jueves, 23 de abril de 2020

DÍA DEL LIBRO 2020


Hoy, día del Libro 2020, queremos hacer un homenaje a la primera “aventura” editorial de Aurelio García Cantalapiedra con sus amigos Corujedo y Hierro. Ediciones Tito Hombre, “una de las más inteligentes y simpáticas colecciones literarias, pues, a pesar de la aparente modestia, sus ejemplares tienen todo el carácter de piezas de bibliófilo” según escribió en una publicación Joaquín de la Puente. Leamos lo que un día escribió Piti sobre esta colección:
Tito Hombre (1951-1954)

            También esta colección de libros nació en una tertulia literaria, como ya hemos visto que sucedió con El Viento Sur y Biblioteca Alción. De la puesta en marcha de Tito Hombre empezó a hablarse en la tertulia vespertina que se reunía en los altos del Bar Trueba de Santander. Con este nombre se inició una colección de libros de la que nos ocupamos José Hierro, Víctor F. Corujedo y el que esto escribe. Lo de "Tito Hombre", procedía de un dibujo infantil hecho por el niño José Luis García Soto, titulado así por su autor, y que pasó a ser el logotipo de la colección. A algunos de los asistentes a la tertulia les pareció excesivamente "frívolo" este nombre, pero por fin se mantuvo.


            En total se publicaron diecinueve volúmenes, que se editaron en dos formatos y calidad de papel distinta: una tirada de cien ejemplares para los suscriptores (que pasó a 125 en el volumen 3), en tamaño 28 por 15 centímetros y otra de seis, destinados al autor, ilustrador y editores, ordenados de la A a la F, en papel verjurado, tamaño 27,5 por 20 centímetros. La caja que ocupaba el texto era la misma para las dos tiradas. Todos salieron del taller de Artes Gráficas de los Hermanos Bedia, excepto el primer título, Las luces, de Carlos Salomón, que se imprimió en el taller de Antonino Fernández, de Torrelavega. Los ejemplares especiales llevaban impreso el nombre del destinatario y la letra que les correspondía, y la ilustración estaba coloreada a mano; en este primero, por Ricardo Zamorano. En la cubierta se distinguían los que eran de poesía, narración o ensayo, tirando el título en verde, rojo y azul, respectivamente.


            El primero de la colección, como indico anteriormente, fue Las luces, con poemas de Carlos Salomón, que se terminó de imprimir el 6 de abril de 1951. Era un avance de lo que después, con más poemas que incorporó el autor, iba a constituir su libro Región luciente, publicado en la colección Adonais, de Madrid, en 1953.


            El siguiente fue un cuento de Jorge Campos, El atentado, impreso en mayo de 1951, ilustrado con un dibujo de Juan Segarra. Este cuento de Campos había sido distinguido con una mención honorífica en el concurso “Hernández Catá”, convocado en La Habana en 1949. “Huelga decir la seriedad que acompañaba estos trabajos en que se encontraban [se alude a las ediciones de Tito Hombre]; ahora bien, ello no obstaba a que siempre que la circunstancia lo propiciaba les impidiera dejar caer una gota de humor. Así ocurrió con la obra de Jorge Campos titulada El atentado [de la que imprimieron] dos ejemplares con el título [...] El atontado.” (Florinda Rodríguez Gutiérrez. La actividad literaria en el Santander de posguerra 1940-1960. Memoria de licenciatura, inédita)


            A estos dos siguieron los títulos que a continuación se indican:

3. Pedro Caba, Misterio y Poesía, (ensayo), junio 1951, ilustración a cargo de José Cataluña.

4. Joaquín de Entrambasaguas, 5 poemas terrestres (poemas), julio 1951, ilustrado por José Luis Moya.

5. María de Gracia lfach, Espejismo, (narración), agosto 1951, ilustrado por Fernando Escrivá.

6. José Hierro, 15 días de vacaciones, (narración), septiembre 1951, ilustrado por Carlos Rincón.

7. Víctor F. Corugedo, Canciones sencillas, (1936-1939), (poesía), octubre 1951, ilustrado con la reproducción de seis dibujos de Ricardo Zamorano.

8. Charles David Ley, La moderna poesía portuguesa, (ensayo), ilustrado con un dibujo de Rafael Molina Sánches.

9. Juan Guerrero Zamora, Un poco de ceniza, (narración), abril 1952, ilustración de Mingote.

10. Leopoldo Rodríguez Alcalde, Canciones de Monte Corbán, (poesía), mayo 1952, ilustración de Miguel Vázquez.

11. Jesús Delgado Valhondo, La esquina y el viento, (poesía), noviembre 1952, ilustrado por Magdalena Leroux de Pérez Comendador.

12. Ignacio Romero Raizábal, Media hora trágica, (narración), enero 1953, ilustración de María Victoria Aramendia.

13. Ricardo Blasco, Alteo, (narración), febrero 1953, ilustración de Bernardo Ballester.

14. Pablo Cabañas, Lejos, (poesía), abril 1953, ilustración de Julia Cabañas.

15. Manuel Pilares, Historias de la cuenca minera, (narración), mayo 1953, ilustración de Rubio Camín.

16. Gerardo Diego, Segundo sueño. Homenaje a Sor Juana Inés de la Cruz, (poesía), diciembre 1953, ilustrado con xilografías de Joaquín de la Puente.

17. Luis López Anglada, Dorada canción, (poesía), marzo 1954, ilustración de Andrés Llodrá.

18. Leopoldo de Luis, El árbol y otros poemas, (poesía), junio 1954, ilustrado por Rafael Álvarez Ortega.

19. Sofía Heyma, Elsa, (narración), septiembre 1954, ilustrado por Baeza


            En la relación de libros publicados y en proyecto de publicación, que va al final del volumen 19, se indica que está en prensa Cuba y su independencia en la obra de D. Juan Valera, de Ramón de Garciasol, que no se llegó a editar en esta colección.

            Un libro importante quedó también sin publicar en Tito Hombre. Estuvo impreso, pero la censura no autorizó su salida. Se trataba de un ensayo de Ricardo Gullón con el título La poesía de Luis Cernuda. En un artículo que publicó el autor en la revista Sin nombre, de Puerto Rico (vol. IX núm. 3, octubre-diciembre 1978), da una amplia referencia sobre esta intervención de la censura, información que resulta muy válida para conocer cómo se movían los censores y quiénes mandaban sobre ellos. Más recientemente volvió sobre el tema en la conferencia en la Fundación Botín, en Santander, a la que me he referido anteriormente: “Para esta colección preparé un ensayo crítico, La poesía de Luis Cernuda, que no llegó a publicarse en ella por la interferencia del censor, el novelista Pedro de Lorenzo, que dictaminó negativamente un texto harto inocuo. Florentino Pérez Embid, director general en el Ministerio de Información, pidió que se revisara el informe, ateniéndose el dictamen censorial a lo que el texto decía y no a lo que su autor pensara del poeta estudiado por mí. La colección siguió su marcha, pero la autorización para publicar el mío nunca llegó a Santander"

Aurelio García Cantalapiedra
Desde el borde de la memoria
Ediciones de Librería Estudio
Santander, 1991

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