jueves, 24 de octubre de 2019

Día de la Biblioteca



24 de octubre
DÍA DE LAS BIBLIOTECAS




No podemos dejar pasar este día sin un recuerdo especial a la que fuera La Biblioteca Popular de Torrelavega, así como a las personas que hicieron posible este foco cultural.

Para ello, publicamos seguidamente la Introducción que hizo Aurelio García Cantalapiedra en su libro: La Biblioteca Popular de Torrelavega (1927-1937), editado por el Ayuntamiento de Torrelavega en 1988


  Cuando me planteé la posibilidad de escribir estas notas sobre los diez años de vida de la Biblioteca Popular, tuve la duda de si mi afecto, a veces entrañable, hacia algunas de las personas con las que allí conviví, y la nostalgia que iban a provocar en mí después de los sesenta años transcurridos, no darían lugar a que resultara todo excesivamente subjetivo, y esta no era mi intención. Yo quería hablar de la Biblioteca como si de una crónica periodística se tratara; prescindir de impresiones personales y con ello de las naturales reacciones a que me podría conducir esta vuelta a la adolescencia.

  Por este camino he tratado de marchar, aun a sabiendas de que se empobrecería el relato. En ocasiones, es cierto, no he podido impedir el dejarme llevar por los ecos afectivos que me ha traído el recuerdo. Tenía que ser así también, como me lo temía, a pesar del esfuerzo para evitarlo y confío en que no se trasparente en exceso.

  Durante los días que he dedicado a su redacción, tuve muy cerca la presencia de las imágenes de Gabino Teira, atildado siempre, maestro siempre en el decir y en lo que decía; de Pedro Lorenzo, solícito y discreto, enterado sin tratar de demostrarlo; de Alfredo Velarde, sonriente y de vuelta de tantas cosas, a quien veíamos buscar aceras de sol, en sus paseos invernales del mediodía, en horas de trabajo para los demás; de Fermín Cianca, honesto hasta lo inverosímil, con aquella goma elástica enrollada a un dedo no sabíamos para qué; de Pepe Raba, adornado constantemente con libros debajo del brazo; de José Luis Hidalgo, con quien había compartido horas de lecturas; de Eduardo Pisano, el entrañable y optimista Pisano, que solía llegar a la Biblioteca con un ramo de tulipanes en los días de onomástica de la señora de alguno de los contertulios, cortados en las tierras de sus padres dedicados a la floricultura; de la del viejo Isidoro, conserje de la Biblioteca, a quien siempre conocimos viejo, o nos lo parecía a nosotros desde su misión de fiel y rutón cancerbero de los libros...

  Todos y cada uno me han acompañado desde su ausencia, en este menester de recrear la historia de la Biblioteca Popular a la que tanto amaron; de todos y cada uno soy deudor en numerosos aspectos que han marcado mi vida. Como me han acompañado otras figuras, dichosamente todavía presentes entre nosotros, como la inigualable de Mauro Muriedas, o la de Pablo del Río y las de Antonio Díaz-Terán, Julio Mayora y Jaime Villegas.

  Pero me impuse el escribir una crónica, aun cuando para ello fuese preciso enfriar el relato.

  Quiero aclarar de entrada, que mi propósito al escribir estas líneas que siguen no ha sido magnificar la labor que desarrolló la Biblioteca Popular. Insisto: esto no es más que una crónica y como tal, exposición del día a día. Pero confío en que sea el propio lector quien llegue a valorar la labor que realizaron aquellos hombres, para lo que habrán de situar los hechos en sus coordenadas temporales.

  Como bien lo comprendieron sus fundadores y así lo escribieron en el prólogo a la Memoria editada al final del curso 1927-28, «Torrelavega había entrado ya en el segundo estadio de evolución porque normalmente atraviesa toda agrupación humana. Asentada sobre firmes bases su vida material, bases constituidas, en primer lugar, por su estratégica situación que la convierte en centro de la vida económica de una amplia comarca, y en segundo término, por los factores agrícolas, ganaderos, mineros, industriales y comerciales que en halagüeña coordinación y concertada armonía vivían su valle ubérrimo, era imperativo de necesidad social entonar tales actividades puliendo y refinando sus características con aquellas otras más íntimas y permanentes que presta la vida consciente del espíritu colectivo». En el mismo comentario se citaba como precedentes que venían laborando en igual sentido, la Escuela de Artes y Oficios, las entidades musicales, la Cámara de Comercio y otros círculos sociales.

  Yo me permito recabar desde aquí para la Biblioteca Popular y las demás entidades citadas, como lo he hecho en otras ocasiones, el orgullo de haber contribuido con su labor cultural, a que Torrelavega pueda presumir de haber sido una de las ciudades españolas en sus mismas circunstancias, en la que, durante los tristes años de la guerra civil, sus habitantes se comportaran en aquella barbarie desatada, con un comedimiento envidiable, y digo esto, sin olvidar las innegables situaciones de tragedia a nivel individual que se produjeron.

  Recuerdo ahora que poco antes de iniciarse la guerra, se había publicado en un periódico de Madrid un artículo del doctor Marañón sobre el sabio Pavlov. En él comentaba cómo en plena revolución rusa de 1917, el ayudante del sabio llegó un día con retraso al laboratorio. Al preguntarle Pavlov el motivo, aquél pretendió justificarse con el hecho de que había tiros y barricadas en las calles, a lo que el sabio le respondió: «Y ¿qué tiene que ver todo eso con la ciencia?». El artículo fue recortado y enmarcado por el bibliotecario, Alfredo Velarde, quien lo colgó en una de las paredes del centro. Precisamente en 1936, cuando las relaciones entre los españoles eran más tensas.


Otros escritos de AGC sobre la Biblioteca Popular de Torrelavega se pueden encontrar en:

Fueron la universidad del pueblo:
La biblioteca Popular y la Escuela de Artes y Oficios
Cántabro, 31 de diciembre de 1976

Movimiento cultural en Torrelavega entorno a la Escuela de Artes y Oficios y la Biblioteca Popular
Leído en la Sala de Exposiciones del Banco de Bilbao
Torrelavega, 26 de abril de 1977

La efímera vida de una Biblioteca Popular
El centro cultural, creado hace ahora sesenta años, fue clausurado por los franquistas en 1937
Alerta, 13 de noviembre de 1987

La Biblioteca Popular de Torrelavega (Su aportación a la vida artística local)
El Diario Montañés, 23 de octubre de 2001. Y en el Catálogo de la Exposición: 75 años después… La Biblioteca Popular 1926-1937. Pinturas de Torrelavega.

Referencias a la Biblioteca Popular de Torrelavegas en otros libros suyos, como:

Tiempo y Vida de José Luis Hidalgo
Taurus Ediciones, Madrid 1975

José Luis Hidalgo, Biografía en Imágenes
Editado por el Ayuntamiento de Torrelavega en 1997