martes, 24 de noviembre de 2020
49 años de PEÑA LABRA
domingo, 22 de noviembre de 2020
Romanticismo musical
En marzo de este mismo año inserté en este blog el primer escrito que Aurelio García Cantalapiedra había publicado sobre Torrelavega. Hoy traigo a estas páginas el primer escrito que leyó en público. Quizás haya algún otro, pero eso yo lo desconozco. Se trata de la presentación, en nombre a la asociación Los Amigos del Arte, de un acto en honor de Santa Cecilia.
martes, 17 de noviembre de 2020
Homenaje a Francisco Brines
Saliéndome del tema habitual de este blog, quiero unirme a las felicitaciones a Francisco de Brines por la merecida concesión del Premio Cervantes. Para lo cual les hago llegar a ustedes, desde este humilde blog, el manuscrito de Francisco de Brines que se publicaron en la Revista Peña Labra nº 57 en primavera de 1986. En este mismo número, podemos encontrar también, una serie de trabajos sobre la poesía de Brines y un encarte con su poema manuscrito: El oro adolescente.
Francisco Brines colaboró también en el número 4, homenaje a Gerardo Diego, con un trabajo titulado: Una mirada nueva para Gerardo Diego.
jueves, 12 de noviembre de 2020
PROEL en la vida cultural de Santander
Cuando en el verano de 1973 se publicó un número monográfico de la revista Peña Labra dedicado a PROEL, por sus páginas volcaron la nostalgia algunos de los que, casi treinta años antes, habían sido promotores y colaboradores activos de aquella revista. Guillermo Ortiz, Leopoldo Rodríguez Alcalde, Julio Maruri, Enrique Sordo y María Teresa de Huidobro; el director que fue de la revista recordada, Pedro Gómez Cantolla; la del entusiasta e imprescindible mecenas Joaquín Reguera Sevilla,... Sus escritos revivirían, para las nuevas generaciones, lo que había sido aquel encuentro de mocedad que, como un milagro, irrumpió en un Santander en el que el conservadurismo consuetudinario parecía seguir marcando la vida de sus habitantes.
"No hay duda que el distanciamiento afectivo permite ver las cosas con mayor objetividad", escribía Pedro Gómez Cantolla en el Peña Labra citado. "La galopada juvenil -continuaba- necesita el regreso y la serenidad del tiempo remansado para que los hechos puedan enjuiciarse con una cierta perspectiva histórica".
Había pasado el tiempo que se admite como el ocupado por una generación y la historia que lo recreaba lo hacía con serenidad. Hoy, a la distancia de medio siglo, el veredicto es el mismo. La presencia de PROEL en Santander estuvo llena de fructíferas resonancias, en un tiempo en que todo parecía difícil; más en el mundo de la cultura.
Que Santander, en una época como aquélla, en la que, como las demás capitales españolas pasaba por las duras penalidades de la postguerra, pudiera alcanzar el nivel intelectual a que llegó entonces, ha sido un hecho no fácil de comprender en un primer acercamiento. Agravado en nuestro caso particular por el tremendo incendio que había destruido una parte importante de la ciudad pocos años antes.
¿Cuales fueron las circunstancias que dieron lugar a este fenómeno cultural? Fundamentalmente tuvo su razón en la presencia en la ciudad de grupos de personas con afanes culturales, que encontraron en el gobernador civil, Joaquín Reguera Sevilla, el mecenazgo generoso para cuantas actividades de este tipo le fueron propuestas por algunos de aquellos grupos.
PROEL fue grupo pionero en este despliegue en los años centrales del siglo. Detrás, o contemporáneos, vendrán el "Saloncillo de Alerta", las publicaciones de La Isla de los ratones y la galería de arte Sur, de Manuel Arce; la Escuela de Altamira, con proyección internacional; las actividades del Ateneo; otros grupos intelectuales que se movían en torno a la Biblioteca Menéndez Pelayo, en el domicilio del Ateneo, en el Centro de Estudios Montañeses... Enseguida la Universidad Internacional Menéndez Pelayo.
Dan fe de ello y rubrican esa actividad, su proyección en el más de un centenar de libros de creación y ensayo que aquí se publicaron, y el que dentro de tan importante cantidad encontremos, como autores de ellos, a algunos de los más prestigiosos escritores de entonces, junto a otros que, en el medio siglo que ha transcurrido, han pasado a ocupar hoy un puesto preeminente en la vida intelectual española. Gregorio Marañón, Julián Marías, Enrique Lafuente Ferrari, Eugenio d'Ors, Gerardo Diego, Vicente Aleixandre, Camilo José Cela, Ricardo Gullón, Eugenio Frutos, Jesús Pabón, Luis Felipe Vivanco, Antonio Ballesteros Beretta, José María de Cossío, Carlos Barral, Blas de Otero, Gabriel Celaya, Claudio Rodríguez, José García Nieto... y nuestros José Hierro, José Luis Hidalgo, Julio Maruri, Carlos Salomón... forman parte de la relación de nombres que avala el prestigio de aquellas colecciones de libros. Fue precisamente este esplendor editorial el que llevó al conocimiento del resto del país el desarrollo intelectual que se estaba produciendo en una de las ciudades de la periferia española.
Publicado en:
El Diario Montañés el 12 de noviembre de 1994