Hoy, 23 de septiembre, tengo que traer a este blog el escrito de Aurelio García Cantalapiedra dedicado a José Luis Alonso Galguera, Chivi para los amigos. Fue un compañero de trabajo en la fábrica Sniace. Creador de la revista de la empresa, Sniace. Nuestra Vida Social. Aparte de compañero de trabajo, AMIGO. Desgraciadamente esta amistad se truncó tras un desafortunado accidente de tráfico en 1957.
Carta a José Luis
Querido José Luis:
La comunicación directa ya no es posible. Poco a poco, tenemos que ir haciéndonos a esta dolorosa idea, y por eso recurro a la forma de carta. Tampoco vas a leerla, pero es una ilusión que no quiero quitarle a mi imaginación y al cariño que has dejado aquí, entre todos, del cual, aún cuando a alguien no le parezca así, va tan llena esta carta.
Tendría que haber escrito una nota necrológica, pero no me gusta para ti. Las notas necrológicas tienen como fin despedir para siempre, por mucho calor que se ponga en ellas, y a ti no puedo despedirte para siempre; he de decirte “hasta el próximo numero”, porque en todos estarás con nosotros. Y por eso quiero que sea carta. Carta emocionada (¡cómo no había de serlo!), pero carta, que al fin es correspondencia, comunicación. Y, además, así puedo aprovechar para decirte, y para que se entere quien no lo sepa, la gran dificultad que nos has creado. Ya ves, no solo es dolor, dolor inmenso. Es un problema de muy difícil solución, porque quieren que continuemos esta revista sin ti, sin tu dirección. ¿Te das cuenta? ¿Ves qué gran esfuerzo tendremos que hacer para aspirar a conseguir lo que para ti resultaba tan fácil?
Hemos de recordar en nuestros titubeos tus pasos seguros. Trataremos de que ellos nos guíen, pero, por favor, desde ese Sitio que has alcanzado por tantos méritos, ilumínanos, no nos dejes totalmente solos, porque si tú, con aquel fino humorismo que te acompañaba, tenías que decir “¡qué cortos son los meses!”, ¿qué no hemos de exclamar nosotros?
Aquí, al final, tendría que hablar de tus cualidades personales (¡tantas!), pero a ti no te gustaría que te las dijera, pues tu modestia era tan grande como tu valía. Y además, ¿para qué? Todos sabemos lo que hemos perdido al perderte. En mi corazón queda la huella, y ella habla por mi.
Hasta siempre, Chivi; hasta el próximo numero.
Publicado en:
La revista “Sniace. Nuestra vida social”
Nº 26 octubre 1957