24 de octubre
DÍA DE LAS
BIBLIOTECAS
No podemos dejar pasar este día sin un recuerdo especial a
la que fuera La Biblioteca Popular de Torrelavega, así como a las personas que hicieron
posible este foco cultural.
Para ello, publicamos seguidamente la Introducción que hizo
Aurelio García Cantalapiedra en su libro: La Biblioteca Popular de Torrelavega
(1927-1937), editado por el Ayuntamiento de Torrelavega en 1988
Cuando
me planteé la posibilidad de escribir estas notas sobre los diez años de vida
de la Biblioteca Popular, tuve la duda de si mi afecto, a veces entrañable,
hacia algunas de las personas con las que allí conviví, y la nostalgia que iban
a provocar en mí después de los sesenta años transcurridos, no darían lugar a
que resultara todo excesivamente subjetivo, y esta no era mi intención. Yo
quería hablar de la Biblioteca como si de una crónica periodística se tratara;
prescindir de impresiones personales y con ello de las naturales reacciones a
que me podría conducir esta vuelta a la adolescencia.
Por
este camino he tratado de marchar, aun a sabiendas de que se empobrecería el
relato. En ocasiones, es cierto, no he podido impedir el dejarme llevar por los
ecos afectivos que me ha traído el recuerdo. Tenía que ser así también, como me
lo temía, a pesar del esfuerzo para evitarlo y confío en que no se trasparente
en exceso.
Durante
los días que he dedicado a su redacción, tuve muy cerca la presencia de las
imágenes de Gabino Teira, atildado siempre, maestro siempre en el decir y en lo
que decía; de Pedro Lorenzo, solícito y discreto, enterado sin tratar de
demostrarlo; de Alfredo Velarde, sonriente y de vuelta de tantas cosas, a quien
veíamos buscar aceras de sol, en sus paseos invernales del mediodía, en horas
de trabajo para los demás; de Fermín Cianca, honesto hasta lo inverosímil, con
aquella goma elástica enrollada a un dedo no sabíamos para qué; de Pepe Raba,
adornado constantemente con libros debajo del brazo; de José Luis Hidalgo, con
quien había compartido horas de lecturas; de Eduardo Pisano, el entrañable y
optimista Pisano, que solía llegar a la Biblioteca con un ramo de tulipanes en
los días de onomástica de la señora de alguno de los contertulios, cortados en
las tierras de sus padres dedicados a la floricultura; de la del viejo Isidoro,
conserje de la Biblioteca, a quien siempre conocimos viejo, o nos lo parecía a
nosotros desde su misión de fiel y rutón cancerbero de los libros...
Todos
y cada uno me han acompañado desde su ausencia, en este menester de recrear la
historia de la Biblioteca Popular a la que tanto amaron; de todos y cada uno
soy deudor en numerosos aspectos que han marcado mi vida. Como me han
acompañado otras figuras, dichosamente todavía presentes entre nosotros, como
la inigualable de Mauro Muriedas, o la de Pablo del Río y las de Antonio
Díaz-Terán, Julio Mayora y Jaime Villegas.
Pero
me impuse el escribir una crónica, aun cuando para ello fuese preciso enfriar
el relato.
Quiero
aclarar de entrada, que mi propósito al escribir estas líneas que siguen no ha
sido magnificar la labor que desarrolló la Biblioteca Popular. Insisto: esto no
es más que una crónica y como tal, exposición del día a día. Pero confío en que
sea el propio lector quien llegue a valorar la labor que realizaron aquellos
hombres, para lo que habrán de situar los hechos en sus coordenadas temporales.
Como
bien lo comprendieron sus fundadores y así lo escribieron en el prólogo a la
Memoria editada al final del curso 1927-28, «Torrelavega había entrado ya en el
segundo estadio de evolución porque normalmente atraviesa toda agrupación
humana. Asentada sobre firmes bases su vida material, bases constituidas, en
primer lugar, por su estratégica situación que la convierte en centro de la
vida económica de una amplia comarca, y en segundo término, por los factores
agrícolas, ganaderos, mineros, industriales y comerciales que en halagüeña
coordinación y concertada armonía vivían su valle ubérrimo, era imperativo de
necesidad social entonar tales actividades puliendo y refinando sus
características con aquellas otras más íntimas y permanentes que presta la vida
consciente del espíritu colectivo». En el mismo comentario se citaba como
precedentes que venían laborando en igual sentido, la Escuela de Artes y
Oficios, las entidades musicales, la Cámara de Comercio y otros círculos
sociales.
Yo me
permito recabar desde aquí para la Biblioteca Popular y las demás entidades
citadas, como lo he hecho en otras ocasiones, el orgullo de haber contribuido
con su labor cultural, a que Torrelavega pueda presumir de haber sido una de
las ciudades españolas en sus mismas circunstancias, en la que, durante los
tristes años de la guerra civil, sus habitantes se comportaran en aquella
barbarie desatada, con un comedimiento envidiable, y digo esto, sin olvidar las
innegables situaciones de tragedia a nivel individual que se produjeron.
Recuerdo
ahora que poco antes de iniciarse la guerra, se había publicado en un periódico
de Madrid un artículo del doctor Marañón sobre el sabio Pavlov. En él comentaba
cómo en plena revolución rusa de 1917, el ayudante del sabio llegó un día con
retraso al laboratorio. Al preguntarle Pavlov el motivo, aquél pretendió
justificarse con el hecho de que había tiros y barricadas en las calles, a lo
que el sabio le respondió: «Y ¿qué tiene que ver todo eso con la ciencia?». El
artículo fue recortado y enmarcado por el bibliotecario, Alfredo Velarde, quien
lo colgó en una de las paredes del centro. Precisamente en 1936, cuando las
relaciones entre los españoles eran más tensas.
Otros
escritos de AGC sobre la Biblioteca Popular de Torrelavega se pueden encontrar
en:
Fueron
la universidad del pueblo:
La
biblioteca Popular y la Escuela de Artes y Oficios
Cántabro,
31 de diciembre de 1976
Movimiento cultural en Torrelavega entorno a la Escuela de
Artes y Oficios y la Biblioteca Popular
Leído en la Sala de Exposiciones
del Banco de Bilbao
Torrelavega, 26 de
abril de 1977
La
efímera vida de una Biblioteca Popular
El centro cultural, creado hace
ahora sesenta años, fue clausurado por los franquistas en 1937
Alerta, 13 de noviembre de 1987
La Biblioteca Popular de Torrelavega (Su aportación a la vida artística local)
El Diario Montañés, 23
de octubre de 2001. Y en el Catálogo de la Exposición: 75 años después…
La Biblioteca Popular 1926-1937. Pinturas de Torrelavega.
Referencias a la Biblioteca Popular de Torrelavegas en otros
libros suyos, como:
Tiempo y Vida de José Luis Hidalgo
Taurus Ediciones, Madrid 1975
José Luis Hidalgo, Biografía en Imágenes
Editado por el Ayuntamiento de Torrelavega en 1997