lunes, 30 de marzo de 2020
sábado, 21 de marzo de 2020
DÍA DE LA POESÍA
Recuerdo de Ángel Laguillo
(Un poeta para el “Día de la Poesía”)
El año 1969 publicó Ángel Laguillo su primer libro, “Antología del Mar”, que iba a ser el único que diera a la imprenta. Por una coincidencia feliz para quién esto escribe, fui “culpable” de su edición, así como autor de las breves líneas que con intención de prólogo, preceden en él a sus poemas. De la dedicatoria que escribió en mi ejemplar es esta frase: “Amigo y compañero de esta nave, en la que navegaremos siempre juntos por el mar”. Se anudaba así una vieja relación que venía desde los años de la escuela primaria, en Torrelavega, en la que fuimos condiscípulos Angel Laguillo, José Luis Hidalgo y yo, que se prolongó en los tiempos que siguieron a aquellos, a caballo siempre de la poesía.
Una circunstancia, de la que me tengo que acusar como único culpable, dio lugar a que éste ejemplar del libro que me dedicó, haya estado fuera de mi alcance muchos años. Le he recuperado muy recientemente, añadiendo un cierto misterio a aquel extravío por haber sido en fecha tan próxima al Día de la Poesía de este año 1998. Con él se han avivado en mi memoria recuerdos de aquella amistad en los que destaca la singular personalidad de Angel Laguillo. Su excesiva modestia
nos ha privado de que podamos tener a nuestro lado más abundante obra literaria de este poeta. Sus versos, creados desde tan delicada sensibilidad, vueltos a leer ahora después del paso del tiempo, me han confirmado en que la intención del autor de navegar siempre juntos por el mismo mar se ha cumplido, así como su deseo de vida en común en la poesía. Aquí esta nuevamente su “Antología del Mar” para confirmar que por encima de ausencias imprevistas, los hilos que han unido su poesía conmigo no se han roto. Las líneas que escribí hace ya casi treinta años en el prólogo del libro, siguen vivas, a pesar de su muerte: “...después de la escuela primaria la otra escuela, la de la vida –y la guerra civil- hicieron lo demás. Pero siempre Laguillo lo refirió a la poesía; es más, creo que para él todo ha sido primero poesía, fundamentalmente poesía”. Aun cuando jugara, a veces, con sus palabras y sonora risa, a confundirnos.
Guardaba avaramente para él solo sus versos, salvo breves y muy puntuales salidas en publicaciones locales, hasta que a los cincuenta años de edad llegó el momento de romper aquella campana de cristal, con la publicación de unos pocos poemas asombro de los lectores. que causaron el asombro en los lectores. Poemas envueltos entre hallazgos verbales sorprendentes y una conmovida lírica, de la que en ocasiones se escapan eternos problemas que reflejan la misma angustia poética que aparece en otros poetas de su misma generación. Como en aquellos ocho versos del breve poema que forma parte de su libro:
Si tú a Dios no quieres contemplar,
de Dios no sentirás tú la mirada,
y si quieres a Dios oír hablar,
háblale con tu voz enamorada.
Si no le das al mar lo que es del mar,
no esperes que la mar te dé a ti nada.
Si no llegas aquí para soñar,
a cal y canto la verás cerrada.
Ángel Laguillo había nacido en Viérnoles (Torrelavega), el año 1919 y murió en Santander en 1992.
Publicado en: El Diario Montañés, 21 de marzo de 1998
Publicado en: El Diario Montañés, 21 de marzo de 1998
domingo, 1 de marzo de 2020
Torrelavega
Hoy traemos a este blog el primer escrito que publicó Aurelio García Cantalapiedra sobre Torrelavega
La visión gráfica tan reducida que ofrecemos en esta página, no puede dar idea de la transformación tan importante que ha sufrido Torrelavega.
Una población que en 1910 contaba con 7.000 habitantes y que ha pasado a 32.000 en la época actual, ha tenido que sufrir un profundo cambio en sus formas y en su interior. Y así ha ocurrido en esta ciudad.
Desde aquellas viviendas centradas alrededor de la iglesia antiguan, solar de los fundadores de la ciudad, de aceras enlosadas y de calles empedradas que cruzaban con su parsimonioso andar las diligencias que iban y venían con empolvados viajeros, hasta las calles y casas de hoy, han transcurrido muy pocos años.
La Quebrantada, lugar de parada de todos los vehículos, estaba formando entonces sus “Cuatro caminos” de hoy. El tiempo lento del mirar pasar de los vecinos de entonces y la exclamación femenina de asombro ante el viajero distinguido y forastero que se apeaba de la diligencia, ha sido sustituida por los indicadores de rutas y los urbanos a que ha sido preciso llegar para organizar la continua circulación.
La calle, José Mª Pereda, dejó de llamarse del Comercio, porque ésta ya no era monopolio de, ella. Se fue, extendiendo por nuevos núcleos urbanos que hacía ya antigua aquella denominación, alcanzando hoy la cifra de 600 establecimientos de este ramo.
Dejaron las calles los nombres que respondían a los oficios que se practicaban en ellas y fueron llenándose de otros más fríos, pero sin duda más a tono con la realidad, habiéndose duplicado, en menos de 25 años, el número de edificios.
Los mercados semanales, que se vienen celebrando desde 1799, han ido aumentando su importancia comercial y las ferias de ganado han alcanzado ya cifras que producirían mareos a nuestros cercanos antepasados. Como dato curioso anotaremos que las ferias extraordinarias de Santa Isabel, se inauguraron en 1881.
La industria llena una parte muy importante, de la economía local. Industrias asentadas hace ya años en esta zona—Real Compañía Asturiana de Minas, Solvay, Granja Poch, etc. y otras más recientes —SNIACE— han hecho variar fuertemente el aspecto del valle (la vega de esmeralda de don Vicente de Pereda), llegándose hoya una cifra de mano de obra industrial próxima a los 12.500 obreros, que multiplica por tres la del año 1936, contando con más de 300 establecimientos industriales de toda clase.
Pero la riqueza primera de la provincia, la ganadería, también ha sido mejorada y ampliada, con e1 ritmo creciente de los demás aspectos económicos, situándose en el grupo de cabeza de las otras poblaciones españolas que mimen este aspecto tan importante. La última Feria de ganado, celebrada en el mes de abril, ha producido transacciones por un valor de diez millones de pesetas y las normales que se celebran quincenalmente de ganado vacuno, rebasan siempre, la cifra de las mil transacciones, que duplica la de 1936.
Publicado en:
TIERRAS DEL NORTE
Nº 7-8 extra marzo-abril 1953
Insertado en el libro:
Torrelavega de Historia, Literatura y
Arte 2006
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