encierran. Si Versos de Amor y Muerte, rezumaba desencanto, entrega a una inexorable nada que invadía cada página del libro, a mi me parece escuchar en este segundo una más dichosa serenidad, sin perder el halo de tragedia que resplandecía en la primera colección. En cada poema, en cada página, aparecían huellas del espíritu luchador de su autora, girones arrancados a la desgracia de los demás con afán redentor, que en esta nueva salida al pueblo que ella quiere que la escuche, adquieren un tono más estable; hay más equilibrio en el reflejo de los problemas; los versos han ascendido escalones que llevan a un mayor dominio de la angustia.

 

Además, el libro presenta una nueva dimensión con respecto al anterior. Un grupo de artistas plásticos han querido sumar su voz a la de la autora, refiriendo en imágenes la misma inquietud.

 

La poesía de Gloria Ruiz sería preciso enmarcarla, en su conjunto, en lo que se ha venido llamando desde la posguerra española, poesía social. Y quizás en estos dos libros con una evidente justicia, porque los problemas sociales se nos ofrecen en ellos con aristas de diamante, aunque no exentos de una misteriosa ternura. Empleo el término “poesía social” sin creer en él; por lo menos en su aceptación cotidiana, porque entiendo que toda la poesía, cuando es auténtica, es irremediablemente social. El poeta es hombre además de poeta, o antes de ser poeta; como consecuencia, la producción de su mente será siempre un reflejo humano, o lo que es lo mismo, un eco del mundo social en el que quiéralo o no, está inmerso precisamente por su condición de hombre. Lo que ocurre es que las circunstancias en las que se ve obligado a vivir el poeta, y el hombre en general de nuestra época, han radicalizado el concepto de lo social, reservándole para una parcela reducida de la actividad humana. El luchar con el verbo y con el verso en defensa de unas ideas en las que está implicada, por ejemplo, la libertad humana, es tan social como la más delicada rima de Bécquer, en la que el poeta está luchando también por una parcela de su libertad personal contra un mundo que le niega la felicidad. Cuando Unamuno se enfrenta con el gran problema de su desaparición total, está defendiendo un aspecto social de su existencia. Bien está hablar de “poesía social” si con ello llegamos a un acuerdo de definición, pero seamos conscientes de que hemos reducido su campo; sepamos que no es más que parte de un todo y que lo estamos utilizando eventualmente porque hemos necesitado acuñar un título en un momento determinado, quizás para no asustar demasiado a la feliz burguesía.

 

¿Qué la diferencia, qué la distingue, a la poesía de Gloria Ruiz? ¿Dónde está su personalidad? Pienso que podemos encontrarla en ese filo de diamante del que he habado antes. De manera valiente la autora desnuda su alma ante las cuartillas, que se ofrecen inocentes a su vehemente necesidad. No están escritos sus versos con lágrimas; Gloria Ruiz no llora. Surgen de algo más profundo que del rincón de las lágrimas, vienen de la sima donde anidan la rabia y la impotencia. Llegan a nosotros con el reflejo doloroso de la lucha que nos devuelve al punto de partida, con la claridad que produce en los ojos el reconocimiento de la meta, pero que no admite otro camino que dejar constancia de su saber y de la amargura que provoco. La poesía de Gloria Ruiz se mueve en esta línea de densas vivencias que dan lugar a gritos apasionados, denuncias condenadas a caer en el saco repleto del egoísmo de los hombres. Pero a ella no le importa; sigue luchando, aunque queden desgarraduras en su alma y en sus sentimientos.

 

         Yo no quería prologar este libro, dije al principio, pero ahora tengo que escribir: Gracias, Gloria, por haberme permitido incorporar de alguna manera mis palabras a tu esfuerzo.

 


Prólogo al libro de Gloria Ruiz “Rasgando Oscuridades” editado por la autora en 1977

Publicado hoy, 15 de diciembre, festividad de San Juan de la Cruz, Patrono de los Poetas 


 

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario