En 1954, aparecieron las primeras publicaciones que hacía sobre José Luis Hidalgo su amigo Aurelio García Cantalapiedra. La primera ya ha sido publicada en este blog, la siguiente es esta que publicamos hoy coincidiendo con la fecha de su nacimiento.
EL POETA MONTAÑÉS JOSÉ LUIS HIDALGO
Cuando un poeta español llega con su obra a interesar al público lector de toda la nación española, sin duda su órbita debe de proyectarse a las naciones americanas que habla nuestro mismo idioma, pues allí también encontrará eco su poética. Y cuando, además de ser poeta de ámbito peninsular, es nacido en Santander, en “La Montaña”, su nombre y sus obras harán latir más agitadamente el corazón de todos los montañeses de ultramar.
Por estas razones, queremos hacer llegar a nuestros paisanos de México, a través de la Revista de la Asociación, el nombre de José Luis Hidalgo y algunos datos de su vida y de sus libros.
Por nuestra razón de íntimos amigos de él, no quisiéramos que estas líneas fueran una fría enumeración de datos y sí que de ellas trascendiera, en cada renglón, el cariño con que obligaba él a corresponder en vida, a cuantos se le acercaban. Un cariño generoso, sin trabas ni dobleces, que siempre parecía que llegaba desde un hombre de más años, por el afecto paternal con que le entregaba. Siendo de nuestra misma edad, siempre tuvimos que reconocer en él la experiencia que solo dicta la madurez.
Nació en Torrelavega, en octubre de 1919. De una inteligencia y facultades excepcionales, pronto se distinguió entre sus compañeros de años, por la seguridad en los juicios y la precisión con que los exponía.
Su vida, hasta la guerra civil española es una continua lectura, alternada con los incipientes pinceles. Todo balbuceos, si se quiere, pero allá dentro iban quedando Ortega y Gasset, Unamuno, Azarín, Miró, Juan Ramón, etcétera, revueltos, pero formando poso. De aquella época es una conferencia muy atrevida sobre la poesía contemporánea, en la Biblioteca Popular de Torrelavega, algunos carteles, uno de ello dio la vuelta a España con motivo de unas elecciones, dibujos y un primer libro de poesías que luego le haría sonreír cada vez que le comentábamos.
La Biblioteca Popular, bajo la Dirección de don Gabino Teira y del inolvidable Alfredo Velarde, chileno de nacimiento y de residencia hoy, pero torrelaveguense de corazón -Villamojadense, amigo Alfredo?-, influyeron profundamente en él. Poco tiempo antes de su muerte, ya en el Sanatorio donde habría de fallecer, comentaba con el que esto escribe, el agradecimiento que debíamos a aquella institución.
Durante la guerra, adquiere su carácter una seriedad alarmante. A la alegría con que se posaba en las cosas y en las personas, ha su- cedido una tristeza infinita, un cansancio solo vencido por el trabajo en sus libros y en sus obras pictóricas. Como si una prisa enterrada en su subconsciente, le fuera empujando a volcar en el exterior todo lo que llevaba en su cabeza, con el ánimo de que la pérdida a su muerte, fuera menos pérdida.
“Leo y escribo hasta la madrugada y a veces me olvido de cenar”, nos decía en una carta desde Valencia.
Así, en el dolor por la alegría de su obra, se fueron formando los tres libros que publicó: “Raíz”, “Los animales” y “Los muertos”. Todo ello mezclado con colaboraciones en los principales periódicos de España, donde trataba de los más variados temas: pintura, cine, poesía, filosofía... Retratos y dibujos y conferencias.
Valencia y Madrid son su s residencias en. el invierno. En el verano viene a Santander donde el cariño de su familia y el sol del Cantábrico, consiguen hacerle recuperar las fuerzas consumidas con tanta avidez.
La vuelta de José Luis Hidalgo a Santander, representaba la revitaliación de las jornadas literarias en el grupo de amigos que se reunió alrededor de la revista “Proel”, que tan generosamente fundara el Excelentísimo señor Gobernador Civil, don Joaquín Reguera Sevilla. De este grupo surgirían después valore nacionales muy estimables: José Hierro, Premio Nacional de Poesía 1953; Julio Maruri, Carlos Salomón, Marcelo Arroita-Jauregui, Manuel Arce, Eduardo Rincón, etc.
Pero el verano siempre era corto para los que le rodeábamos y en octubre marchaba nuevamente a Valencia. Allí cursó la carrera de Profesor de Dibujo, que terminó brillantemente y allí expuso sus óleos por primera vez. Otras exposiciones sucederían a aquélla en Madrid, Santander y Torrelavega. Y en Valencia enfermó: en abril de 1946, una fuerte afección pulmonar le obligó a guardar cama y en vista del curso grave de la enfermedad es trasladado a Madrid con el ánimo de hacerle seguir a Torrelavega, pero no es posible la continuación y le ingresan en un Sanatorio de Chamartín de la Rosa, donde falleció el 5 de febrero de 1947, tras de una alucinante carrera con su libro “Los muertos” , que llegó a sus manos, de la imprenta, el mismo día de su muerte.
España había perdido en ese momento el más profundo de los poetas de la generación presente y la Montaña uno de los hijos más ilustres en el campo de las letras.
El primer libro que publicó, “Raíz”, vio la luz en Valencia, el año 1944, editado por Ediciones Cosmos. En él reúne lo que considera como salvaje de su producción hasta esa fecha. Es un libro donde queda impresa desde la huella de sus lecturas de poesía vanguardista, hasta el Gerardo Diego más académico, pero todo ya con una marcada personalidad. Libro primerizo y tímido, pero que le valió una mención de honor en el concurso de “Adonais”.
En 1945, le publica “Proel”, en Santander “Los animales”, una reunión de impresiones poéticas en una animalogía extraordinaria, plena de bellísimas metáforas.
Y en 1947, el mismo día de su muerte, como hemos dicho, aparece “Los muertos”; una de las obras poéticas fundamentales de nuestros. tiempos. Lo edita “Adonais”, con la dolorosa certidumbre ya de que habría de quedar virgen la página donde cariñosamente habría de verter él sus afectos para los amigos. A los dos meses de aparecer el libro, quedó agotada la edición y una segunda, hecha este otoño por “Ediciones Cantalapiedra”, de Torrelavega, lleva el mismo camino.
Sirvan estas notas de prólogo a la breve selección que a continuación se inserta de sus poemas y que esta selección disculpe por sí la intromisión del que suscribe en esta Revista.
Publicado en:
La Montaña. Revista de la Asociación Montañesa de México, S.C.
15 de Diciembre de 1954
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