sábado, 21 de diciembre de 2019

Después de todo, todo ha sido nada




AL AMIGO JOSÉ HIERRO REAL


Aquí estamos este 21 de diciembre, dispuestos a que no llegue la nada. Dispuestos a dejarnos acariciar por el recuerdo de la amistad. Que aquellas galernas que llegaban a la casa de tus amigos con tu presencia; no se queden en brisas, en silencio… en NADA.

Allí, en Nayagua, tú quisiste que resonaran eternamente mis palabras:





Y cuando, un día como hoy de hace 17 años, llegó el momento de la nada, escribí:


Nos fuiste entregando la vida muchas veces a familiares y amigos. Hoy ya se ha acabado tu triste juego. Aquel tránsito del dolor a la alegría de que nos hablaste en uno de tus libros y la felicidad que con tu presencia nos inundaba, ha cam­biado para nosotros ahora su camino, así como los años de vino y rosas de entonces contigo.

Vuelves ahora a tu reino, la mar; buscando sentido al tiempo. Has alcanzado aquel día en que la música de estas olas nos ha apagado tu voz para siempre. Y las alucinaciones, ¿te esperaban ahí, en las aguas tantas veces soñadas? Las alucinaciones que en tantas ocasio­nes embargaron tu verso, ¿se han cerrado en esta mar que llenó tu vida? ¿Te ha llegado el momento en que la música de estas olas apague tu voz para siempre?

Hemos ido ahora a la orilla de la mar, mirando ávida­mente cada ola que llegaba hasta nuestros pies, tratando de volver a encontrarte en ellas. Si, aquel tránsito del dolor a la alegría de que nos hablaste ha cambiado el camino.

En los últimos años te refugiaste en un litoral descono­cido, son tus palabras. Pero el mar Cantábrico no te abandonaba y aquí estás para siempre, entre nosotros. Ahora, como tú querías, este mar que es tu jardín, te abraza eternamente.






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