Difusión de los escritos realizados a lo largo de su vida
lunes, 30 de marzo de 2020
Con Eugenio Chicano recordando a Rafael Alberti
Hoy, día del nacimiento de Aurelio García Cantalapiedra, traemos a este blog un escrito con muy escasa difusión. Publicado en un pliego en edición no venal.
Escrito hace unos días (en estos días inciertos de cuarentena)
¿Y qué sucedió?
Quién sabe… la gente se escondió en las madrigueras, los perros comenzaron a ladrar sin sentido, o el sinsentido era lo que estábamos viviendo.
De pronto la gente abrió los ojos y se encontró con la vida real, la lucha por comer todos los días, confinados como carcelarios.
Sin salir de casa se cansaron hasta de no hacer nada, buscaron en el baúl de los recuerdos y desplegaron la creatividad que no mostraban desde niños, porque se dieron cuenta que todo había vuelto a empezar de nuevo.
La gente se ayudaba y conversaba en las calles, en las conferencias, y en las clases compartidas por ordenador. Y cuando parecía que el mundo había parado de girar, éramos nosotros los que habíamos parado de girar a su ritmo.
Y comenzamos una nueva forma de vida más productiva aunque no lo parezca, aunque carezca de sentido sentarse a pensar, a leer, a jugar, a cocinar, incluso a amar lo que se hace y lo que se ha dejado de hacer de un tiempo a esta parte.
Y sin darnos cuenta, fue bajando la cuenta, es ahí donde descubro que prefiero compartir una cama a la cuenta corriente; una sonrisa y un beso en medio de la noche, a consumir mi tiempo pensando en lo que se perdió por la peste.
Escrito hace unos días (en estos días inciertos de cuarentena)
ResponderEliminar¿Y qué sucedió?
Quién sabe…
la gente se escondió en las madrigueras,
los perros comenzaron a ladrar sin sentido,
o el sinsentido era lo que estábamos viviendo.
De pronto la gente abrió los ojos
y se encontró con la vida real,
la lucha por comer todos los días,
confinados como carcelarios.
Sin salir de casa se cansaron hasta de no hacer nada,
buscaron en el baúl de los recuerdos
y desplegaron la creatividad que no mostraban desde niños,
porque se dieron cuenta
que todo había vuelto a empezar de nuevo.
La gente se ayudaba y conversaba en las calles,
en las conferencias, y en las clases compartidas por ordenador.
Y cuando parecía que el mundo había parado de girar,
éramos nosotros los que habíamos parado de girar a su ritmo.
Y comenzamos una nueva forma de vida más productiva
aunque no lo parezca, aunque carezca de sentido sentarse a pensar,
a leer, a jugar, a cocinar, incluso a amar lo que se hace
y lo que se ha dejado de hacer de un tiempo a esta parte.
Y sin darnos cuenta, fue bajando la cuenta,
es ahí donde descubro que prefiero compartir
una cama a la cuenta corriente;
una sonrisa y un beso en medio de la noche,
a consumir mi tiempo pensando en lo que se perdió por la peste.
Marcos