GRACIAS, EULALIO FERRER
En uno de esos viajes cargados de nostalgia que Eulalio Ferrer realiza entre su México de adopción y su Santander de nacimiento, nos dejó recientemente en Torrelavega una pieza de arte representativa de la figura de don Miguel de Cervantes, obra del escultor Santiago de Santiago, que desde entonces comparte protagonismo con don Marcelino Menéndez Pelayo en la Avenida que lleva el nombre del ilustre polígrafo montañés.
La puesta en escena en el acto del descubrimiento de este monumento sobre el pedestal que le realza, careció de la notoriedad que a nuestro juicio merecía dicho acto, debido quizás a la hora que tuvo lugar. Parte importante de los vehículos y público, que ajenos a lo que allí estaba ocurriendo, circulaban por las calles que circundan el jardín donde la escultura quedó instalada a penas sin enterarse; a veces las personas volvían la cabeza impulsados por una relativa curiosidad, pero sin alcanzar con su mirada el interés de lo que estaba sucediendo, posiblemente por no haberse anunciado de la forma suficiente.
Torrelavega contaba ahora, entre sus calles, con una obra de arte de las que no está muy sobrada; Eulalio Ferrer había traído hasta la ciudad una muestra de su generosidad para con nosotros. Las autoridades locales allí presentes eran conscientes del desprendimiento y afecto con que nos trata este cántabro, ilustre por tantos motivos, que un día se vio forzado, por causa de nuestra guerra civil, a formar parte de la abundante expedición que, pasando primero por los campos de concentración de Francia, (desde donde Eulalio “respiraba Santander a pleno pulmón de añoranza”, según confesión propia), le llevó a conocer lo que era la ruta del Golfo de Vizcaya hasta el Golfo de México “anclaje de mí destino” en expresión también personal, donde empezó a sentir el deslumbramiento y la magia de aquel país.
Momento este, en Torrelavega, en que hemos recordado las palabras susurradas junto a él por una indita mexicana cuando hizo donación de su colección privada del “Museo Iconográfico del Quijote” al pueblo de Guanajuato, que le dijo “gracias por haber traído a Guanajuato a nuestro señor Don Quijote”.
Aquí, desde este rincón de Cantabria, parafraseamos aquella frase de la indita de Guanajuato para decirte: “Gracias Eulalio, por habernos traído a esta ciudad a nuestro señor Don Miguel de Cervantes”.
Publicado en:
El Diario Montañés el 15 de diciembre de 2002