jueves, 23 de septiembre de 2021

75 aniversario de la Coral de Torrelavega

 Tal día como hoy del año 2000 la Coral de Torrelavega organizó dos actos, uno en el Cementerio de la ciudad y otro en la Iglesia de la Asunción. En estos actos actos leyó Aurelio García Cantalapiedra las siguientes palabras:

75 ANIVERSARIO DE LA CORAL DE TORRELAVEGA

-       Para leer en el Cementerio de La Llama –

 


 

Cuando un pueblo hace que su memoria discurra por los caminos que transitó en su historia, tiene la posibilidad de encontrarse en ellos con personas a las que deba parte de su vida cotidiana actual. Es el premio que hereda del pasado en mérito a su comportamiento.

 

Nuestra laureada Coral de Torrelavega está ahora en ese feliz camino, impulsada por la devoción a sus orígenes, recordando cómo hace setenta y cinco años el maestro don Lucio Lázaro, con notable ejecutoria y sabiduría musical, supo encaminar por la meritoria senda de la música a un grupo de convecinos,  que han ido pasando de mano en mano hasta hoy la antorcha siempre luminosa del arte de la música coral.

 

Los hombres de mí generación tenemos el orgullo de saber que fue entre nosotros, niños todavía entonces, donde prendió inicialmente la llama de esta antorcha cuando el maestro Lázaro llevó por las aulas de las escuelas municipales de nuestro pueblo su labor musical siempre magistral.

 

Permítanme que en esta ocasión, tan distante de aquellos años y tan próxima a la tumba del maestro, repita en nombre de los aquí presentes, y en el de los coralistas principalmente, el recuerdo a su memoria que en todo momento nos ha acompañado, con nuestro agradecimiento por el legado que nos dejó.

 

 

75 ANIVERSARIO DE LA CORAL DE TORRELAVEGA

-       Para leer en la Iglesia de la Asunción –

 

 

En horas de esta misma mañana de hoy recordábamos, ante la tumba donde reposan los restos de don Lucio Lázaro, la importancia que había tenido para la vida local la presencia y actividades de nuestra Coral. Recuerdo que provocaba, en la memoria de todos los allí presentes, ecos de acontecimientos que se han producido en la historia de la música en Torrelavega. Han sido setenta y cinco años los que han transcurrido desde la creación de la Coral, institución que ha contribuido de manera destacada en el desarrollo de la vida cultural local. Como ya se ha venido comentando desde fechas anteriores, hablar de la Coral, de nuestra Coral, de la Coral de todos, es revivir años muy significativos de la vida de nuestra ciudad.

 

Desde aquel primer concierto que tuvo lugar el 23 de septiembre de 1925 en el Teatro Principal, hasta hoy, todas y cada una de sus actuaciones nos han sonado a cosa propia, de cada uno de los vecinos, que hemos podido disfrutar de ella o de los ecos favorables que han provocado.

 

En aquel grupo de primeros coralistas y de los que han continuado en este menester, la memoria encierra días y noches que han llenado las horas de su entusiasmo y los de todos los vecinos, admirando su labor de tanta importancia para Torrelavega. Hoy tenemos ocasión de escucharlos nuevamente, celebrando gozosos este aniversario bajo las bóvedas de esta Iglesia que tantas resonancias han provocado en ocasiones solemnes de la historia de nuestra laureada Coral.




 

sábado, 18 de septiembre de 2021

En recuerdo de León Felipe

 Tal día como hoy de 1968, moría en México el poeta León Felipe. A él dedicó Aurelio García Cantalapiedra algunos trabajos. Hoy traemos a estas páginas una publicación realizada tras asistir, en 1979, a un homenaje que hizo el Gobierno Mexicano al poeta.

 

 

León Felipe – Carta a mi hermana Salud

 

 


 

         Hemos dejado pasar los días para serenar el espíritu, porque el viaje fue intenso y las emociones largas. El viento, ese viento que sopló incansable en la vida de León Felipe, el mismo viento que le hizo a él caminante de tantos caminos, fue quien nos llevó también a nosotros a México, para inaugurar el monumento que la ciudad le dedicó el 11 de abril. Viejos amigos, caras nuevas, sinceros afectos y devociones, rodearon ese día la estatua del poeta, en el marco incomparable del bosque de Chapultepec. Allí estaban el presidente de la nación y su distinguida esposa, con un cortejo significativo de figuras de la vida mexicana, mezclados con un público enfervorizado en el que abundaban indios nativos. Entre esta gente, venida de diversas partes del mundo, sonó aquel día, como un escalofrío, la voz conservada del poeta, repetida por los altavoces; voz de León Felipe, grave y apasionada, a la que la técnica ponía alas para posarse en los árboles y en el espíritu de los asistentes.

 

         Entre la numerosa concurrencia, dos corazones fatigados por los años y la vida, latían con más fuerza que los de los demás. Mientras sus ojos contenían lágrimas, por sus cabezas corría desbocada la intensa historia del hermano, movida a cada instante por vientos contrarios. Una historia en la que el valor de lo humano se fue sublimando al paso del tiempo, alcanzando en los últimos años altas cotas de misticismo. Cristina y Salud, las dos hermanas de León Felipe, sentían el homenaje más cerca que cada uno de nosotros, y recordaban ... Salud me confesó:

 

         -Felipe y yo fuimos siempre las ovejas negras de la familia. Sobre todo en aquellos años que vivimos en el Santander tuyo.

 

         Había nostalgia en las palabras y tristeza en los ojos. La carta del hermano sonaba en sus oídos como cosa reciente: He vivido en un mundo sin fechas*; ahora ya tenía una: el 11 de abril de 1974. Las frases de la carta iban adquiriendo relieve a medida que transcurría el acto: Yo no he querido nunca singularizarme. Fui siempre un tímido... En esta ocasión tenía que ser protagonista; sobre el verde jugoso en el que descansaba la figura, se había convertido en héroe celebrado. Mi poesía la he tirado generosamente al viento para que la recojan los mendigos... Los altavoces, colgados de los árboles, con la voz del poeta, iban arrojando al aire los versos de León Felipe, que los indios escuchaban devotamente.

 

         Me hubiera gustado ser un buen burgués ... O haber tenido un oficio ... ¡Esto de ser una oveja suelta sin rebaño...! En aquel momento, atendiendo a la llamada generosa del Gobierno mexicano, de la Academia Mexicana de la Lengua, de la Comunidad Latinoamericana de Escritores ... el poeta ya tenía rebaño; rebaño consciente del valor de la convocatoria. Una lágrima saltaba en los ojos cansados de Salud:

 

         -Una lágrima mía, dice la carta, ¿recuerdas? Te lo recordaré yo: Pero en el mar amargo e infinito de la Historia dolorosa del Hombre en la canción eterna anónima del mundo, habrá una gota perdida de mi llanto ... una lágrima mía ... Por esta lágrima me conocerán.

 

         Salud pudo ver en ese instante todo el resplandor del Universo de su hermano; el hermano caminante eterno, detenido para siempre bajo las hermosas frondas de Chapultepec.

 

 

* León Felipe: Carta a mi hermana Salud. Editorial Finisterre, México

 

 


 

 

Publicado en:

El diario Alerta, el 26 de mayo de 1974

 

 






martes, 7 de septiembre de 2021

José del Río Sainz vuelve a Torrelavega

                                             
                         José del Río Sainz vuelve a Torrelavega

 

            Con la novela «El Capitancito», coedición de la Universidad de Cantabria y el Ayuntamiento de Torrelavega vuelve el autor a nuestra ciudad de la manera más jubilosa que lo podía hacer: De la mano de una obra propia.

 

            De la vinculación de José del Río Sainz a Torrelavega, ya hemos tenido ocasión de escribir en fechas anteriores, reiterando la satisfacción con que Pick se acercaba desde Santander a Torrelavega, en cuantas ocasiones le eran propicias, para verse aquí con sus amigos. En uno de aquellos escritos lamentaba yo que los hombres de mi generación habíamos nacido tarde para confraternizar con él en Torrelavega. Mi generación tuvo que conformarse con tratar con el Pick ya entonces madrileño, en escapadas que hacía a Santander, donde aprovechaba las tertulias de café para poder encontrarse con los muchos admiradores y amigos que aquí había dejado. De estas escapadas, algunas se prolongaban hasta Torrelavega. Escondido tras de su pipa y de las gafas que ocultaban en parte unos ojos ya tremendamente gastados, nos deleitaba con algún recuerdo, siempre tierno y emocionado, siempre poético.

 

            El Pick de antes de la guerra civil había frecuentado Torrelavega, donde también contaba con numerosos e incondicionales amigos. A pesar de la frecuencia de estas visitas todas parecían la primera, porque en todas volcaba siempre su inigualable humanidad.

 

            Aquí tuvo entonces buenos amigos. Recordemos entre ellos a Pedro Lorenzo, cuya relación entrañable quedó reflejada insuperablemente en uno de sus «Aire de la calle» bajo el título de «El artesano inteligente». También estuvieron muy unidos a él Gabino Teira, presidente de aquella Biblioteca Popular, a la que Pick dedicó otro entusiasmado «Aire de la calle»; Alfredo Velarde, siempre leal amigo de sus amigos; el incomparable Chus Bilbao, aquel que con un comentario oportuno, como todos los suyos, provocó en Rafael Alberti la "Oda a Platko»; el doctor Bernardo Velarde, en cuyo refugió de Tanos se conserva grabado en una placa de pizarra un poema de José del Río, recordando una noche de cena, de vino y de amigos -fundamentalmente de amigos- cuyos versos me permito repetir:

 

"Noche! El caserío aislado.

unos amigos, la cena;

tan sólo el silencio suena

y con qué ruido sagrado».

 

            Es otra pieza de José del Río Sainz que Torrelavega guarda con el mismo amor y entusiasmo con que lo ha hecho con este inédito que ahora ha visto la luz gracias a los desvelos de, María del Carmen Gutiérrez Alonso y José Antonio González Fuertes en sus investigaciones en el Archivo Municipal local, donde se encuentra el original de «El capitancito». Había sido presentado por su autor al Premio Concha Espina de novela, convocado por el Ayuntamiento de Torrelavega, fallado en 1955, cuando su autor, como recuerda muy oportunamente Jesús Pardo en el prólogo de esta edición, «tenía setenta años y estaba desvalido y amargado; ansioso del apoyo moral y de alguna ayuda material de Santander» lo que, ajuicio del autor del prólogo, colabora a que el texto no llegue más allá de «un primer esbozo de novela» sin tiempo para una redacción definitiva.

 

            Nosotros -y lo digo muy dolido-, llegamos tarde al banquete, de su presencia joven. Sólo alcanzamos a verle en pocas ocasiones y a guardar en nuestra biblioteca sus libros dedicados. Uno de ellos, que me es particularmente muy querido, lleva la dedicatoria del autor, en la que me hizo el honor de unir mi nombre al de Pedro Lorenzo y al de Torrelavega, lo que ha dado lugar a que, si en alguna ocasión tengo que decidirme por salvar uno entre todos, sería el designado.

 

 


 

Publicado en:

El Diario Montañés, 7 de septiembre de 1998